Ciudad Real se sumará un año más a la moda estadounidense del ‘Black Friday’ (Viernes negro) el próximo 24 de noviembre, día en el que muchos de los comercios de la capital provincial ofertarán sus productos con grandes descuentos.
Un año más el Ayuntamiento de Ciudad Real, a través del Instituto Municipal de Promoción Económica, Formación y Empleo (IMPEFE), y la Cámara de Comercio están desarrollando, por segundo año consecutivo, la campaña del Black Friday para incentivar las compras del pequeño comercio de Ciudad Real y que los vecinos de la capital y del resto de la provincia puedan “adelantar” sus compras navideñas el último viernes de noviembre.
Un evento que se celebró en Ciudad Real, por primera vez, el año pasado y en el que se adhirieron un total 102 comercios de la capital provincial. Cifra que intentarán mejorar este año, ha asegurado el concejal de Promoción Económica del Ayuntamiento de Ciudad Real, José Luis Herrera, en la presentación de este día.
Una día de compras con el que se pretende dinamizar el comercio de Ciudad Real y favorecer “al motor económico de la capital”, ha comentado el concejal.
Así mismo, el concejal ha señalado que se instalará una ludoteca gratuita para niños en el Antiguo Casino mientras que los padres y madres realizan sus respectivas compras.
Por último, Herrera ha avanzado que los comercios se podrán adherir al Black Friday hasta el próximo 14 de noviembre y para ello deberán dirigirse al IMPEFE o a la Oficina de Turismo de Ciudad Real. Así mismo, el concejal ha indicado que los comercios adheridos formarán parte de un díptico que pondrá a disposición el Ayuntamiento de Ciudad Real.
Por su parte, el director general de las Cámara de Comercio de Ciudad Real, José María Cabanes, ha destacado que este evento cuenta con la subvención europea de los fondos FEDER y el apoyo de la Secretaría de Estado de Comercio. Con ello se pone en valor la dinamización comercial del pequeño comercio de Ciudad Real.
El Black Friday se remonta a los años 60, cuando el comercio minorista estadounidense registraba la contabilidad en papel utilizando bolígrafos de tinta roja para marcar las pérdidas, es decir, cuando los costes superaban los ingresos. Y ese día, era cuando se convertían esas pérdidas marcadas en rojo en beneficios marcados en negro.