Ángeles Álvarez, experta en políticas de igualdad, feminista y política socialista (sale del Congreso tras estas últimas elecciones generales, después de varias legislaturas como diputada por Madrid), ha defendido este miércoles en Ciudad Real los logros desde que se legisla para la igualdad y contra la violencia de género.
Ante lo que considera “ataque negacionista” que están recibiendo estas políticas públicas, ha contrapuesto datos: “Desde los años noventa, cuando se empezaron a contabilizar los asesinatos de mujeres por sus parejas, las muertes han descendido un 25%”.
Casas de acogida e Instituto de la Mujer
No solo la ley integral de 2004, “impulsada por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero”, ha recalcado, supuso un punto de inflexión, en los primeros años ochenta ya se crearon casas de acogida para víctimas de la, en su opinión, “mal llamada entonces violencia doméstica”, como la de Ciudad Real y otras.
El Instituto de la Mujer, primero nacional y luego reproducido por las comunidades autónomas, también ha sido otro hito para combatir el “androcentrismo de esta sociedad”.
Álvarez, que ha participado hoy en Ciudad Real en la jornada ‘Violencia de género: análisis y propuestas’, considera que la administración va por el camino correcto, pero no por inspiración divina, “la ley no es más que una consecuencia del aprendizaje”.

Ana Orantes, una de las 91 asesinadas en 1997
En España todos recordamos el terrible asesinato de Ana Orantes, en 1997, tras acudir a un programa de televisión a contar su caso de malos tratos, crimen clave en la reacción social e institucional. Su caso hizo que empezara el registro de mujeres asesinadas, ¡91 ese año!. Y eso que solo se contaban las asesinadas dentro del matrimonio. En 2002 el Ministerio del Interior ya dio instrucciones para incluir las relaciones de pareja análogas al matrimonio como el noviazgo o la convivencia.
En estos veinte años también se han dado pasos para identificar quién es el victimario y quien la víctima. Bajo el concepto “violencia doméstica” en esos primeros años se incluía un rosario de conflictos familiares relacionados con la violencia intergeneracional, que tienen su propia respuesta penal, pero no con el género.
Denuncias porque la mujer no hacía la comida
Álvarez pone como ejemplo la primera vez que el Ayuntamiento de Madrid dio datos sobre personas que habían acudido a los servicios de atención a la violencia familiar que se creó en Madrid. “Hubo 45 denuncias de hombres, muchas de ellas porque su mujer no les hacía la comida o se negaba a tener relaciones sexuales. Los mandatos de género estaban tan interiorizados que no les parecía raro denunciar esto”.
El feminismo y la guerra de sexos
La ponente, que ha intervenido para profesionales del Ayuntamiento de Ciudad Real que trabajan en violencia machista, ha hecho hincapié en el androcentrismo, “desde el que se intenta generar el escenario de enfrentamiento entre sexos”. Algo falso en su opinión, “quien perpetúa la guerra entre hombres y mujeres no es el feminismo, al contrario el feminismo intenta acabar con la hegemonía de los valores masculinos en una sociedad en la que convivimos hombres y mujeres».