Era pleno verano. Todavía hacía fresco en los portales y se cenaba con la ventana abierta de la cocina, cuando llegaron los camiones, los martillos y una pequeña excavadora al Virgen de la Cabeza. Pusieron un enorme telón negro para tapar el lateral donde no hay grada y ya no volvimos a saber más. A los pocos días, en Ciudad Real, el Valdepeñas FS comenzó la pretemporada.
Tal y como deber ser, la pretemporada ha sido intensa. Y también incómoda. Porque este equipo sigue siendo tan especial como siempre lo fue. Seis jugadores viven en Valdepeñas y ocho en Madrid. Por eso han tenido que entrenar dos días en Ciudad Real y dos en Griñón, uno de estos con sesión de mañana en la Universidad Europea. Partido semanal aparte. Y eso tiene mucho mérito. Porque significa que según donde sea, cada jugador ha tenido que hacer un viaje de 400 kilómetros para ir a entrenar. Y luego rendir. Luego ha tenido que rendir como si viviese frente al pabellón y para ir a entrenar solo hubiese tenido que cruzar la calle. ¿Cómo no vas a coger cariño a este grupo de jugadores que llevan haciendo eso toda la pretemporada? ¿Cómo no le vas a coger cariño si lo van a seguir haciendo semana tras semana, mes tras mes, hasta abril? Es difícil no cogérselo.
A veces los sueños son más bonitos en la imaginación que en la realidad. Porque a veces aparecen pequeñas cosas, pequeños matices que hacen que la realidad no resulte ser como esperabas. ¿Quién no imaginó a Valdepeñas debutar en Primera una tarde de sábado, a las seis y cuarto, en un Virgen de la Cabeza lleno? Pero aparecieron esas pequeñas cosas, esos pequeños matices en forma de obras en el Virgen de la Cabeza y en forma de un primer rival con el que se jugó hace quince días, que han hecho que las cosas no resulten perfectas. Por eso, el debut será este domingo, a las doce y media de la mañana en Ciudad Real, ante el Levante UD FS.
El rival
Levante no es un nombre de fútbol sala de los de siempre. Y eso es porque la historia de este club, es un caso más de cómo el fútbol, se va colando poco a poco en el fútbol sala. Hace ya nueve años, que el Levante UD firmó un acuerdo con el CD Dominicos, que en la ciudad de Valencia siempre fue uno de los clubs deportivos con mayor tradición en el fútbol sala de base. En ese momento contaba con 14 equipos de base y uno de Segunda B. Aquel acuerdo funcionó bien. Tan bien que en cinco temporadas Levante (le llamaremos así para no liar más la historia, pero en ese momento, se llamaba Levante UD DM) fue campeón de Segunda y ascendió a Primera División. Y no les ha ido mal. Han estado 4 temporadas en Primera y siempre mejoraron su clasificación final, cada vez tuvieron menos problemas para mantener la categoría. Hasta una semifinal de Copa del Rey alcanzaron. La temporada pasada fueron décimos. Lograron su mejor clasificación en Primera, ganaron más partidos y marcaron más goles que nunca. Tan bien lo hicieron que al final, les supo a poco. Porque a tres puntos estuvieron de jugar la Copa y a tan solo nueve del playoff por el título.
Por eso esta temporada, desde el principio, su objetivo va a ser siempre estar entre los ocho primeros. Aspiran a jugar Copa y playoff. Y lo piensan lograr con una plantilla renovada. Han hecho ocho fichajes y han logrado montar un equipo tan homogéneo, tan compensado, que apenas se notará quienes sean los cuatro que estén en pista. Porque pueden salir Maxi Rescia o Gallo de cierre. Porque la habilidad, el regate, el descaro lo pueden poner Cecilio o Javi Alonso o Javi Rodríguez o Javier Sena. Y porque la espectacularidad del juego de espaldas que nos regalan los pívots la pueden dar Pedro Toro o Pablo Ibarra. Vendrán a ganar. Porque si quieren estar entre los ocho primeros necesitan ganar desde el principio. Porque la semana que viene reciben a Inter.
Confianza
Confianza es la esperanza firme que se tiene de algo. Paciencia es la capacidad de soportar algo sin alterarse. Esas son cosas que va a necesitar Valdepeñas. Mucha paciencia y mucha confianza. Porque en el lugar donde seguramente Valdepeñas pase la temporada, las condiciones de vida no son fáciles. En ese lugar se pasa mucho frío. Allí se pierde mucho y se gana muy poco. Allí vivieron durante la temporada pasada Levante, Segovia, Industrias, Peñíscola y Ferrol. Y no lo pasaron nada bien. Porque nadie logró ganar más de dos partidos seguidos en toda la temporada. Nadie. Algunos vivieron vueltas enteras con solo dos victorias, con 10 derrotas. Algunos soportaron rachas de seis, de ocho, hasta de 11 jornadas seguidas sin ganar. Eso son cuatro largos meses. Y todos sobrevivieron. Todos salvaron la categoría. Hasta Ferrol la salvó. Y eso que no ganó un solo partido hasta enero. Y eso que estuvo las primeras 18 jornadas sin ganar, perdiendo 14 partidos. Así se vive en la parte media baja de la clasificación de la Primera División. Y se sobrevive. Sí. Con paciencia y confianza.
El sueño de un pueblo se va a cumplir. Ya no hay marcha atrás. Lo llevan deseando desde la tarde de Antequera. Lo llevan esperando desde que acabó el partido de Manzanares. A ilusión no les gana nadie. Una caravana de coches y autobuses irán desde Valdepeñas a Ciudad Real. Para vivir el partido más importante de la historia del club. Para disfrutarlo. Para no dejar nunca solo al equipo. Sin rendirse nunca. Porque costó mucho llegar a este partido. Los jugadores lo saben bien y se van a dejar el alma. Están deseando dejársela. Están deseando gritar los goles y enloquecer frente a la grada. Todos juntos. Siempre juntos.