En la provincia de Ciudad Real apenas se cuentan con los dedos de las manos las mujeres rehaleras-perreras que existen. Ángela Ormeño, natural de Fernán Caballero, es una de ellas. Desde que tiene uso de razón recuerda salir de caza con su padre, conocido por todos como “Pancho”, que era perrero y dueño de una rehala.
“Desde muy joven empecé a ayudar en casa en las labores de limpieza y mantenimiento de los perros; con sólo 14 años ya dirigí mi primera rehala. Mi padre me enseñó todo lo que sé de este oficio que se aprende así, aquí no hay universidad que valga, la universidad es el campo”, explica.
Hoy por hoy, y cuando han pasado más de 30 años desde aquella primera vez, Ángela cuenta con dos rehalas, 70 perros cruce de razas de Mastín con Grifón y algo de Podenco, muy poco, que se les conoce como “perro travesado”.
“La rehala no da para vivir sólo para mantenerse”, añade esta apasionada de la caza quien explica que para el mantenimiento de sus perros cuenta con la ayuda de su marido y de su hija, en un trabajo diario que les roba mucho tiempo. Ellos echan muchas horas en la perrera y sólo el cariño de estos perros y salir con ellos al campo compensa estas obligaciones.
“Todos los días, antes y después de irnos a trabajar, limpiamos las naves y el patio de recreo donde están sueltos los perros, cumpliendo así unas estrictas órdenes de Sanidad. También les damos de comer, una alimentación basada, fuera de la temporada de caza, en carne destinada al consumo animal y, en plena temporada, con piensos de alta energía y carne”, añade esta joven rehalera.
Ángela se encarga también del entrenamiento de sus perros, del apareamiento para el renuevo y de instruir a los cachorros. Además, es la que guía el vehículo de los “animales vivos”.
Explica que no le ha resultado difícil abrirse camino en un mundo “casi” de hombres. “Mi padre era muy conocido y casi todos acudían a las monterías con sus hijos e hijas, por lo que casi todos nos conocemos. En el entorno en el que yo me muevo todos me conocen y me respetan aunque hay alguno, los menos, que les resulta un poco extraño ver a una mujer rehalera-perrera”.
Un futuro incierto
No sabe si hay futuro para su oficio. “Tenemos un problema grave con la gente joven. Es una pena que se esté generalizando entre la sociedad una opinión muy negativa de la caza cuando no hay mayor ecologista que un cazador”, añade Ángela Ormeño, quien lamenta que a los cazadores “se nos está acribillando”.
Esta situación es, a su juicio, especialmente grave aquí, en Castilla-La Mancha. “Ciudad Real es la reina de la caza, un gran potencial económico y de riqueza para muchos municipios que no sólo no se pone en valor sino que se destruye día tras día, poniendo trabas”. Así, lamenta la nueva ley de caza que va a aprobar, en breve, el Gobierno regional y que, explica, no gusta a nadie.
Motor económico de la provincia
Insiste en que en numerosos municipios de la provincia la caza es el único medio de vida para muchas familias, el principal motor económico de pueblos enteros, y que este “linchamiento” a los cazadores, y al sector en general, deriva de un profundo desconocimiento. “Yo les animaría a que pisaran el campo y vieran la realidad”, añade esta rehalera-perrera quien recalca también, por último, el valor de primer orden que tiene la caza como medio de conservación de la naturaleza.