401 días después de la irrupción de la pandemia del COVID-19, España ha vuelto a mostrar su sonrisa, aunque en el caso de Ciudad Real de manera muy tímida. La pasada medianoche entraba en vigor la norma por la que la mascarilla dejaba de ser obligatoria en el exterior, siempre y cuando se pueda mantener una distancia de seguridad de metro y medio entre personas no convivientes.

Pese a esta nueva normativa y la posibilidad de ir por la calle sin mascarilla, la inmensa mayoría de los transeúntes que había este sábado por el centro de Ciudad Real seguían usando la mascarilla al igual que se ha estado usando durante este casi año y medio.
«Lo hago por respeto hacia las personas que no están aún vacunadas», afirmaba un hombre que paseaba con su hija este sábado por Ciudad Real, que añadía que, pese a estar vacunado, puede estar contagiado y propagarlo entre el resto de la ciudadanía, por lo que abogaba por seguir usándola hasta que la gran parte de la población, también la infancia, esté vacunada.

Una pareja de octogenarios opinaba en la misma línea. «Todavía hay mucho virus por ahí», aseguraban, por lo que seguirán utilizando el cubrebocas hasta que la situación se calme. La pareja hacía referencia a los casos que se han producido en Mallorca a consecuencia de varios viajes de fin de curso, criticando que «es demasiado pronto» para relajar el uso de la mascarilla. «Deberían haberse esperado, por lo menos, hasta el final de verano», sentenciaban.
Otra joven que paseaba este sábado por Ciudad Real también consideraba que ha sido «algo precipitada» la decisión, sobre todo si se tiene en cuenta las diferentes variantes del virus que están comenzando a surgir en diferentes lugares del mundo, especialmente, la variante Delta.
Aunque pocos, también había quienes han optado por bajarse la mascarilla siempre y cuando vayan por la calle, aunque llevándola en el bolso, en el bolsillo o en el brazo para cuando entren en algún lugar cerrado. Tres jóvenes que iban de camino a una ceremonia matrimonial celebraban que después de tanto tiempo, por fin, hayan podido quitarse la mascarilla, aunque puntualizaban que siempre la llevarán encima para cuando haya que entrar en algún lugar cerrado.

Otra mujer mostraba su alegría, y también su sonrisa, al poder ir por la calle sin la mascarilla. «La verdad es que en invierno no molestaba la mascarilla, pero ahora en verano, con el calor, era un poco insoportable y agobiante», afirmaba, aunque reconocía que en el momento que hubiera mucha afluencia de gente se la pondría.
Norma
El BOE publicó este viernes la nueva norma por la que la mascarilla dejaba de ser obligatoria en los exteriores, siempre y cuando se pueda mantener una distancia de seguridad de metro y medio entre personas no convivientes.
Su uso seguirá siendo obligatorio en espacios cerrados de acceso libre, como bibliotecas u hospitales, y en medios de transporte públicos, como avión, tren, tranvía, bus o metro. En los eventos multitudinarios celebrados al aire libre habrá que llevarla «cuando los asistentes estén de pie o si están sentados cuando no se pueda mantener 1,5 metros de distancia entre personas», salvo grupos de convivientes.
