Lo lleva fatal y se le está haciendo “larguísimo” porque tenía un montón de ‘bolos’ programados desde marzo y para los próximos meses con su grupo Ares, pero la alegría “no nos lo quita nadie”, así que todos los días del confinamiento, a las ocho, saca el megáfono y, tras amagar con ser el tapicero y arreglar ‘sillas, tresillos, mecedoras y descalzadoras’, ‘pasa lista’ para que nadie se quede en casa y salga a la ventana o balcón a aplaudir.
Desde su terraza en la calle Castilla, la cantante Ana Rosa Escobar anima este encuentro entre residentes en el que se aplaude el esfuerzo de los profesionales sanitarios y se dan ánimos al resto de vecinos ante el prolongado ‘encierro’ en sus casas.
Además de tenerle el Real Madrid en seguimiento como prometedor jugador de fútbol, su hijo Javi, de ocho años, hace de dj y se encarga de las luces con unas cabezas robóticas con tanta marcha como Ana. “Dale caña”, le anima una joven desde el edificio de enfrente, y otros residentes salen con unos refrescos a pasar este ameno rato con sus vecinos en el que se rompen por unos minutos la quietud y silencio de las calles vacías.
Previamente, desde el Paseo Carlos Eraña sonaron varios temas de música cofrade en este Domingo de Ramos, arrancó el aplauso y Ana animó al abuelo del tercero, la niña del bajo y la señora del segundo a ser como el junco que, aunque se doble, siempre sigue en pie con el himno de esta cita ‘Resistiré’.
Hasta el autobús urbano, que pasó por Calos Eraña tocando a tope el claxon en señal de sumarse al reconocimiento, formó parte de este encuentro vecinal en el que participan ciudarrealeños de todas las edades, con especial atención a los niños a los que se dedican canciones.
El diálogo ‘Hola Don Pepito, hola Don José…’ de los ‘Payasos de la Tele’, se siguió al dedillo por parte de padres, madres, abuelos, primas e hijos, y Ana mostró cómo se bailan canciones, entre otras, como ‘Echa pallá todo lo malo’, de Mulato.
Con el ‘¡Qué viva España!’, de Manolo Escobar, culminó este domingo una esperanzadora y animada forma de asomarse al balcón, compartida con los vecinos del barrio, que sirve tanto de agradecimiento a los que siguen trabajando para acabar con la pandemia como a los que faciltan que sea lo más liviano posible el aislamiento en el hogar, y también para que los confinados, muchos de ellos niños, se entretengan y disfruten con una amena propuesta colectiva.