“Hay muchos Machados”: el de poemas alegres y luminosos como ‘A un naranjo y un limonero’ o ‘El tren’, el reivindicativo como el de ‘Olivares’ con sus “benditos labradores”, y el sobrio, profundo e incluso tremendamente triste, empapándose su alma andaluza de la castellana. Del olmo seco que lame el Duero, anota “la gracia” de su rama verdecida, “otro milagro de la primavera” que, cuando brota, como indica en ‘Cuando sea mi vida…’, será lo amado inspiración de nueva poesía.

Todos estos Machados, pletóricos, intensos y siempre contemporáneos, aparecen en el recital poético-musical ‘Hoy es siempre todavía’, que presentó el Ateneo Juan de Ávila este jueves en el patio del claustro del antiguo Convento de la Merced con una banda sonora eminentemente de Beethoven. La pandemia frustró la presentación de esta propuesta en el año 2020, con motivo del 80 aniversario de la muerte de Machado y el 250 del nacimiento de Beethoven, viendo la luz ahora con esta nueva primavera un programa que alcanza las más altas cuotas de emoción en la interpretación por parte de Jesús Romero de la versión de Joan Manuel Serrat de ‘La Saeta’, así como, como colofón final, el ‘caminante no hay camino, se hace camino al andar’, coreado por el público, de ‘Cantares’.

Poemas muy conocidos de uno de los escritores más influyentes del siglo XX comparten protagonismo en el recital con otros menos difundidos, recitados por Francisco del Río, Antonio Serrano, Maite Rincón, Javier Naharro, Beatriz Crespo y el propio Jesús Romero, con el acompañamiento musical a los teclados de Margarita Barroso.

Con la ‘Oración por Antonio Machado’ de Rubén Darío se abrió la actuación, seguida en directo por cerca de ciento cincuenta espectadores y con proyecciones de instantáneas relacionadas con las imágenes poéticas de obras como ‘Preludio’, ‘Crece en la plaza en sombra’, ‘Inventario galante’ y ‘Coplas elegíacas’. Así mismo, Romero convirtió en canciones los versos de ‘Yo escucho los cantos’ y ‘Abril florecía’ y volvió a hervir y reír el mar con ‘El casco roído y verdoso’, a cantar el agua de ‘La noria’, a soñar con caballitos de cartón el niño en ‘Parábolas’, lucir el ‘Sol de invierno’ y sobrecoger el poema ‘Campo’.
