De una mala nueva comunicada en tres segundos, que se convirtieron en infinitos porque continúa el pesar, surgieron los trabajos pictóricos que Adela Camacho exhibe desde este viernes en la Galería Beatriz Álvarez, sita en la calle Galicia 16, del barrio de Los Ángeles.
Son varias las series en acuarela las que conforman esta exposición denominada ‘Tres segundos infinitos’ en la que aparecen mujeres metamorfoseadas por “las imposiciones sociales y de ellas mismas. Ellas se las imponen también. Le crece, por ejemplo, la mano, se convierte en una espumadera y dice ‘Ah, mira qué bien, ya la tengo’. Ellas mismas también se lo imponen, ahí está el problema”, señala la artista.
En la serie ‘Autorretratos de las no remuneradas’, están la mujer fregadero, la que limpia el váter, la mujer sumidero, la que hace la caldereta, a la que ya se le han convertido las manos en un cacillo y un tenedor o la que cuyo cuerpo se ha prolongado en un libro, aunque también están la que tiene tres tetas para amamantar y no tiene cabeza o las que tienen un gran agujero en el cráneo mostrando el hueco donde está el problema, el cual “te lo quitas”.
Pero también puede pasar como en ‘Fragmentos de lo que no se dice’ que a la mujer le crezca una corona de dientes porque “ella se calla y al final las cosas te salen por donde sea” o que la barriga de la protagonista se convierta en una especie de vitrocerámica con una mano que se transforma en espumadera y la otra en tenedor porque “siempre está en la cocina”.
Como todo lo ocupan las responsabilidades, el moño puede hacer las veces de un capullo de gusano como “un escondite perfecto” para el bebé y también, en esa identidad en tránsito, están la mujer a la que le salen cactus con pinchos en la testa para luchar, así como las mujeres fregona, es decir, una fregona cuyo mocho está formado por mujeres que “friegan con sus cuerpos”.
Otra de las series es ‘Terminaciones nerviosas’, con una obra que refleja el mes en el que la autora estuvo bebiendo vino tras recibir la mala nueva y una mano se le convirtió en abridor y la otra en botella; una segunda pieza que refleja lo que ocurre “cuando no quieres ver las cosas, que aunque te cortes la cabeza por los ojos”, éstos están dentro de tu cerebro, sigues viendo lo que no quieres ver incluso llegando a ser una obsesión; y una tercera dedicada al helicobacter pylori, una bacteria que le recorrió el cuerpo. “De tanto estrés, caí mala del susto por la mala nueva”, describe.
A lo largo de un mes, se puede presenciar en la galería de arte Beatriz Álvarez la muestra ‘Tres segundos infinitos’, integrada por sesenta y tres cuadros y en cuyo cartel aparece ‘La Novia’, que tiene un guante para fregar en su única mano ya que “sólo le hace falta una mano para fregar” y en la cabeza lleva el velo porque “al marido tampoco le interesa que tenga cabeza”, obra de la serie ‘Metamorfosis’ y a la que acompañan la mujer convertida en mantel con el plato y el vaso, y otra en la que plasma el renacimiento de una mujer a la que se le muere lo que le lleva a las imposiciones, que echa raíces y vuelve a florecer.
