Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991) narró su infancia y sus recuerdos en una novela autobiográfica ficcionada que resultó rápida, ágil y con un estilo particular reconocible cuando la leemos en su columna de los fines de semana en El País. Y aquella novela llamada ‘Feria’, acompañada de un discurso viral en la Moncloa en presencia de Pedro Sánchez, le cambiaron la vida.
La periodista criptanense es madre de dos hijos y ha abanderado una crítica cada vez más frecuente en su generación. Para la escritora, serán la primera que vivirá -generalmente- peor que sus padres.
Sus opiniones polémicas, la oda a la familia que fue ‘Feria’ y su defensa de la natalidad o su creencia en Dios han suscitado mucha polémica. Abiertamente de izquierdas, Simón ha estado en el foco durante muchos meses, tanto desde el punto de vista social como del político. Para unos, es una rojiparda. Para otros, una comunista.
Lo cierto es que su figura y su novela han llenado páginas y páginas de columnas e hilos de Twitter. Tanto que llegó a tener un artículo hablando sobre ella en la portada del New York Times.
‘¿Y si fuera feria cada día?’ (Lumen, 2023) es el debut de Ana Iris Simón en el universo de los cuentos infantiles. Para su realización, ha estado acompañada de la artista e ilustradora Coco Dávez.
En él se narra la historia de Carolina, una niña de 7 años que vive en la imaginaria región de La Sancha. Un día le pide el deseo de que sea feria todos los días a la bruja de la atracción, y se lo concede. A partir de ahí surgen varias peripecias y una moraleja de lo que puede pasar si se vive en una feria perpetua.
P.- ¿Son las ferias un resquicio de una vida que ya fue?
R.- Puede ser. Forman parte de una vida más física y menos digital, que no se vive detrás de una pantalla. De los sentidos, de los olores, los neones y del dinero en metálico. Cuando era niña los parques de bolas estaban muy de moda y ahora los nenes andan detrás de los teléfonos.
En cierto modo sí que representan casi algo retro o antiguo en el mejor sentido.
P.- A Carolina se le cumple el deseo en el cuento. ¿Qué tiene la niña Carolina de Ana Iris?
R.- Supongo que tiene algo, pero la niña Carolina existe y se llama de igual forma. Es mi prima. Tengo mucho, mucha, relación con ella y me veo muy identificada porque nos parecemos en algunas cosas. Es una niña maravillosa y ya participó en ‘Feria’ haciendo los dibujos que salían en el libro.
P.- Con tanta diferencia de edad será usted referente para ella.
R.- En realidad es la hija de mi prima, de ahí la diferencia de edad. Ojalá ser un referente para Carolina. Qué presión, ¿no? No hay más responsabilidad que cuando un niño te está mirando y aprendiendo de lo que tú haces. Qué miedo.
P.- El cuento tiene una moraleja final que resulta en una crítica al poder. Casi parece más para adultos que para niños. ¿De dónde sale eso?
R.- Esa metáfora la comenté con mi pareja y con mis padres. Y tuvimos debate porque el alcalde suele ser el poder más cercano al pueblo, más vinculado a la tierra y a los vecinos.
He conocido alcaldes buenísimos, empezando por el de mi pueblo, y creo que España está llena de alcaldes de maravillosos con vocación, pero he conocido otros terribles que son unos caciques. Y por ahí va la crítica que, en definitiva, se dirige al poder y en este caso tenía sentido que fuera el alcalde.

P.- Es el alcalde, pero podría haber sido cualquier representante del poder.
R.- Eso es. Las élites muchas veces viven en su burbuja y se quedan por detrás, sin llegar a estar a la altura del pueblo.
P.- Para la elaboración del cuento ha contado con la ilustradora Coco Dávez. Son de la misma generación y he escuchado que ambas dicen que son “almas gemelas”. ¿Por qué Dávez? ¿Qué une a Ana Iris Simón y Coco Dávez?
R.- Tenía claro que quería contar con Coco para ‘¿Y si fuera feria cada día?’ Me gusta mucho su estilo, los colores que utiliza, muchos primarios… El proceso ha sido muy fácil. Le pasé la historia y ella hizo lo que quiso, y lo hizo muy bien. Nos une que tenemos vidas paralelas. Padres jóvenes y divorciados, su hermana tiene la misma edad que mi hermano, etc.
Y, además, a mí me habla de Coco mi editora de Círculo de Tiza, Eva Navarro -a quien está dedicado el cuento- y me dijo: “Tienes que conocerla, es como tú, un ser intermedio” (ríe). Le hago mucho caso a todo lo que me dice Eva, que es para mí una maestra.
P.- Después de unos años con un revuelo mediático relevante, tanto por su obra como por sus columnas en El País. Dos hijos, varios trending topic y un bestseller después, parece que está un poco más alejada del foco y más tranquila. ¿Está viviendo su ‘Feria’ particular?
R.- Creo que un poco sí, la verdad. Uno no puede ser trending topic todos los días como me tocaba a mí con las primeras columnas o cuando llevaban mi libro al Congreso y hablaban de él.
“Un problema que se acaba cuando apagas el móvil no es un problema real”
P.- ¿Qué tal ha manejado las críticas y esa ferocidad de ciertos altavoces de ambos lados del espectro político?
R.- No me afectaron tanto porque a la vez estaba siendo madre primeriza. Estaba teniendo un bebé recién nacido cuando me estaban dando la castaña por Twitter. Un proceso opacó a otro, y gracias a Dios, eh (ríe). Un problema que se acaba cuando apagas el móvil no es un problema real. Aunque si no hubiera tenido esa situación quizás me habrían afectado mucho más.
P.- La sociedad vive muy centrada en las redes y se olvida de la vida real.
R.- Por eso se agradece estar fuera del foco, aunque también tiene mucho de bueno. Lo cierto es que fuera de las redes también hay vida, eh. De hecho, esa es la vida. Debo decir que tuve mucha gente detrás, compañeros periodistas, gente del ámbito cultural, etc. que leyó mi libro y me trató con mucho cariño.
Además, tuve mucho trajín. Viajé por toda España y experimenté sensaciones muy bonitas. Eso sí, iba con el crío a todos sitios como si fuera Evita Perón (ríe).

P.- Hubo una época en la que hablar de Ana Iris Simón o de ‘Feria’ era sinónimo de polémica. ¿No le resultaba agotador ver su nombre en todas partes? Más allá de cómo le afectara.
R.- Era terrible. Entraba a Twitter y no hacía ni scroll. Mi nombre estaba ahí cada dos por tres. Ahora estoy más tranquila y agradezco estar fuera del foco. Ojo, que en el foco no todo es malo. Aunque es cierto que la parte mala viene cuando mucha gente opina casi de cada coma que ponía, de cada opinión…Todo lo que hacía estaba sometido a un escrutinio brutal.
P.- ¿Qué le trae a la mente aquella vorágine?
R.- Me trae mi primera Feria del Libro, me trae muchos viajes, muchos momentos que nunca había imaginado… Es el contrapunto cuando saltas a la vida pública. Tuve el cariño y la alegría de mucha gente, lo cual es precioso.
P.- Después del lanzamiento de ‘Y si fuera feria cada día’, ¿va a volver a escribir una novela?
R.- Sí. De hecho, estoy en pleno proceso. Ahora me voy una semana al sitio donde se ambienta el libro, con el otro bebé a cuestas (ríe).
P.- ¿Qué tal se relacionan la literatura y la vida de una escritora con ser madre de dos niños?
R.- Mal, mal (ríe). Llevo fatal no tener tiempo para leer. Ahora, eso sí, leo muchos cuentos. Lo cierto es que cuando tienes hijos, hay menos tiempo. Pero oye, el mundo de los cuentos infantiles es fascinante. Ideas brillantes y que ayudan a configurar la visión del mundo de un niño, que les hace reír, emocionarse…
P.- Sabe usted que ese libro va a ser examinado con lupa. ¿Lo veremos en el Congreso del brazo de cualquier diputado?
R.- Ya sé que me van a dar en todos lados. Sé quién me va a decir que todo está fatal, sé quién se va a quedar con la mitad… El otro día publicaba Julio Llorente en Vox Pópuli un artículo sobre la nostalgia y en la foto de portada salían Jorge Javier Vázquez y Santiago Abascal con ‘Feria’.
P.- Las dos Españas.
R.- Y a mí me encanta que ‘Feria’ les guste a ambos. Más allá de las trifulcas que se protagonicen en las tertulias, los jaleos en las urnas… Me alegra saber que hay cosas prepolíticas que nos unen, como es la literatura, algo transversal.

P.- Me decía el otro día Fernández Úbeda, manchego también, que los manchegos son de paso corto y mirada larga. ¿Cree que los manchegos tienen una forma suya de ver la vida?
R.- Las raíces nos determinan. Cada tierra tiene sus peculiaridades. A mí las raíces me marcan la forma de escribir y de afrontar mi día a día. Y ojalá no se pierda con la globalización y la homogeneización de la sociedad.
Veo a mis primos pequeños y sonrío, porque siguen siendo igual de cafres que antes, en el buen sentido, y hablan como sus abuelos, aunque sea de manera folclórica.
P.- ¿A qué aspira en la vida?
R.- Vivía recientemente el entierro del padre de un amigo y reflexionaba sobre esto. Siempre que muere alguien cercano, piensas en la posible muerte de todos tus seres queridos. Te enfrentas a esa muerte y al miedo de las siguientes.
Creo que aspiro a pasar el triple filtro socrático: a hacer cosas buenas, bellas y verdaderas. Y que los niños que me miran, que son mis hijos y que también es mi prima Carolina, por ejemplo, sientan orgullo y crean que soy un buen espejo en el que puedan mirarse.