En la tarde-noche de este miércoles, 21 de noviembre, se ha celebrado en la capilla mayor de nuestro Seminario Diocesano una Eucaristía, presidida por su rector, Manuel Pérez Tendero, y concelebrada por los sacerdotes formadores del centro, en recuerdo de la primera que se dijo en el edificio actual, donde se forman los futuros sacerdotes de nuestra iglesia diocesana, hace por ahora más de medio siglo.
Apoyándonos en la historia cabe recordar aquel lejano diez de mayo de 1954, fecha en la que siendo obispo prior Emeterio Echevarría y Barrena se coloca la primera piedra del edificio de la carretera de Porzuna. Algo más de seis años, -curso 1960-61-, hubieron de transcurrir hasta que por estas fechas, más o menos, abría sus puertas y acogía la primera eucaristía de su trayectoria, que desde aquí deseamos longeva y fructífera. Fue, sin duda alguna, un tiempo marcado por la penuria, por la falta de haberes,… aunque también por la colaboración y el entusiasmo de los vecinos de nuestra provincia, por aquellas calendas.
Cinco han sido, hasta el día de hoy, los rectores que han dirigido sus pasos; don Isaac Zudaire, don Félix Rodríguez Izquierdo, -que lo hizo el primer curso en el seminario menor-, don Lorenzo Trujillo Díaz, don Pedro López de la Manzanara Núñez, y don Manuel Pérez Tendero, que ocupa ese cargo en la actualidad.
Rezo de Vísperas
Los seminaristas menores y mayores, los sacerdotes formadores de los mismos, el rector, formadores laicos, y fieles en general que por completo ocupaban la capilla, -con un aforo aproximado a las doscientas personas sentadas-, comenzábamos la celebración con el rezo de vísperas, -oficio divino vespertino de la Liturgia de las Horas de la Iglesia Católica-, dirigidas por el sacerdote Marcos Sevilla Olmedo.
Eucaristía
Acto seguido se iniciaba la celebración eucarística, -presidida por el rector, Manuel Pérez Tendero-, en la que la parte musical corrió a cargo de los propios seminaristas, quienes invitaron a la asamblea a seguir cantos como “Reunidos en el nombre del Señor”, Entrada; “Te ofrecemos, Señor”, en el Ofertorio; “Te conocimos, Señor”, en la Comunión;… Comenzó Pérez Tendero su homilía con palabras de agradecimiento para con quienes de una forma u otra mantienen relación con el Seminario Diocesano, -que invitó a reconocer como la propia casa de cada uno-, centrándose luego en algunos puntos de las lecturas bíblicas que acabábamos de escuchar.
“El Cielo, decía Pérez Tendero, es una Eucaristía continua, y a través de la fe podemos entrar a esa liturgia”. Hizo hincapie en que una de las prioridades del sacerdote debe ser procurar que el pueblo alabe a Dios, pidiendo que el seminario sea escuela para aprender a hacerlo. La Misa, venía a decir Manuel, es el “lugar” que nos hace entender la historia desde Dios. Los sacerdotes, casi terminaba indicando el celebrante, nos hacen ver que la Iglesia está en manos de Dios, y que hemos de trabajar los dones que Él nos ha dado a cada uno.
Procesión Eucarística por los claustros
Al término de la celebración comenzaba la procesión Eucarística, en la que el Santísimo Sacramento bajo palio recorrió los claustros del Seminario Diocesano. Abría el cortejo la Cruz de Guía, dos acólitos con cirios y dos seminaristas menores con campanillas cuyo tintineo anunciaba la llegada del Cuerpo de Cristo. Durante el recorrido se interpretaron cantos litúrgicos como “Yo soy el Pan de vida”, “Tú eres, Señor, el Pan de vida”, “Oh buen Jesús”,… se detuvo el Santísimo en dos altares previamente colocados, terminando la misma con la Reserva Solemne del Santísimo y el canto de la Salve Regina.