La comunidad británica que vive fuera del Reino Unido anda revuelta en esta semana de consumación del Brexit, la salida oficial de Gran Bretaña de la Unión Europea, un cambio que altera las relaciones políticas y económicas internacionales desde el 1 de febrero de este año pero que los ciudadanos no notarán hasta 2021.
La “broma”, para muchos, del referéndum de 2016, en el que por una mínima diferencia los ingleses votaron “sí” a salir de la Unión Europea, se vivió con distancia desde Ciudad Real, el lugar de trabajo y residencia de seis británicos que han participado en una entrevista colectiva para Lanzadigital.com en la academia Mega English.
Desde la complicidad que les da llevar décadas viviendo en España, sintiéndose cómodos en este país europeo, los pro ‘brexit’ y los partidarios del ‘remain’ (permanecer) apuntan a razones filosóficas y morales para irse de Europa o quedarse. Otra circunstancia común es que ninguno votó y ahora se lamentan (al menos los pro ‘remain’), que cargan contra políticos como Nigel Farage y Boris Johnson, “nuestro ‘miniTrump”, apunta Rachel Davy.
Valerie Noakes (Portsmonth, England) llegó a España en 1987, en principio a Madrid, conoció a su marido, de un pueblo próximo a Ciudad Real y se instaló en la capital. Lleva 33 años trabajando en España como profesora de inglés, buena parte de ellos sin votar ni aquí ni allí.
Tampoco lo hizo el 23 de junio de 2016 en el referéndum del Brexit, ni siquiera lo creyó necesario porque reconoce que no esperaba que ganase esa opción, “salió Brexit por una mayoría muy pequeña; la campaña del ‘brexit’ no fue limpia, hubo muchas mentiras, y la del ‘remain’ fue muy floja”.
No cree que la salida le afecte en lo personal, “con los años que llevamos aquí seguiremos viviendo sin ningún problema”, remarca, pero le preocupa la imagen global que da el Reino Unido con su salida de la UE, “la fuerza está en la unión, me parece una pena lo que ha ocurrido y el auge del racismo y la xenofobia en Inglaterra”.
Matt Hill (Stockton on Tees, condado de Durham, England) es el único que no se dedica a la enseñanza. Pastor de la iglesia Evangélica llegó a España en 1991 con su mujer, en principio se instalaron en Zaragoza, luego vivieron unos años en Santa Cruz de Mudela (allí nació su hijo Thomas), después en Cuenca hasta que en 2010 se estableció en Ciudad Real capital.
Satisfecho de la vida que lleva en España no se plantea marcharse, “me gusta vivir aquí, yo vivo donde vivo, eso no cambia que me sienta británico”; y eso que está a favor del Brexit. ¿Contradictorio?, lo explica: “Tiene que ver con la mentalidad británica, somos una isla y eso nos hace muy insulares. Hasta hace unos cuarenta años el Reino Unido era un poder mundial, con su imperio, etc, a mí y a muchos británicos nos cuesta ver nuestro autogobierno y soberanía amenazados desde Bruselas”.
Matt tiene esa visión nostálgica de la Gran Bretaña anterior a la UE, “funcionó muy bien antes y funcionará bien después. La isla no va a hundirse en el mar y desaparecer para siempre por no estar en Europa”.
Tampoco votó en el referéndum, “con lo del Brexit tenía mis propias ideas desde la distancia y pensé que no era justo votar y tener influencia en una decisión que al final no iba a vivir de cerca”, admite.
El sueño europeo, una utopía irrealizable
El sueño europeo no va con este religioso, que siempre ha sido escéptico respecto a la Unión Europea y el euro, “mi hijo está aquí y puede confirmar las veces que he dicho que yo vería desaparecer esa moneda”. “El sueño no puede seguir, es demasiado utópico, todos juntos, todos unidos, viviendo en armonía y flotando por las nubes… yo no lo veo”.
Hill padre discrepa de los análisis catastróficos de lo que supondrá la salida en términos económicos y no cree que le afecte demasiado. “Yo vine a España antes de que existieran acuerdos que permitieran la libre circulación de personas y bienes, tuve que obtener un permiso de trabajo, conseguir un seguro sanitario privado, peor que eso no va a ser”. A las malas, por puro pragmatismo, estaría dispuesto a nacionalizarse español en caso de que se le complique seguir trabajando aquí, “no dejaré de ser británico por no tener un papel que lo diga”.
No se imagina un escenario en el que los ingleses no sean bien recibidos aquí, “España vive mucho del turismo inglés, no hará nada que afecte de forma negativa a eso ni pondrá impedimentos a británicos que quieran gastarse aquí su pensión”.
Thomas Hill (Santa Cruz de Mudela, España). Es el que habla con más distancia y desapego del Brexit. Nacido en la provincia de Ciudad Real de padres británicos –es hijo de Thomas- y con pasaporte del Reino Unido (no es posible la doble nacionalidad) siempre ha vivido y trabajado España. Casado con una española aprendió antes inglés que castellano y aunque visita regularmente a toda su familia en Inglaterra admite “y que no me oigan los ingleses”, -bromea por la presencia de su padre en la tertulia-, que se siente “muy español”. Lo suficiente como para nacionalizarse en caso de que la burocracia se complique, aunque no cree que el Brexit suponga un cambio sustancial en las relaciones del Reino Unido con Europa.
Thomas no voto en el referéndum del Brexit, es más, reconoce que no participa en política ni en Inglaterra ni en España y que si hubiera tenido que votar por la salida o la permanencia “hubiera sido una decisión difícil, precisamente porque vivo en España”.
Como su padre es optimista respecto a la Europa después del Brexit, “siempre se ha sobrevivido sin acuerdos, estamos en un mundo globalizado en el que todo está conectado, con o sin Europa y se pregunta, ¿y si al final esto trae beneficios?”.
Lisa Jane Grant nació en Manana (Bahkarin), “la Arabia Saudí menos estricta”, aclara. Británica de padre escocés esta profesora de inglés se considera una ciudadana del mundo, ha vivido en diferentes países y está entristecida por el Brexit.
En Ciudad Real reside desde hace cinco años pero ha vivido en muchos otros lugares. La primera vez vino fue con sus padres, en los años ochenta, estudió español siendo niña. Después regresaron a Arabia y al final retorno a España. “He dedicado toda mi vida a sacar los títulos adecuados para estar aquí y poder quedarme. Hace diez años conseguí un trabajo en Alicante, después en Toledo, luego me enamoré de un español y vine a Ciudad Real. Aquí estoy cómoda”.
“Ser europea me ha dado la facilidad de trabajar en diferentes sitios y moverme por el continente me ha encantado, me apena perder esa libertad”.
Lisa tampoco votó en el referéndum del Brexit (ninguna de las personas que participan en esta entrevista), “toda mi familia escocesa y también los que están en Inglaterra votaron por quedarnos, muchos trabajamos fuera y sabemos que las oportunidades solo vienen por estar unidos”.
Desinformación para favorecer el Brexit
Atribuye el éxito del Brexit a la mala información, “conozco a familias que tienen hijos trabajando fuera de Inglaterra, no se enteraron bien, votaron Brexit y sus hijos han perdido el trabajo y han vuelto”. “Creo entendimos pero todo se explicó muy mal. Muchos pensábamos que esto no iba en serio, ahora hemos comprado que se acabó la broma. Estamos fuera y eso me entristece”
Grant sí se ha planteado nacionalizarse española, “lo estoy considerando si pierdo la Seguridad Social etc; me gusta tener pasaporte británico pero no quedarme fuera de la Unión Europea”.
Rachel Davy (Surrey, England) Vive en España desde el año 2002 , ferviente defensora del ‘remain’, no renuncia ni a su nacionalidad ni a su fe, católica, pero está profundamente cabreada con los políticos que han llevado al Reino Unido a tomar la que en su opinión es una malísima decisión.
Rachel no votó en el referéndum de 2016 ni lo ha hecho nunca desde que vive en España, ni aquí ni allí. “Nadie se tomó en serio este referéndum, no se pensó qué pasaría si salía sí al Brexit. Espero que este palo nos permita aprender y reflexionar sobre lo que ha ocurrido”.
Sus razones para quedarse dentro de la Unión Europea no tienen que ver con la economía y ni las altas finanzas, “mi postura es más desde el punto de vista filosófico. Puede que incluso nos vaya bien económicamente, que podamos convertirnos en una especie de Suiza como dice Thomas, mi posición viene más del convencimiento de que deberíamos trabajar en equipo, para mí es una cosa muy fea querer separarnos de un equipo que es Europa”
Se ha abierto una herida
Davy considera que el Brexit ha abierto una herida muy profunda por la falta de entendimiento entre las clases sociales, “y eso duele”. “El otro día vi a dos señoras que celebraban la salida del Reino Unido de la Unión Europea y por sus argumentos y como lo expresaban sentí pena porque eran incapaces de componer una frase en inglés, menos votar. Es muy duro lo que estoy diciendo, pero la realidad es que mucha gente que ha votado Brexit lo ha hecho con una ignorancia bestial, se creían eso de que ‘ya no nos van a mandar más desde Alemania”.
Simpatizante del movimiento Led by Donkeys creado en el Reino Unido para contrarrestar las “mentiras” del Brexit, también se muestra crítica con el materialismo que atribuye a la sociedad británica, “conociendo a los británicos, y sé que soy dura con mi raza, seguro que con el Brexit encontrarán el chollo del siglo pero es una vergüenza a qué precio”.
En su opinión, el Reino Unido se ha comportado como un niño malcriado con la Unión Europea “que siempre nos ha tratado como un padre comprensivo y ahora que el niño se independiza me ha conmovido la dignidad con la que habló en la despedida la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, me emocionó eso de ‘siempre te vamos a querer’ y ‘no vamos a estar lejos”.
Davy arremete sobre todo contra Nigel Farage, “el malo de esta película”, señala, “ha sido capaz de captar votos con información sesgada y falsa para vender la idea del Brexit. Me parece una vergüenza a nivel social habernos apartado de una cosa que estaba fundada con buenas intenciones de paz después de una guerra terrible”.
Pero pese a su enfado, Rachel no se plantea nacionalizarse. “Yo te puedo cocinar unas lentejas o un potaje, y podría obtener el pasaporte irlandés porque mi madre era Irlandesa, pero soy muy británica y no renuncio a mi nacionalidad”.
Esta inglesa de Ciudad Real tampoco se tomó en serio el referéndum, “parecía un montaje de Cameron para poner orden en el partido Tory. A nivel político sé que vamos a sobrevivir, mi problema es la falta de compromiso social y con Europa del Reino Unido”.
Que no quiera ser española (oficialmente) no significa que no esté agradecida a este país, remarca, “vuestro sistema público de salud es impresionante, aunque mucha gente lo critique, aquí me atienden como a una reina y me encanta de España lo que es la idea de familia. En este país me siendo muy a gusto al ser católica, me encanta poder hablar español, me ha aportado mucho a mi vida y a mi actividad profesional”.
Jack Gibbard (Colchester South, England). Vive en Ciudad Real desde 1999 y en España desde 1988. En esos años estuvo por el norte en Bilbao y Santander, después hizo un pequeño paréntesis y se marchó a Londres, regresó a España y recaló en Ciudad Real “para un año”. Pero la cosa se fue complicando, conoció a la española que hoy es mujer y se quedó aquí.
No se ve cambiando de lugar de residencia en el futuro, pero es defensor a ultranza del Brexti y de este grupo de británicos el único que estuvo a punto de votar en el referéndum. El papeleo era más complicado de lo que parecía y no llegó a tiempo, “¡esperando tantos años para votar y al final no llegué a tiempo!”, se lamenta.
“No he votado en ningunas elecciones desde que estoy aquí, pero soy activo en la política filosóficamente no en la práctica, sigo los temas, los debates, más de la política británica que de la española”, explica.
La UE es “antidemocrática”
La posición pro Brexit de Gibbard tiene que ver sobre todo por cómo está configurada la Unión Europea actual, en su opinón, “un ente antidemocrático, con un enorme poder sobre la vida de las personas, gobernado por personas que no elegimos ni responden al público que paga y vota”.
Pesimista sobre el presente su opinión sobre el futuro de la Unión Europea tampoco es mejor, “no quiero ser negativo pero lo cierto es que tal y como está diseñada la Unión Europea no tiene solución. Hay muchas organizaciones que sí funcionan bien como la OTAN, Naciones Unidas, la Organización Europea del Comercio Libre, o el Consejo de Europa, pero estos organismos tienen un poder limitado”.
“El problema con la Unión Europea es que no la contrala nadie y no se puede echar a los que mandan. Hay burócratas eslovenos que deciden sobre las cosas de aquí”, continúa con su argumentación.
A este británico la cooperación entre países europeos le gusta, pero mantiene su postura euroescéptica, “la Unión Europea tiene un enorme poder que no se puede controlar y no tiene solución, ni cambiar desde dentro. Se creó así y así va a seguir”.
Opina que el euro ha sido un fracaso y se alegra de que el Reino Unido mantuviera su propia moneda. En cuanto al futuro fuera de la Unión y las relaciones de su país con el exterior no le preocupan, considera que no habrá grandes diferencias, “eso no va a cambiar, Inglaterra no se va a ningún lado seguimos estando ahí y seguiremos vendiendo cosas y comprando cosas; seguiremos viajando, haciendo esas cosas que nos hacen europeos pero espero que con otro tipo de relación”.
No es un rechazo a Europa
“El Brexit es un ‘no’ a una organización política en la que no nos interesa estar, pero no es un rechazo a Europa. Queremos comunicarnos y negociar con los países de Europa y los del resto del mundo, pero lo queremos hacer directamente, no con la UE en medio, diciendo cómo tienen que ser esas relaciones. La UE limita mucho el comercio con la Commonwealth, con Estados Unidos y hasta con China que son mercados enormes para vender y comprar”.
Jack opina lo mismo que Matt: el apocalipsis no llega el próximo 1 de enero de 2021, “ni vamos a dejar de comer tomates españoles, ni de comerciar ni vender productos a Europa, lo que ocurre es que lo haremos con un poco más de libertad. Será más abierto y libre”, “a mí me gustaría ver la Unión Europea sustituida por otro tipo de organización de cooperación entre países democráticos”
En lo personal Gibarrd también es de la opinión que el Brexit no le afecta. “Tengo la residencia permanente aquí, a lo mejor me supone hacer un poco más de papeleo, pero no mucho más”.
¿Y no es un poco contradictorio lo que dices?, “para nada”, responde, “yo llegué aquí cuando ni existía la Unión Europea, no había la libertad de movimientos ni los acuerdos sanitarios y esto mismo existe con muchos países que no están en la UE. He visto como estas cosas se van unificando porque eso es lo que hacen los gobiernos, todos los gobiernos, la gente presiona, hay cosas que atribuimos a la UE que no son un mérito suyo”.
Si en el peor de los escenarios se viera abocado a marcharse, algo que no entra en sus planes, haría todo lo posible para seguir aquí, “si tengo que pagar un precio personal pues lo pago, algo de papeleo, podría hacer trampa y hacerme español e incluso me podría hacer irlandés, pero no creo que tenga que ser necesario”.
Lo que los pro Brexit no se imaginan es otro referéndum, “eso es muy de la Unión Europea, votemos hasta que salga lo que nos gusta, al menos hasta que pase toda una generación no lo veo”. Y lo mismo opina Matt Hill que remata la entrevista con una reflexión abierta, “el futuro no está escrito, como decía el poeta Antonio Machado se hace camino al andar”.