Obras preparadas explícitamente para su regreso a Ciudad Real y emblemáticas piezas de otras exposiciones realizadas en los últimos años y que han estado rotando por el país conforman la muestra ‘Cinco punto cero’ que el artista manchego Joaquín Barón inaugura este viernes, a las 20 horas, en el Museo López-Villaseñor.
Cuando alcanzó los cuarenta años de edad, Barón lo celebró compartiendo propuesta expositiva, también en el Villaseñor, con Eduardo Barco y José Luis Pastor, y ahora, al traspasar los cincuenta, ofrece en solitario una amplia selección de piezas, hasta ciento treinta y buena parte de ellas de grandes dimensiones, en tres salas del Museo.
Icónica, simbólica, étnica y muy colorista, así como con un marcado componente social incidiendo en las desigualdades e injusticias, su producción artística regresa “a casa” con esta exposición integrada por setenta cuadros, cuarenta esculturas y unos veinte dibujos.
En la primera sala, el visitante se encuentra con la explosión de color de unos cuadros protagonizados por multitud de personajes compactados, “casi sin oxígeno”, transmitiendo la desazón por la falta de espacio y oportunidades. Entre las obras, está, por ejemplo ‘Social No Fantasy’, cuadríptico cuyo título alude a que “no vivimos en una fantasía idílica sino que estamos en una ‘no social fantasía’, en una sociedad dramática”. A este respecto, hay personajes que viven “muy cómodos en sillones” y otros tienen que mitigar el frío en la calle al calor de bidones con leña.
Colores “base” como azules y rojos en lienzos en liso, “jugando directamente con la tela”, predominan en esta primera estancia, mientras que en la segunda las obras son en gran parte monocromáticas con fondos trabajados con base de papel, tinta y lápiz y en los que, si se aprecian de cerca los cuadros, se observan otros personajes. El horro vacui está aún presente en algunas de las obras de este segundo tránsito por la exposición, recorrido en el que el objetivo de la cámara va enfocando más a la persona en lugar del grupo, la masificación de la sociedad, individualizando la mirada.
Autores de la transvanguardia italiana como Mimmo Paladino se encuentran entre sus referentes, así como Keith Haring y Basquiat, a quienes homenajea en dos obras presentes en la segunda sala. En la de Keith, en respuesta a su interpretación del toro de Osborne, Barón envasa a sus características figuras en una botella de Coca-Cola, mientras que el tríptico en honor a Basquiat es la primera vez que lo expone completo, ilustra el catálogo de la exposición y está en conexión con la firma SAMO, ‘Same old shit’, ‘la misma vieja mierda de siempre’, refiriéndose a los desajustes y desigualdades sociales.
En esta segunda sala, incluye obras de telas ‘desnudas’, que no parten del blanco, convirtiéndose la imprimación en “parte del trabajo artístico”, a diferencia de las piezas de la tercera sala, en las que “pone en contexto” a los personajes en las composiciones incorporando aire, tierra y mar, así como el cosmos, y utiliza telas manchadas previamente de pintura.
De bronce, latón, acero forjado, hierro, escayola y madera son las esculturas de la muestra, que puede presenciarse hasta el 26 de octubre.