Podría perfectamente haber nacido en la Isla de Pascua y haber esculpido moáis o en el África negra con sus figuras esquemáticas y totémicas, pero es de Ciudad Real, su obra primitivista y cosmopolita gusta y mucho a ambos lados del Atlántico, se ha llevado el XXIX Premio López-Villaseñor de Artes Plásticas y en su producción creativa, con referentes como el arte callejero, Basquiat y Keith Haring, está de forma permanente una temática social no exenta de crítica al plasmar en muchas ocasiones “grupos sociales muy bien organizados”.
A mediados de diciembre, presumiblemente el viernes 18, recogerá el Primer Premio del López-Villaseñor por la obra, de dos metros por uno ochenta, ‘Get into the groove’, título que es una invitación a ‘meterse en su locura’, en su “argumento”, a sumergirse atraídos desde lejos por el color y las figuras en una composición que, en realidad, es una “crónica social” de una ciudad, donde “conviven personajes de distintas razas, signos, religiones y clases sociales, con sus diferentes problemas a nivel económico”.
Se trata de “un espejo de la sociedad” con unos personajes que viven de una forma “plácida y agradable”, mientras que otros lo hacen “un poco más limitados”. Unos dependen de otros, y hay personajes en escaleras con una posición prominente o que se estiran relajadamente frente a otros que están atados, inmovilizados por anillos y enlazados en redes que nos les permiten casi moverse y en otros casos expresarse, hablar, “silenciados”. También están los que sumidos en la incertidumbre y desesperación alzan los brazos en una espiral de abismo.
Iconos de fertilidad, animales que simbolizan tierra, mar y aire, dos ojos como si fuera alguien que está detrás de todo ‘el tinglado’, ventanas de la ciudad, figuras adheridas como una lapa a otras y un fondo de tierras como base sobre la que se alza la escena de la polis aparecen en un cuadro lleno de personajes y cada uno con su propia personalidad, a veces “chocando frontalmente con el de al lado”. “Al final estamos hablando de convivencias, de tipos de vida diferentes”, una convivencia en la que afloran “todas estas personalidades, dificultades y variantes que hacen que todos seamos un todo”.
Captado el espectador por colores potentes y muy vivos, la propuesta es aproximarse y zambullirse en la trama: “Métete aquí y guioniza tu propia historia. Imagínate todo eso y crea tu versión de la ciudad, de las vidas de estos personajes”, comenta Joaquín Barón que, al ser perfectamente reconocible su estilo por público y crítica, ya no firma sus obras.
“Muy alegórica y simbólica”, ‘Get into the groove’ es una obra “completamente espontánea. Sin ningún tipo de idea, empiezo a dibujar y pintar directamente con el óleo y el acrílico y a dejar que el cuadro vaya emergiendo”, indica Barón, que reconoce que, a diferencia de la reciente serie anterior ‘Imagina’ que expuso en la Galería Marlborough de Barcelona, “la paleta de colores es mucho más amplia, con algunos que no he metido casi nunca como verdes tan claros, rosas,…, en una combinación cromática casi fauvista, sin ningún tipo de orden”, estando los personajes ya no sólo definidos por gestos sino también por colores.
A la par que el Certamen
Con cincuenta años de edad, cumpleaños de medio siglo de vida que no pudo celebrar como hubiese imaginado debido a la pandemia, por fin ha ganado el certamen de su ciudad al que se ha presentado en varias ocasiones y cuya trayectoria ha sido paralela a su crecimiento profesional como artista. “El Premio Villaseñor tiene veintinueve años y yo llevo profesionalmente pintando treinta. En el ‘Villaseñor Uno’”, la primera edición, ya le seleccionaron; luego logró el ‘Cuarto Premio’, el de la Diputación; más tarde, en 2001, se alzó con el Segundo; y ahora el Primero. “No ha sido fácil, he tenido que empezar desde abajo y han pasado veintinueve años entre medias”, resume un creador al que le parece “muy bonito” ser galardonado “donde ha nacido y ser de alguna manera reconocido en mi ciudad”.
“Es como si de pronto te dicen ‘oye a lo mejor estás haciendo las cosas medio bien’, y si eso te lo dicen en tu ciudad la satisfacción se multiplica por muchas más sensaciones”, aprecia Barón, que da la “enhorabuena al concurso porque se ha atrevido” no sólo a dar el Primer Premio a un ciudarrealeño sino también el Tercero a Paco Gálvez, “artista de la ciudad que tiene una obra maravillosa”, reconociendo con ello un talento y “una creatividad en Ciudad Real que no se valoran muchas veces”, además de galardonar con el Segundo a “una gran artista” de reconocido prestigio como la valenciana Carolina Ferrer.
Con muchos seguidores en EEUU y Latinoamérica, Barón, que actualmente reside y cuenta con su estudio en Madrid, tiene como objetivo exponer “de aquí a un par de años” en Miami y Nueva York, ya que su producción “está muy relacionada con lo que se expone allí”.