La historia de Amelia Tiganus como víctima de la prostitución es la de “muchas otras mujeres, pero ni de lejos es de las más dramáticas, horrendas y crueles”, ya que cada vez los puteros exigen “prácticas más denigrantes, violentas y humillantes”.
Protagonista y coguionista del cómic ‘Amelia. Historia de una lucha’, publicado por Serendipia y presentado este miércoles en el Museo del Quijote, Tiganus subrayó que “hacen falta políticas públicas de protección y reparación a las mujeres víctimas de la prostitución” y que “se multe a los puteros”.
Se ponen multas si no llevas mascarilla por motivos de salud pública y hace unos años se prohibió fumar dentro de los bares y si no se recibía una sanción, puso como ejemplos Tiganus, que resaltó que el daño que sufren las víctimas de la prostitución no se corresponde con “conceptos en abstracto como trata, explotación o trabajo sexual”, sino que “quienes nos enferman son los puteros y sus prácticas”, con lo que “qué menos que sean multados”.
Natural de Rumanía y residente en el País Vasco, aseguró que cuando le propusieron esta iniciativa en la que se narra su historia como víctima de la explotación sexual no se lo tomó muy en serio, no se veía como protagonista de un cómic, pero terminó convenciéndola el objetivo de que sirva como herramienta para sensibilizar a jóvenes, adolescentes y preadolescentes como “material para trabajar” con ellos.

Se trata de “cultura” y de “llegar de otra manera” como un instrumento más, al que deben poner más recursos las instituciones, para desincentivar la demanda, al tiempo que con ello se trata de “humanizar a las mujeres porque es tal la deshumanización” que sufren las víctimas de esta explotación que “no empatizamos cuando, por ejemplo, asesinan a una prostituta”, ya que “no es considerada una mujer, hasta ahí llega la deshumanización y despersonalización”.
Tiganus, que elogió a la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, por declararse feminista y abolicionista de la prostitución y subrayó que “se necesitan más hombres y mujeres en la política que se posicionen del lado de una lucha justa y noble que tiene que ver con el buen trato, justicia y qué tipo de sociedad queremos dejar”, subrayó que esta lucha afecta a las mujeres, pero también a los hombres más jóvenes expuestos a la pornografía, “una industria criminal que tiene gran interés en fabricar putas a través del empobrecimiento y la violencia sexual”, pero también de “fabricar puteros” para que haya demanda y de esa manera “seguir llenándose los bolsillos” convirtiendo “a los chicos jóvenes en agresores sexuales”.

En la elaboración de este cómic, “hemos sido un dream team, las piezas han encajado de maravilla”, afirmó Tiganus, que aseguró haberse sentido “muy arropada” sabiendo que “todo el equipo era consciente de lo que suponía esto para mí”. La dura experiencia de su paso por la prostitución, desde los 18 a los 23 años, le había producido una “desconexión emocional” de la que está tratando de recuperarse con terapias. “Me estoy conectando a la vida y es muy jodido volver a empezar a sentir. Has normalizado la violencia, dejado de sentir y, de repente, me siento abrumada por las emociones, sensaciones y el descubrimiento de olores y sabores que no recordaba que existían. En ese proceso estoy”, comentó Tiganus, que indicó que, “igual de niña lloraba”, pero no se acordaba de hacerlo, y ahora a veces se pasa dos o tres días llorando, algo que antes no podía hacer porque se sentía en ese sentido como “capada” emocionalmente.
La protagonista de ‘Amelia. Historia de una lucha’ felicitó a Roberto García por unas ilustraciones en las que se vio reconocida y le produjeron un “fuerte impacto”, en especial dos: “la de la primera noche en el prostíbulo cuando se acaba la fiesta de los puteros que se encuentran en un oasis haciendo lo que no pueden hacer en otro lugar porque les denunciarían por acoso sexual” y ver la realidad de mujeres de 18 años que no sólo sufren agresiones sino que se les priva por pobreza de vivir de otra manera su juventud; y la correspondiente con la concesión de su primera entrevista ante la que tenía pánico, el cual afrontó poniéndose su “vestido más folclórico y tacones” y saliendo como “una triunfadora” cuando en realidad fue una manera de esconder el miedo y poder enfrentar la mirada tirando para adelante ante su decisión de no querer seguir callando, aunque, subrayó, hay que comprender que el dolor es tan grande que “hay mujeres que no pueden hablar y no recuerdan y no quieren recordar nada tampoco”.
Así mismo, destacó la tranquilidad de haberse estado acompañada por Alicia Palmer en la creación del guión ya que “sabía que lo que pasara por su mano y mirada iba a acariciarme el alma” y resaltó que los beneficios de derechos como autoras del cómic irán destinados a la asociación Emargi -‘Mujer de luz’ en euskera- que ha creado encaminada no tanto a un trabajo asistencialista de las mujeres en prostitución supervivientes sino “de empoderamiento para convertir a las mujeres en sujetos políticos no sólo en supervivientes”.