Así lo estima Ana Cortijo, presidenta de la Fundación Paco y Lola Cortijo, quien participó este miércoles en las Jornadas que la Facultad de Letras dedica al autor natural de Arroba de los Montes. En su intervención, comentó cómo Ortega creó el primer grupo de Estampa Popular en Madrid en 1959, “pero poco después se tuvo que exiliar a Francia, donde busca artistas españoles exiliados y los primeros que conoce son andaluces, en concreto, mis padres”.
“Les cuenta la idea, les enseña a grabar el linóleo y se crea el primer grupo, después del de Madrid, de Estampa Popular: el grupo Sevilla”, indicó Cortijo, que resaltó que “uno de los objetivos del ideario de Estampa Popular era luchar contra la dictadura desde dentro del país”. Así, sus padres regresaron a Sevilla, “al barrio más pobre del país, Los Pajaritos, donde empezaron a trabajar con algunos amigos y desarrollan toda esa labor”.
Su trabajo contagió a otro grupo de artistas cordobeses y se creó el grupo Córdoba, apuntó Cortijo, que resaltó que, poco a poco, se fueron formando grupos de Estampa Popular por toda España, entre otros, los del País Vasco, Galicia, Barcelona, Valencia y Tortosa.

“Una cosa muy importante es que los artistas que participaron en Estampa Popular luego fueron los grandes artistas de vanguardia de los años sesenta y setenta en España. Cada uno hacía su obra, por ejemplo los catalanes eran informalistas, abstractos, se metieron en Estampa Popular siguiendo el imaginario e ideario de Ortega e hicieron imágenes realistas de protesta, al tiempo que continuaban haciendo su obra abstracta, siendo muchos de ellos los que actualmente están en el Reina Sofía”.
La obra de Estampa, realista y de denuncia, lo que busca es poner de manifiesto las condiciones de la clase obrera en España, cómo vive, que se le muestre a la sociedad, y, por otra parte, tratar de sensibilizar a la propia clase obrera de cuáles son sus condiciones de vida. A este respecto, “Ortega quería que las exposiciones de la obra de Estampa se hicieran en los barrios, en las fábricas, dieran pie a hablar con la clase obrera” de su situación.
“Luego traspasaron eso, porque expusieron en muchas galerías, a nivel internacional también”, comentó Cortijo sobre la trayectoria de Estampa Popular que va del 59 con el Grupo de Madrid y dura hasta la llegada de la democracia, siendo su última exposición en 1981 en Madrid, organizada por la Diputación y el Ayuntamiento de Madrid con Tierno Galván como alcalde.
Ortega fue “un sembrador de libertades, un señor con una gran determinación e idea muy clara de cómo debíamos de vivir, un gran activista que pensaba que los artistas también son trabajadores y que había que colaborar en la lucha contra el franquismo y hacerlo desde España. Igual que los mineros y estudiantes sufrían las consecuencias de la dictadura dentro del país, los artistas debían estar a su lado”, sostuvo Cortijo, que recordó que la estampa es “tradicional en la historia del arte en España, siempre se ha trabajado. Es la reproducción a partir de una matriz, de una imagen que tallas o grabas en una superficie, en una plancha, entintas, colocas un papel y presionas con distintos métodos y pasa el dibujo al papel. La estampa siempre se ha utilizado en España como herramienta de contestación popular. Hay muchas estampas anónimas y, por ejemplo, los grabados de Goya son estampas que hablan también de las condiciones de vida en la España del momento”.

Por otra parte, las jornadas contaron también con la participación del maestro e investigador predoctoral de la UCLM, Adrián Navas Berbel, que realizó una aproximación a la comarca de Los Montes de donde procede Ortega, describiendo el medio físico y natural, biodiversidad y riqueza natural de un entorno afectado, a su vez, por la despoblación. En el encuentro, se habló de cuestiones como que el mensaje reivindicativo de su obra, que entronca con la actividad agraria, sigue vigente ante las actuales preocupaciones del sector, por ejemplo, por cuestiones como los precios bajos que reciben los productores o los aranceles de otros países.