La Casa de la Ciencia en la que a menudo se convierte el Espacio Serendipia contó este miércoles con la participación de la psicóloga y antropóloga puertollanense Blanca Torres que disertó sobre la triada de lo bueno, lo bello y lo verdadero, en una estrecha conexión que nos lleva a pensar coaligados estos tres conceptos.
Más allá de la idea filosófica de relación entre la ética y la estética, “se ha comprobado en numerosos estudios que todos tenemos un poco ese sesgo cognitivo que nos hace ver a las personas más atractivas como más buenas e incluso más fiables”. Se trata de un ‘efecto halo’ consistente en que una única cualidad positiva nos hace pensar que la persona es buena en general, le atribuimos muchas más cualidades positivas. Por ejemplo, si la vemos bella creemos que también va a ser buena, inteligente, verdadera, simpática, agradable,…”
Este sesgo cognitivo es una tendencia de nuestro cerebro a filtrar la realidad y quedarnos solamente con algunas cosas. Es como un atajo, para “pensar más rápido, tomar decisiones de forma más rápida pero muchas veces erróneas”, indicó Torres, que resaltó que, en relación con otras culturas, también está este sesgo, no tanto en relación con la belleza, pero sí al asociar la fealdad con alguna falta moral, delito o incumplimiento de un tabú. Hay desviaciones de la norma estética como, por ejemplo, cicatrices o deformidades que se ven como un castigo y se vinculan con la maldad y el pecado. “Violas un tabú y eso tiene una repercusión que influye en tu estética, tu apariencia física y también en tu salud, y de ahí esta relación entre salud y belleza como un concepto casi ético”. Algo de lo que también hay ejemplos en occidente como la señal de Caín o en la literatura ‘El retrato de Dorian Gray’, de “cómo al ir comportándose mal se va afeando”.

La economía, así mismo, incide en gran medida en la posibilidad de usar el poder cautivante de la belleza, a la que se le atribuyen muchas otras cualidades. “Influye mucho tener dinero para estar bello y viceversa. Parece que a una persona bella es más fácil que le den puestos de trabajo en los que va a cobrar más y tenga más éxito económico, es algo que se va retroalimentando”, apreció Torres, que se refirió a las exigencias, con cánones cada vez más extremos, casi artificiales, que puede llevar la obsesión por determinados tipos de belleza con retoques en las fotos para transmitir supuestamente la perfección en redes como Instagram o en la realidad a través de la cirugía, sin obviar trastornos alimenticios derivados de la fijación por la apariencia.
El márketing usa el ‘efecto halo’ de este triple concepto de lo bello, bueno y verdadero que “llevamos grabados a fuego” y, en muchas ocasiones, también la política, ámbito en el que los ha habido y hay de todo tipo, pero “a los jovencitos se ha intentado buscarlos guapos”.
En el coloquio con los asistentes, salieron a relucir múltiples cuestiones, desde las dificultades para la inserción laboral si no se encaja en los cánones de belleza en muchos sectores, sin tener en cuenta otras muchas cualidades de profesionalidad y eficiencia, hasta cómo en clínicas estadounidenses, para bolsillos sumamente holgados, se pueden elegir bebés ‘a la carta’ con los rasgos preferidos por los padres en favor de una belleza ‘exitosa’.

