Cuando el corazón te impulsa a hacer algo por los demás, lo que menos importa y, lo que nunca esperas, es que alguien se acerque para reconocer lo que has hecho y aplauda tu gesto, porque el halago inesperado suele generar tal pudor que las palabras se hielan en lo más hondo de lo que se piensa y apenas salen unas cuantas para agradecerlo como se puede.
Simplemente eso que ahora reconoce el resto; y que el paso de los días te hace descubrir que quizás sea mucho más de lo que la sociedad esperaba de ti, lo hiciste porque era la única forma de dormir en paz con las emociones de cada día, porque era una forma de hacer más justo un mundo cuyo futuro parece depender de unos cuantos descerebrados que están poniendo la cosa fea para las próximas generaciones.
Así surgió un viaje inesperado, confiesa María Jesús Márquez: “Cuando empezaron a salir las noticias, ya nos pusimos en alerta para ver qué estaba pasando. Y todo se aceleró cuando recibimos un mensaje en Instagram de Juliana, la hermana mayor de las niñas, en el que les advertía de lo difícil que se estaba poniendo todo en Ucrania, pidiéndoles que fuesen los héroes inesperados que sacasen a las dos menores de su casa. “Juliana nos escribió para pedirnos que por favor sacásemos a sus dos hermanas, porque la situación era horrible”.
Después de recibir el mensaje, lo comentaron con su entorno más cercano. “Una compañera de trabajo nos alentó para hacerlo y de hecho, se puso a buscar billetes de avión”. El pánico a volar de María Jesús, hizo cambiar de planes, “así que, fue así como surgió la idea de hacer el viaje en coche”.
Una llamada a tres con su hija que estaba en Oviedo, una visita al veterinario para asegurarse de que su perrito estaba en perfecto estado y unas cuantas prendas de vestir, bastaron para arrancar una aventura de casi 8.000 kilómetros, bajo la incertidumbre de lo que iban a encontrase a su paso.
Al llegar a Valencia, hicieron la primera parada. Ahí explica Juan Luis Escobar, “nos miramos y pensamos, ¿sabemos lo que estamos haciendo?”
Y vaya si lo sabían. Los kilómetros fueron pasando, las rutas iban variando atendiendo a las indicaciones que les daban desde España, con una María Jesús al volante a la que la adrenalina mantuvo despierta hasta Eslovaquia. “No tuve cansancio en ningún momento. Es verdad que cuando salimos con las niñas, Sesenia, Varya y su hermana adolescente Liubava, me vino el bajón y fue cuando todo el cansancio apareció de golpe”.
Un ejemplo como el que ha dado a la sociedad esta familia de Ciudad Real, es uno de esos que te hacen pensar que la empatía debería ser la única ideología inquebrantable, indebatible, porque con ella no sólo se cambia el mundo, sino que también se construye.
Hay gente que no huye, sino que camina hacia donde suenan los miedos y esos son personas como la familia Escobar Márquez, que el próximo día 14 de septiembre, serán reconocidos junto al maestro Kim, como “Ciudadanos ejemplares” de Ciudad Real 2022. “Este reconocimiento nos viene un poco grande. Es un honor que tu ciudad reconozca algo que has hecho, pero para nada pretendíamos ni la repercusión, ni el reconocimiento de la sociedad. Era algo que sentíamos y que hicimos”.
Sin embargo, el mejor premio ha sido la salvación de unas niñas -dos que viven con ellos y una tercera, que está con otra familia en Miguelturra- a las que les han cambiado la cara de pena, ofreciéndoles un cariño y un refugio en su seno familiar. “Es algo volveríamos a hacer porque lo vemos una cosa normal”, aunque confiesan que ya en España han tenido incontables trabas burocráticas.
Cinco meses después de que comenzase la invasión rusa en Ucrania, las niñas permanecen en Ciudad Real. Desde aquí mantienen el contacto con sus padres biológicos. “Hablan con sus padres por Whatsapp, aunque tienen dificultades de cobertura”. “Nunca les preguntamos qué hablan, respetamos su libertad y sus emociones; y entendemos perfectamente que estarán deseando volver”, comenta María Jesús.
De vez en cuando preguntan “cuándo volverán. Pensaban que iban a hacerlo enseguida y de momento, no hay plazo”.
En septiembre comenzarán el colegio en Ciudad Real; el resto, como el viaje hasta Eslovaquia, es todo un camino lleno de incertidumbre que ojalá acabe pronto.