La pintura siempre ha formado parte de la vida del alcalzareño Ángel Vaquero. Recuerda pintar desde que tiene uso de razón, «mi madre ponía la mesa para comer y me gruñía porque siempre tenia un pincel o algo para pintar encima de la mesa” . La habilidad la tenía pero Vaquero considera que hay que formase y que él lo ha hecho donde le han dejado y ha podido, con enseñanza reglada y sin reglar.
Este artista prolífico y con una larga trayectoria, tiene más de 7.000 obras catalogadas y calcula que aún le falta más del doble por hacerlo, insiste en la importancia de que el artista tenga un leguaje propio que lo haga reconocible. «El mejor piropo que le pueden echar es no ver su firma y que reconozcas su obra», este lenguaje propio se va haciendo y es muy personal, opina, pero que es fácil porque lo vas haciendo poco a poco, lentamente. Explica en las épocas de formación que puedes hablar con lenguajes de diferentes formas e incluso te influye otra gente.
Empezó «como todo el mundo» cuando es pequeño, «pintando lo que ves, copiando láminas y cuando te regalan los óleos haces el clásico molino porque en tu casa gustaba». Pero que llega un momento que «eso ya no me convence y más que hubo una época que el pintar bien o dibujar bien ya no valía» pero considera que es fundamental estar bien formado y saber dibujar porque si sabes puedes no hacerlo o hacer lo que quieras. Pero si no sabes te puede funcionar un tiempo, pero luego «se queda cojo».
Una obra a caballo entre el paisaje y la figura
Paisaje y figuras son los dos grandes temas de su obra. El paisaje, le relaja, se encuentra cómodo pintándolo ya que interpreta lo que la naturaleza le dicta, siempre lo pinta del natural porque cuando se pone a pintar «tiene que hablarme». En cuanto a la figura «es más sutil, más loca, hay otra serie de elementos que hablan por si solos. La estructura es social unas veces, otras más decorativas, juego con muchos factores que me seducen, me gustan y quiero que sean así».
Los estilos son etiquetas para Vaquero pero se puede decir que el suyo es una «nueva figuración», porque en sus pinturas transforma la arquitectura de la figura, pero no se puede considerar abstracción aunque esta le gusta. De hecho en otra época, durante su formación practicó este estilo.
«La abstracción son muchas matemáticas y llega un momento que no me lo creo, no tiene sentido para mi y me costó más de un año estar sin hacer nada porque me dejó bloqueado. Luego tuve que empezar otra vez a dibujar normal y volví a coger el camino. Desde entonces no ha habido un día que al menos no haya hecho algo, de eso la magnitud de mi obra».
Se siente más cómodo con los materiales clásicos, sobre todo confiesa sentirse muy bien con el óleo, es al que más partido le saca, luego ha utilizado de todo, acuarela, grabado…confiesa que el acrílico no le va, no se siente bien con él porque seca enseguida.
Los azules y verdes que predomina su obra y le dan una aire onírico a sus escenas plagadas de figuras denudas y caballos, son de fabricación propia a base de una piedra que encuentra al norte de su pueblo. Las machaca y las mezcla con aceites y resinas.
«Cualquier cosa que tenga belleza» y le atraiga puede ser la base de una de sus obras. Desde una simple lata de refresco, sobre lapis specularis, conocido como espejuelo o trozos de cuero pueden ser la base donde Vaquero hace su magia. «Hasta cerámicas que he encontrado en el campo he utilizado».
Ahora esta trabajando en un proyecto junto a Amador Palacios en los que ilustra unos poemas sobre una cita de Apuleyo. «Las he interpretado en aguafuerte y van a salir de un momento a otro». Además está pendiente de poder realizar una exposición en Mérida.
Su obra
Su estudio y su casa están llenas de toda una vida dedicada a la pintura, desde las de gran formato a las que ocupan varios lienzos a modo de gran puzle que juntos hacen una única obra (tiene uno que son 360 porque es un paisaje visto en redondo) o pequeñas obras realizadas en los más variopintos materiales. Latas, piedras, metales, azulejos… Múltiples son los vehículos que utiliza este artista alcazareños para plasmar un lenguaje genuino que lo hace reconocible. Caballos, bañistas, paisajes de su tierra llenan las habitaciones y confieren a las estancias un aire mágico.
Polifacético ya que también tiene una dilatada muestra de carteles, grabados, e incluso sus dibujos ilustran las placas cerámica que hay en más de 100 calles de su pueblo con la historia de cada una de ellas y cuya serie se conoce como ‘La Ciudad que habla’.
Nunca sabes que vas a descubrir. Los cuadros propios se mezclan con los de multitud de artistas a los que admiran, unos contemporáneos y cercanos otros en su puro afán de su afición coleccionista. Ya que no sólo ha dedicado su vida a pintar sino también a adquirir obras de otros artistas teniendo una importante colección que abarca diversas épocas pictóricas como el Renacimiento o las vanguardias del siglo XX.
‘Mundo Roto’
Un ejemplo de la manera de entender la pintura de este artista es ‘Mundo roto’, una obra surgida en uno de sus viajes a África haciendo referencia a la inmigración y los problemas que tiene. «Esta hecho sobre una lata oxidada que encontré en Senegal y la tapadera de la lata me sedujo hacer media parte del mundo».
Un artista que podría haber estado en muchas partes y que sin embargo decidió volver a su pueblo, a sus raíces y seguir practicando su arte desde este punto del norte de la provincia de Ciudad Real. Un arte que para Vaquero ha cambiado ya que «antes tenías que estar en los núcleos centrales como podían ser Berlín o París, y ahora puedes estar creando en cualquier parte, porque aprietas un botón y la información viene sola».
