La capital ciudarrealeña cuenta desde hace un mes con un novedoso espacio multidisciplinar, que permite facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral y el bienestar de las familias desde una perspectiva sostenible.
Se trata del proyecto Co-Herencia, impulsado por María Ciudad -freelance y traductora-, María Herencia -educadora social-, y María Jesús de los Reyes -asesora de imagen-, que vieron en sus propias necesidades personales y profesionales una oportunidad de negocio basada en el trabajo colaborativo.
Bajo el lema de que “otro mundo es necesario, y lo que es necesario es posible, y lo que es posible tiene que hacerse real”, defienden la ecocrianza, el co-working y la moda sostenible, con el fin de dejar un medio ambiente más sano a las futuras generaciones.
Ofrecen servicios para poder conciliar, actividades de animación infantil para colegios, instituciones y colectivos particulares, además de promover el coworking (trabajo colaborativo) y alternativas de consumo más éticas.
“Es un intercambio de experiencias, explica Ciudad, como nueva forma de ver la vida para no malgastar los recursos”, en el marco de “un compromiso con el presente, sin comprometer el futuro”.
‘Co-Herencia’ está ubicada en el número 3 de la céntrica calle María Cristina y reúne un amplio espacio, en el que además de que los padres pueden trabajar junto a sus hijos y de la realización de actividades infantiles, hay un showroom, es decir, una zona con un muestrario de prendas seleccionadas a través de criterios de sostenibilidad.
“Es un intercambio de consumo más ético” dentro de la llamada economía circular que aboga por la reutilización y el reciclaje de distintos materiales, con una selección de prendas de temporadas pasadas de varias marcas (algunas muy conocidas), como “una manera de concienciar de que la urgencia que nos intentan transmitir desde la industria textil, no es tal”.
Tampoco es casual la ubicación del local, en un edificio cuya fachada está protegida como bien de interés cultural, pues “defendemos el patrimonio artístico como parte de la herencia del futuro”, un acervo “irremplazable”, que “se va abandonando” en muchas ciudades.