No quería preparar su intervención porque sabe que si en el trayecto surge algo interesante terminaría desechando lo que llevara preparado, pero no ocurrió nada digno de contar desde las Alpujarras hasta Almuradiel, donde leyó un cartel sobre la presencia de linces y al poco vio un animal muerto en la carretera, se paró por si acaso era un ejemplar de uno de los felinos más escasos del planeta y resultó ser un gato atropellado, lo cual también le entristeció.
De esta manera, comenzó Chris Stewart su charla con el Club de Lectura de la Biblioteca General de la Universidad, cuyos miembros destacaron el optimismo, curiosidad y buen humor, con un toque escéptico, del escritor británico quien destacó que de niño tenía las orejas “sobre salientes”, de soplillo, y comprendió que la única manera de evitar acoso escolar y maltrato era hacer uso del humor. Ahí, dijo, aprendió el oficio de “humorista”, uno de los muchos que ha tenido el cofundador de la mítica banda Génesis, quien también, entre otras profesiones, ha sido pastor, esquilador y trabajado en el circo.
Con quince años, relató el autor de ‘Entre limones’, participó en la creación de Génesis, con lo que se quedó justo al borde de convertirse en una estrella de la música, pero con diecisiete le echaron porque “tocaba fatal” y sus compañeros sabían que no podía acompañarlos en dar el paso para situarse en primera fila del rock. Salió del grupo a cambio de 300 libras esterlinas, algo que firmó con mucho entusiasmo porque era un “batería inútil”, reconoció Stewart, cuyo sueño era tocar la guitarra, lo que le llevó con veinte años a Sevilla para potenciar su aprendizaje y se enamoró de España, donde más tarde terminaría regresando con su mujer para instalarse en un cortijo en las Alpujarras de Granada.
Experiencias
Stewart, que aconsejó ir a todas las fiestas porque conoció a su pareja con la que lleva ya 43 años en una “tan mala que todo el mundo miraba a la tele menos ellos dos”, trabajó con un rebaño de ovejas en Inglaterra -negocio que fue a la bancarrota- y viajó por China para elaborar una guía del gigante asiático a encargo de unos amigos con una editorial, quienes diez años después, cuando él ya estaba residiendo en las Alpujarras, le animaron a escribir un libro sobre sus vivencias. Al principio, no tenía muy claro qué iba a plasmar y terminó decidiendo escribir 76 páginas sobre sus observaciones de lo que les había pasado y sobre los animales que les rodean: perros, gatos, caballos, gallinas y ovejas, entre otros.
Esas 76 páginas que creía que no iban a tener gran acogida suscitaron gran interés en un momento en el que en Inglaterra estaba reciente el éxito de ‘Un año en Provenza’, de Peter Mayle, comentó Stewart sobre su primer libro, ‘Entre limones’, del que, muy pronto, se vendieron “muchos ejemplares”.
También hasta en cinco ocasiones ha vendido los derechos para su adaptación al cine, algo que al final no se ha materializado, e incluso ha habido interés por crear una serie de televisión con seis capítulos, comentó el escritor británico, que aseguró que en su cortijo, de unas setenta hectáreas en su mayoría de secano, con “unas pocas ovejas y naranjos”, viven como “dioses” aunque “pobres”.
A él le hubiese gustado tener, como les ocurre a Bob Dylan o Leonard Cohen, el “don de la música” y ser un gran guitarrista, pero fue con 45 años de edad cuando comprendió, al publicarse hace dos décadas ‘Entre limones’, que tenía el don de la escritura, expuso Stewart, para quien “la vida es un viaje en busca de tu don y, si tienes fortuna de encontrarlo” -ya sea de, por ejemplo, educador, comerciante, agente de la ley e incluso de contable- “tendrás una vida creativa y menos frustrante”.
Fácil y natural
La escritura es fácil y un proceso completamente natural, “escribo como hablo”, para Stewart, quien vuelca en su libros sus experiencias, con cierta licencia para hacerlas más interesantes o divertidas, pero se trata de vivencias no de obras de ficción, resalta un autor al que le encantaría escribir novelas. Sería “un sueño, un reto, crear mundos”, pero aún no se atreve y, además, “hay tantas novelas malísimas que no me gustaría añadir una más”, agregó.
‘El loro en el limonero’, ‘ Los almendros en flor’, ‘Los últimos tiempos del club del autobús’ y ‘Tres maneras de volcar un barco’ son los otros cuatro libros de Stewart, quien indicó que le gustaría sacar un sexto en torno a la naturaleza y la ecología y en el que reflejar la importancia de no perder las raíces de la tierra y el amor por las cosas sencillas que llenan con “un placer muy profundo”. A este respecto, lamentó que los placeres de la vida rural sean cada vez menos apreciados y animó a trasladarse, por ejemplo, a la Alpujarra donde hay muchos cortijos abandonados.
“La vida cotidiana me da felicidad, satisfacción” y, en la Alpujarra, él y su esposa no tienen una “vida contenta, sino eufórica” y, al mismo tiempo, “estática” en un valle “muy cerrado”. “Cada día soy más consciente de la sencilla belleza de la naturaleza” en un entorno muy barato y en el que “trabajamos mucho pero nos hace feliz”, podando árboles, sembrando, cuidando de las plantas y viendo comer al ganado, comentó Stewart, que también resaltó las benignas temperaturas de la zona. “Puedes tener tus propios naranjos”, lo cual es el “colmo de la felicidad”.
Stewart, que consideró rejuvenecedor sumergirse en otra cultura como ellos hicieron hace treinta años, lo cual “todavía es una aventura constante especialmente en el idioma hasta el punto que fabricar una frase bonita en español es un triunfo”, aseguró sentirse avergonzado con el Brexit porque, subrayó, Europa no es sólo una unión económica y, aunque está lejos de la perfección, es una institución que ha apostado por la paz entre un bloque de países que no estaban acostumbrados a ella, favoreciendo la conexión y convivencia.