¿Por qué abordar un “Diccionario de Ciencia y Técnica en Castilla-La Mancha”?, se preguntan los coordinadores de este libro, Enrique Díez y Alfonso González Calero, en la introducción de una obra colectiva que cuenta con más de 70 colaboradores y reúne 320 entradas, entre biografías de científicos e investigadores nacidos en esta región o vinculados a ella, además de referencias a empresas e instituciones relacionadas con la tecnología y la investigación científica.
Es más. Los coordinadores de este diccionario biográfico llegaron a preguntarse si ¿acaso era esta región -interior, deprimida, no especialmente desarrollada ni culta- proclive a estas aventuras del intelecto?. Y en la respuesta salieron a luz los nombres de médicos y profesores, investigadores, científicos e inventores que trabajaron desde el siglo XI hasta la segunda mitad del siglo XX, gracias a las aportaciones realizadas desde las cinco provincias castellano-manchegas.
Astrónomos, inventores, naturalistas…
Así, el libro recoge los nombres de astrónomos como Azarquiel o Jiménez Coronado; inventores como Blasco de Garay, Mónico Sánchez, Imedio o Juanelo Turriano; naturalistas como Hernández, Gómez Menor, Gómez Ortega o Sánchez Labrador; médicos como Chirino, Creus, Hernando, Muñoz Urra; farmacéuticos como Palacios y Bayá, agrónomos como Alonso de Herrera o Álvarez Ugena; veterinarios como García Izcara, o Morcillo; matemáticos como Balanzat, Sixto Ríos o Martínez Sancho; químicos como Del Campo Cerdán o Mascareña o ingenieros como Díaz Marta, Ortiz Echagüe, y tantos otros.
Estos nombres y otros muchos ofrecen una cierta aproximación a una realidad poco conocida hasta ahora como es la creatividad científica y técnica desarrollada durante nueve siglos en Castilla-La Mancha o en otros territorios lo que no es óbice para darlos a conocer y reconocer su labor.
Iniciativas tecnológicas
El libro se detiene, también, en algunas iniciativas tecnológicas como la minería (Almadén y Hellín), las Reales Fábricas impulsadas en el siglo XVIII (Riópar-Alcaraz, Toledo, Alcázar), los molinos de papel (Cuenca), la automovilística La Hispano Suiza (Guadalajara) o la industria petroquímica de Puertollano en la segunda mital del siglo XX.
Los coordinadores del trabajo definen la tradición científica y tecnológica en Castilla-La Mancha durante este largo período como de “a salto de mata”, sin un plan concreto y como consecuencia de iniciativas y entregas personales muy costosas y, en ocasiones, como reflejo del momento en el que España quiere sumarse a la corriente europea del desarrollo del conocimiento científico, en los siglos XVII-XVIII.
Centros de investigación de la UCLM
Sin embargo, el desarrollo del Estado de las Autonomías y la integración de España en Europa posibilitaron que el gobierno de Castilla-La Mancha diseñara su avance científico, aunque la “Edad de Plata” -como la llaman- de su producción científica empezó con la consolidación de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). “Y para este diccionario, hemos tenido la suerte de contar con las descripciones que han realizado los responsables de sus principales centros de investigación”, explican los coordinadores.
Para ellos, no solo estos centros de la UCLM han contribuido a la europeización de Castilla-La Mancha en cuanto a ciencia y tecnología, sino que iniciativas privadas y públicas para aplicar la energía solar, los nuevos vectores energéticos o el aprovechamiento de residuos, están contribuyendo a las energías limpias y la economía circular en Castilla-La Mancha.
“Confiamos en que este Diccionario ayude al reconocimiento social y al impulso financiero sostenido que la ciencia y la técnica necesitan”, señalan Enrique Díez y Alfonso González quienes fraguaron este proyecto durante el confinamiento por la pandemia de coronavirus. Editado por Almud ediciones de Castilla-La Mancha, el libro está dedicado a Isidro Sánchez y será presentado el próximo 8 de octubre en Toledo y el día 14 en Ciudad Real.
La azafea de Azarquiel
Una azafea del gran astrónomo andalusí Azarquiel -nacido en Toledo- es la foto que ilustra la portada de este Diccionario biográfico de casi 600 páginas y de consulta obligada para conocer este pasado tan brillante de muchas individualidades científicas de Castilla-La Mancha.
La azafea es un instrumento de observación astronómica que mejoraba los cálculos realizados con el astrolabio construido por Azarquiel (Toledo, c. 1029 – Sevilla, 1087). Su uso permitía realizar observaciones y el cómputo desde cualquier latitud terrestre, frente a ceñirse a una latitud específica como exigía el astrolabio.