El Obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, ha presidido este Miércoles Santos la Misa Crismal en la que casi un centenar de sacerdotes de la Diócesis provincial estaban llamados a renovar sus votos con Dios.
La eucaristía ha comenzado con la lectura del libro Isaías, proclamando el espíritu del Señor, que bien define la labor del buen pastor. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor”.
Tras ello, se ha dado cuenta de un pequeño fragmento del libro del Apocalipsis que ha antecedido las primeras palabras del Gerardo Melgar, que se ha dirigido a los presentes, expresando “queridos sacerdotes, el Señor nos ha convocado para celebrar esta Misa Crismal, en la que bendiciré los óleos y consagraré el santo Crismal. La celebración, es una de las expresiones más importantes de la reunión de los presbíteros. Sintamos y vivamos en el corazón de la vida esta reunión con los demás sacerdotes, que juntos trabajamos en la propagación de la misión de Jesús”.
En esta misma línea, el Obispo ha proclamado. “El Señor vuelve a mirarnos con cariño a cada uno de nosotros, vuelve a elegirnos y vuelve a ayudarnos a extender por el mundo entero su misión”. “Hemos sido elegidos para actuar en su nombre. Nuestra elección no ha sido fruto de nuestra gran valía, sino fruto de su amor y su predilección por nosotros”.
Así, casi un centenar de sacerdotes han renovado sus votos en estos días donde la fe se hace notar con mayor fuerza para conmemorar la Semana Santa.
Melgar ha agradecido la celebración de este día “especial, donde el Señor, con su grandeza, nos permite sentir su grandeza y su generosidad, haciéndonos sus ministros y sacerdotes. Nuestros labios son sus labios, nuestros oídos son los suyos”.
La Misa Crismal renueva los votos sacerdotales
Según explican desde la Diócesis de Ciudad Real, la Misa Crismal es una de las principales manifestaciones del obispado. El crisma es la materia sacramental con la cual son ungidos los nuevos bautizados, son signados los que reciben la confirmación y son ordenados los obispos y sacerdotes, empleada en este caso para prolongar la presencia y actuación del Ungido en su vida e historia personal y en el ejercicio del sacerdocio.
Tras la celebración de la homilía, el obispo ha invitado a sus sacerdotes a renovar su consagración y dedicación a Cristo y a la Iglesia, prometiendo junto a ellos “estar más cerca de Cristo, ser sus fieles ministros y proclamar la palabra de Dios en todo el mundo con humildad”.