Se conoce sobre todo por la calle, incluso por la Ronda, hasta por una de las Puertas que otrora tuvo el recinto amurallado de Ciudad Real, pero en muchos casos no por el lugar en sí: Ciruela, donde no hay ciruelos y no son muchos los cirueleños, pero se ha regenerado una Asociación de Vecinos y Vecinas que reivindica salir del olvido y poner en valor un enclave con un gran valor histórico, geológico y paisajístico.
Icónico, en la comarca volcánica del Campo de Calatrava, es el domo, generado por una erupción lenta de lava viscosa, sobre el que se alza el torreón del castillo de Ciruela, el cual tuvo un relevante cometido estratégico en la zona durante el dominio árabe y posterior Reconquista, función que fue mitigándose siendo la actividad agrícola y ganadera la que mantuvo la población de la aldea situada a los pies del cerro donde se alza la fortificación hasta que el avance en los medios de transporte propició que los trabajadores que habitaban en este enclave se decantaran por desplazarse para ir a trabajar y residir, por su proximidad y mayores servicios, en Ciudad Real o Miguelturra, dos localidades estrechamente vinculadas a Ciruela: la primera sobre todo a nivel histórico y la segunda en gran parte a nivel social porque buena parte de los trabajadores eran miguelturreños, expone Marcial González Rivero, presidente de la Asociación Vecinal Aldea de Ciruela.
En el 74, cuando Marcial tenía 14 años, sus padres compraron una antigua casa en Ciruela, “un cuarto-cocina” que rehabilitaron para los fines de semana. Ahí se fragua su íntima relación con este poblado, donde posteriormente, cuando se casó, compró otra casa, “ya arreglada”, que utiliza “como segunda residencia y en verano de manera habitual”.
“Para mí Ciruela es lo mismo que Miguelturra, que es mi lugar de nacimiento, son los lugares donde me gusta estar”, confiesa Marcial, que resalta que este enclave es un “sitio especial”, situado muy cerca del Jabalón, con muchas posibilidades para practicar actividades deportivas y hacer rutas, con un núcleo poblacional pequeño en el que “nos conocemos todos y la relación es bastante buena”, y con la ventaja de no estar lejos, a unos diez o quince minutos tanto de Ciudad Real como de Miguelturra.
A unos once kilómetros está Ciudad Real cogiendo la carretera que va hasta Aldea del Rey, mientras que desde Miguelturra la distancia más corta es de siete kilómetros, aunque el Camino de Ciruela desde la localidad churriega que está “bastante bien” hasta la carretera de Aldea se convierte en prácticamente intransitable para vehículos que no sean agrícolas al cruzar la carretera y pasar al término de Ciudad Real, con lo que la distancia sube hasta los trece kilómetros enlazando carretera y caminos que “no están mal” como el de Moledores, expone el presidente de la asociación vecinal de un enclave donde, actualmente, hay doce viviendas habitables, siendo la gran mayoría “antiguas casas que se han restaurado”.
Colaboración con el Ayuntamiento
Abierta no sólo a quienes tienen una casa en Ciruela, sino también a “visitantes asiduos, familiares, amigos y gente con un especial aprecio por esta zona”, la asociación Aldea de Ciruela cuenta ya con una veintena de socios y se ha dado a conocer en la redes sociales, en las que en poco tiempo, poco más de una semana, ha percibido el interés de cerca de medio millar de personas, así como de personas que se han ofrecido voluntariamente a colaborar y estudiosos que han realizado trabajos sobre este sitio enclavado en el término municipal de Ciudad Real capital, por lo que recientemente los responsables de la Asociación se reunieron con la concejal de Participación Ciudadana, Sara Martínez, para exponerle “las líneas maestras que queremos seguir”, siendo la principal “proteger y poner en valor” la zona “por su riqueza geológica e importancia histórica, y darla a conocer a la ciudad”, así como cuidar los caminos que “pensamos que están bastante abandonados y puede ser que alguno desaparezca, si no ha desaparecido ya”.
La declaración de una figura de protección de la antigua fortificación, la incorporación como geositio del futuro Geoparque ‘Volcanes de Calatrava. Ciudad Real’, la creación de rutas senderistas o de cicloturismo y todo lo que “vaya surgiendo” de colaboración con el Ayuntamiento de Ciudad Real para la puesta en valor y promoción de este enclave son cuestiones que importan a esta asociación, que busca, así mismo, mejorar la accesibilidad tanto en bici como en coche e incorporar paneles informativos de utilidad para los visitantes.
Hay gente que le ha comentado sobre Ciruela que es ‘una cosa que se ve desde lejos como una gran mole, una piedra’ e incluso chavales que lo identifican con algo parecido a ‘un Ovni’, pero “no es volador”, aunque “sí que no está identificado” por la mayoría, “no es conocido, está ignorado”, expone con humor Marcial, quien, en un periquete, escala por el domo hasta el torreón, explica que se han desprendido grandes piedras de la mole por la erosión en las que se pueden ver escalones tallados del acceso hasta lo más alto y señala que en el entorno de la fortificación se descubrió una cueva y fuera del recinto amurallado lugares de almacenamiento de cereal.
Parroquia de Santa Marina
“Desde arriba se ve Caracuel y hasta Ballesteros y casi Miguelturra”, divisa Marcial, que indica que el patio de armas debió estar en el espacio entre el torreón y las ruinas de la parroquia de Santa Marina donde “se dio misa hasta el año treinta y tantos, cerca del cuarenta del siglo pasado”, a la que acudía “la gente que vivía en la aldea y fincas del entorno”. Pero “dejaron de dar misa y se fue derruyendo. Cuando empecé a venir por aquí en el 74, vi la portada tirada en el suelo, había apenas en los laterales un par de bloques de piedra de las bases y lo que era el arco estaba todo en el suelo. Yo no vi llevársela pero sí sé que está en la Sacristía de la parroquia de Miguelturra. Hay quien dice que si fue una apropiación indebida, algo en lo que no entro”, y parece ser que las razones de ese traslado se deben a que “la parte eclesiástica de esta ruina dependía de la parroquia de Miguelturra”, con lo que “entonces un párroco decidió recogerla y llevarla allí”.
“Pero no lo critico y no porque sea de Miguelturra, sino porque si no hubiese sido así muy probablemente hubiese terminado en el chalé de alguna persona, alguien hubiese venido con un tractor o un camión la hubiese cargado y metido en una casa particular o algo así”, con lo que “no entro en valorar si tendría que estar en esa sacristía o en otra pero creo que está bien, haciendo constar, en un sitio donde se pueda reconocer, de dónde procede en lugar de estar tirada como estaba”.
Agua de pozo y placas solares
A Ciruela no llegan las conducciones de luz ni de agua. Tampoco hay alcantarillado ni recogida de basura. “Hay un pozo público del que se nutren unos vecinos y otros de pozos particulares”, y se suele optar por energías alternativas como placas solares y algunos tienen generadores. Respecto a la basura, “el problema no es cuando venimos de fin de semana que no se acumula, sino cuando venimos de continuo”. No obstante, “intentamos ser bastante cuidadosos”, lo biodegradable se esparce de forma respetuosa en el campo y “el resto que no huele” se lleva a Ciudad Real o Miguelturra. A este respecto, resalta que “otra de las actividades que queremos hacer es, como hay un coto de caza y quedan restos de cartuchos, una campaña de limpieza y cuidar el entorno”.
Así mismo, quieren recuperar algunas fiestas tradicionales, además de la promoción de rutas de carácter histórico como la que se realizó hace un mes con la asociación Malas Tardes en la que unas cincuenta personas visitaron el castillo y la vega del Jabalón.
Todo el año
Quitando fines de semana y algún que otro día entre semana que vienen más vecinos, Ciruela en invierno tan sólo tiene de continuo un habitante, Fran, a quien le gusta vivir en este lugar. “Me he criado en el campo, estuve trabajando en una empresa catorce años como conductor de maquinaria pesada, nos despidieron y me vine para Ciudad Real, para mi tierra, y a raíz de eso, estaba buscando una casilla de alquiler o un piso, me dijeron que alquilaban una en Ciruela con lo que me vine para acá. Me gustó, la estoy arreglando poquito a poco, me la alquiló la hermana de Marcial y dije aquí me quedo”.
“Llevo cuatro años y medio” y el lugar “me encanta. Dónde vas a estar mejor que aquí. Vas al pueblo y no puedes salir, en Ciudad Real tampoco, aquí por lo menos estás libre, te da el aire fresquito y hay bonitos paisajes”, afirma con buen humor Fran, que ha colaborado activamente con la ayuda de otros residentes en mejorar el acondicionamiento de las zonas comunes como el parque. Cuando llegó “estaba muy abandonado” y “poquito a poco lo estamos arreglando”.