“A aquellos a los que no llega nadie, a los olvidados por la administración, por la sociedad, a ellos dirigimos nuestro esfuerzo, más allá de la justicia social desde el amor al hermano”, destaca la directora de Cáritas Interparroquial, Elsa Alcázar, quien apunta cómo en muchas ocasiones son el único recurso que les queda a estas personas.
Se refiere a las personas sin hogar a las que Cáritas desde diferentes programas “acoge y acompaña”, constituyendo uno de los primeros puntos de atención las parroquias.
Personas cuyo perfil está cambiando a lo largo de los años, pasando de ser hombres en un rango de edad de 45 a 50 años de edad, a un aumento considerable de mujeres, personas migrantes, gente de todas las clases sociales, incluso con un alto grado de formación académica que, por diferentes circunstancias como pérdida de empleo y/o vivienda, al no contar con una red de apoyo termina en la calle.
El coordinador del Programa, Francis Alhambra, señala cómo a pesar de este cambio de perfil que se está registrando en los últimos años, la mayoría de las personas que se encuentran en esta situación son hombres, un 88%, frente a un 11% de mujeres, con edades comprendidas entre los 26 y 55 años, y apunta cómo el 66% son españoles, procedentes de la propia región, seguida de Andalucía y Madrid, junto a un 33% de inmigrantes en su mayor parte procedentes de Europa y Latinoamérica.
Personas en situación de exclusión severa a los que Cáritas atiende a través de dos proyectos fundamentalmente, el proyecto de baja exigencia, con estancias de 1 a tres días donde ofrecen una atención asistencial básica, desde necesidades primarias a ayuda para trámites legales, hasta la atención promocional en torno a un proceso de recuperación personal para lo que disponen de dos centros, el centro residencial Casa de Abraham de Daimiel, y el centro de urgencia Jericó en Ciudad Real.
“Lo que intentamos siempre es que la acogida sea cercana”, nos explica la directora del Centro Jericó, Asunción Cubero, ofreciendo una asistencia desde temas de salud y necesidades básicas, a una atención más personalizada en los social en coordinación con la asesoría jurídica, juzgados, centro de la Mujer, unidad de conductas adictivas, etc.
Existe una coordinación con todos los recursos disponibles bien para derivar a estas personas a otras áreas más específicas o bien acogerlos, intentado dar cabida a máximo número de personas, destaca.
Sólo en 2023 Cáritas atendió 1014 personas, de las que 664 fueron atendidas en los centros de Alcázar, Ciudad Real y Daimiel y 350 en los diferentes puntos de información parroquiales donde se ofrece servicio de orientación, procesos de recuperación y coberturas de necesidades básicas.
En concreto, por el Centro Jericó suelen pasar casi 400 personas al año, señala Cubero, quien incide en la importancia de personalizar el trabajo con cada uno de ellos, constituyendo” la persona el centro de nuestra intervención”, enfatiza. Lo que se traduce en no ofrecer sólo recursos económicos o materiales, sino ofrecer una asistencia en clave de promoción de la persona, “siempre desde el acompañamiento y la escucha”, apunta Alcázar.
Un espacio donde sanar
Por ello, más que un centro de acogida, el Centro Jericó “es un espacio donde trabajamos la historia de vida de estas personas para conseguir esa recuperación personal en primer lugar, un espacio donde se las dignifica y se les da un lugar para poder sanar, ayudándolas a descubrir quienes son, porque muchas de estas personas llegan en una situación tan crítica que no lo saben”, incide la directora del centro. Personas con mucha valía, subraya, que, por diferentes circunstancias, acaban aislados de la sociedad.
Y esto porque cuando una persona se queda sin trabajo, suele conllevar la pérdida de la vivienda, lo que, a su vez, tiene como consecuencia la pérdida del padrón, sin el que tampoco se puede acceder a ayudas ni siquiera a la tarjeta sanitaria destaca Cubero, quien señala cómo muchas de estas personas acaban en la calle, entrando en un círculo vicioso, de donde es muy difícil salir.
De ahí, que el primer paso sea convertir a la persona en la protagonista de su recuperación, de su vida, siendo ella la que va marcando los tiempos, primero a través de entrevistas personalizadas, trabajando en su historia, en cómo ha llegado hasta aquí, hasta una situación tan severa, explica Asunción Cubero.
Tras este paso, “se asigna a una persona de referencia, que será la encargada de ir acompañándola en el proceso, primero en torno a la recuperación de hábitos, de limpieza, alimentación, higiene, incluso ocio saludable”.
Luego viene todo lo demás, destaca, el empleo, la vivienda. De hecho, Cáritas además cuenta con un programa específico de empleo, aparte de un tercer recurso, Siloé, que es el piso de autonomía donde las personas que ya se encuentran en fase de recuperación casi total pueden permanecer hasta encontrar un trabajo, siempre de la mano de un equipo educativo y de un acompañamiento, en este caso más puntual, pero hasta el final del proceso.
“Lo que intentamos es ayudar a estar personas a reciclarse, ofrecer una serie de herramientas con las que no cuentan, siendo el acompañamiento una pieza clave del proceso de promoción personal como base de la recuperación”, explica Francis Alhambra.
Acompañamiento, escucha, confianza, hogar, destaca la directora de Cáritas Interparroquial, Elsa Alcázar, responsable del Centro Jericó y del desarrollo de proyectos de empleo, quien incide en cómo el trabajo que desarrollan con estas personas es un trabajo que no hace nadie, cuando debería ser una tarea de todos.
“Un trabajo, muchas veces desconocido porque hasta que no te acercas y lo ves parece que no existe”. De hecho, Alcázar señala cómo la sociedad además de excluir a estas personas, las invisibiliza. Por ello, apunta, en ocasiones, más que una ayuda económica estas personas lo que necesitan es un buenas tardes, “necesitan que las miremos”.
Llamamiento a la sensibilización
Elsa Alcázar hace un llamamiento a la sociedad para que conozcan más de cerca la labor que desarrollan, y expone cómo Cáritas es una entidad de voluntarios, voluntarios comprometidos, siendo su sella de identidad el trabajo en clave educativa.
Alcázar incide en la importancia de reforzar ese equipo de voluntarios porque centros como Jericó, además de contar con un equipo profesional, también cuenta con la ayuda de voluntarios para su funcionamiento, al tratarse de un espacio abierto a todas las personas que se acerquen a pedir ayuda, las 24 horas del día, los siete de la semana, los 365 días del año. Un centro vivo preparado para hacer acogidas en cualquier momento que se demande, señala su directora.
Un centro donde se trata “de hacer hogar”, donde todo se hace de forma muy cuidada, expone Cubero, desde las tareas normales de una casa como la limpieza en la que todos colaboran, al desarrollo de talleres ocupacionales, o actividades de tiempo libre y de ocio.
Cáritas, promoviendo el desarrollo integral de las personas y los pueblos
Instituidos en 1947 por la Conferencia Episcopal Española, Cáritas Española tiene por objeto la realización de la acción caritativa y social de la Iglesia en España, promoviendo el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos.
70 Cáritas Diocesanas agrupadas en 13 Cáritas Regionales. coordinan, orientan y promueven la acción caritativa y social en su diócesis.
500.000 personas en situación administrativa irregular han recibido el apoyo de Cáritas en 2023. Con el apoyo de los programas de Empleo y Economía social, 13.266 personas han logrado acceder a un puesto de trabajo y otras 2.348 personas han firmado un contrato de inserción.
Además, Cáritas ha impulsado 68 entidades de economía social que desarrollan 265 líneas de negocio en 37 sectores, desde textil, transporte, restauración, gestión ambiental de residuos, entre otros.
Asimismo, se ha prestado asistencia humanitaria a 468.737 personas víctimas de diversas emergencias y desastres naturales en el ámbito internacional.