Cada vez es más habitual que las chicas ocupen los espacios que antes se reservaban sólo para los chicos -y viceversa-; por desconocimiento, por prejuicios, por falta de información, por cultura social…uno de esos gremios es el del arbitraje en el fútbol, donde ya se cuentan con referentes que sirven como espejo para quienes empiezan y aspiran con alcanzar lo más alto.
El pasado mes de agosto, el encuentro entre el Burgos y el Cartagena supuso un hito para la historia del fútbol español. A priori, el partido entre estos dos equipos debía haber sido uno más de cuantos se disputan en el fútbol profesional español, sin embargo, el nombre de Marta Huerta de Aza, hizo que los ojos mirasen al verde, para ver por primera vez a una mujer dirigir un encuentro de fútbol profesional, rompiendo todas las barreras que hasta entonces habían topado al arbitraje femenino.
Como árbitro asistente, en 2019 Guadalupe Porras irrumpía en Primera División; tres años después lo ha hecho Eliana Fernández y tras ellas, serán muchas más las que acaben llegando, no por una cuestión de género o de paridad en el deporte, sino por merecimiento y cualidades que quizás sean en ellas todavía más exigentes.
Árbitras, todavía una minoría en el fútbol
Ver a una chica dirigir un partido de fútbol todavía sigue siendo llamativo. En Castilla-La Mancha, de los más de 800 árbitros que forman parte de la Federación de Fútbol territorial, sólo el 7,6% del colectivo arbitral son mujeres.
Es cierto que cada vez son más, pero todavía cuesta mucho que las chicas den un paso para que quieran ser árbitros. Para entender esta situación, basta con equiparar el número de licencias de fútbol base que hay entre niños y niñas. El deporte femenino está creciendo en estos momentos, se ha normalizado como actividad extraescolar en esta generación, de ahí que todavía existan menos almas inquietas queriendo formar parte del colectivo encargado de impartir justicia.
Contar con grandes referentes en el fútbol femenino ha ayudado y mucho; tener también ejemplazos entre el colectivo arbitral como el de Marisa Villa de Puebla de Don Rodrigo, es un auténtico regalo para una Federación que quiere seguir abriendo sus puertas a las mujeres.
La ciudadrealeña fue la primera mujer asistente de fútbol profesional español. A lo largo de su carrera ha participado en grandes acontecimientos deportivos como los Juegos Olímpicos de Atenas, Pekín o Londres. En definitiva, ha conseguido llegar a lo más alto y brillar. Esa estela la siguen de cerca profesionales del arbitraje como la manzanareña Alicia Gamero.
Hay cantera en la provincia
Cuando salen publicadas las designaciones arbitrales cada semana, nombres como los de Ainara Palacios (14 años), Naiara Aloro (14 años), Isabel Romero (15 años), Lucía Donate (20 años) o Carmen Núñez (19 años), son el claro reflejo de que el futuro del arbitraje en Ciudad Real también pasa por las mujeres.
Lucía o Carmen, estudiantes universitarias, permanecen arbitrando en Segunda Autonómica; en una trayectoria en la que están llamadas a seguir subiendo peldaños.
Una de las colegiadas más veteranas de la región es Sara Gutiérrez (37 años), con escarapela FIFA desde la temporada 2023/2024 y una de las mejores del fútbol sala español. Ella sigue siendo el faro para muchas de las chicas que empiezan a dar pasos en el arbitraje.
Ver que son capaces de llegar a lo más alto es una motivación absoluta para no perder las ganas, en una profesión en la que además jamás favorecen los factores externos. Ser árbitro no es fácil, porque pase lo que pase, siempre habrá un equipo que pierda, una afición que busque culpables y unos protagonistas que traten de engañar para ser favorecidos.
De ahí, que el acompañamiento y la formación continua en el CTA es imprescindible para que el camino sea más transitable.
Desde la FFCM se felicitan del nivel del arbitraje castellanomanchego, comprendiendo que se está invirtiendo en tiempo y en entusiasmo para que cada vez sean más los representantes arbitrales de la región en las máximas categorías. Que entre ellos existan figuras femeninas, es una alegría doble, porque es la mejor forma de que lleguen nuevas chicas queriendo emprender ese mismo camino.
Lucía Donate ilusionada con el futuro más cercano
Una de las árbitras ciudadrealeñas llamadas a seguir subiendo peldaños es Lucía Donate. Como tantos otros compañeros, empezó de casualidad. «Empiezo porque me animó mi primo que llevaba unos años arbitrando. Fue el que me explicó cómo funcionaban los cursos preparatorios y el que despertó ese interés, motivado también en parte a la falta de árbitros, sobre todo chicas».
En pleno COVID, llegó esa formación online que acabaría cambiando el día a día de Donate. En su caso, el arbitraje no fue el paso que siguió después de jugar al fútbol, sino como parte de un deporte anclado en su familia. «En casa siempre hemos visto mucho fútbol y para mí ha sido un deporte con el que he crecido y que me ha llamado la atención desde muy pequeña».
Impartir justicia en un terreno de juego, confiesa, «es complicado, sobre todo, al principio. En los primeros partidos que te toca arbitrar te agobian un poco todas las cosas que tienes que ver y todos los factores externos que están ahí y de los que tienes que aislarte. Poco a poco, aprendes a gestionarlo y todo fluye mucho mejor, te sientes mucho más cómoda en el terreno de juego y te sientes parte activa de los partidos».
Si tuviese que sacar tarjeta amarilla, sería para muchos de esos padres que se olvidan de que lo principal en el deporte base es el aprendizaje. «Los niños son buenísimos. Si se dan una patada, van rápido a darse la mano y a pedirse perdón, pero es verdad que en muchas ocasiones te encuentras con padres que desde la grada incitan a devolverla, muy lejos de esa deportividad que se debe esperar en estas categorías».
Para prepararse ante la presión del graderío, desde la Federación de Fútbol de Castilla-La Mancha se imparten talleres de apoyo psicológico. «Para las árbitras, la Federación suele organizar jornadas de convivencia en la residencia de Alcázar de San Juan y son muy buenas. Contamos con una psicóloga, con la que tenemos durante la temporada sesiones con videollamadas y nos ayuda mucho en toda la gestión de emociones y de todo lo que luego nos encontramos en los campos de fútbol».
Su objetivo es «seguir aprendiendo, seguir estudiando mucho y a poder ser, ir subiendo de categorías». Conseguirlo pasa por la formación y el entrenamiento permanente. «No es fácil, pero eso también es una motivación. Al final, cuando quieres seguir dando pasos, tienes que concienciarte de que tienes que compaginar con la universidad, tienes que renunciar a muchos planes con la familia y los amigos, sabes que los fines de semana son casi exclusivos para esto, pero es algo que elegimos y que también nos regala muchos momentos bonitos».
A sus 20 años recién cumplidos, Lucía sigue los pasos de otras grandes referentes femeninas en el arbitraje. «De todos los árbitros intento sacar alguna cosita. Me fijo en el trabajo que hacen mis compañeros para seguir mejorando».
Este fin de semana le tocará volver a subir en el coche para recorrer la provincia; campo a campo, partido a partido, para disfrutar del arbitraje y de esa forma de vida que se prolonga más allá de los 90 minutos de un encuentro.
