Denunciar una agresión sexual, sobre todo si no deja lesiones, no es un trago fácil para las mujeres que la sufren, ni sencillo de probar. El caso de La Manada de los Sanfermines, determinante en el resurgir del movimiento feminista en España, es el ejemplo paradigmático de un tipo de delitos que más voces exigen incluir en la Ley Integral contra la Violencia de Género.
De momento no lo están, pero administraciones como el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha han retomado un antiguo programa de prevención y atención integral a mujeres adultas víctimas de agresiones y abusos sexuales. Lo han llamado Contigo y en apenas un año ha atendido 82 casos en la región, de los que 58 se mantienen abiertos, 15 en Ciudad Real.
No es necesario que denuncien
“No son pocos”, señala Mamen Villalobos, la psicóloga que coordina desde Ciudad Real el programa de apoyo psicológico a estas mujeres, a las que ni siquiera se exige que denuncien por lo penal. “Lo ideal es que denuncien, pero si no lo hacen las vamos a ayudar igual; la afectación no tiene que ver con que ponga una denuncia o no. Muchas temen más las represalias y el proceso judicial que lo que han vivido”, “si no quieren denunciar no es un requisito obligatorio para poder intervenir con ellas a través del programa”, recalca.
Apoyo a los centros de la mujer
Villalobos, que coordina a las otras dos psicólogas que atienden a víctimas de Toledo-Guadalajara y Albacete-Cuenca (tres para toda la región), explica que el programa se creó “para dar apoyo a los centros de la mujer ante la demanda de tantísimas mujeres que solicitan asistencia psicológica por estos hechos”.
Llamadas al 900 100 114
Al Contigo las víctimas llegan por dos vías, o bien porque llamen al teléfono 900 100 114, del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha o al 016, “si lo hacen la derivación es automática”, apostilla, o por su centro de la mujer de referencia. El único requisito es estar empadronadas en Castilla-La Mancha.
Las psicólogas del Contigo también ayudan a mujeres que han sufrido abusos sexuales en su infancia, aunque hayan pasado veinte o treinta años. “Está comprobado que una mujer que sufre abusos en su infancia, por ejemplo de un familiar muy cercano como un padre, es más vulnerable a ser víctima de violencia de género. Si normalizas los abusos cuando aprendes a relacionarte con un hombre a través de tu cuerpo, eres una mujer sumisa, expuesta y manejable, de ahí la importancia de hacer terapia para reconstruir su autoestima y que se empodere”.
Chicas muy jóvenes: de entre 18 y 30
La realidad con la que se ha topado Villalobos es la que está en la calle, “el 80% de las mujeres que atendemos tienen entre 18 y 30 años, incluso casi más entre 18 y 25, chicas muy jovencitas”.
De los 82 casos que han atendido, 47 han puesto denuncia –más del 80%- y 27 no se han denunciado. Ha habido 36 denuncias por agresiones sexuales recientes y 22 casos por abusos sexuales en la infancia.
El agresor, alguien conocido
Los casos del Contigo demuestran las mismas pautas que el resto de violaciones en España: el agresor es alguien del círculo de la víctima, “de los casos que llevo en Ciudad Real, en ningún caso el agresor es un desconocido. La mayoría de las violaciones son en cita, y muchas veces por situaciones en las que el agresor no entiende que no es no, o que una mujer consienta hasta un determinado punto”.
“Son muy valientes”
No hay límite de sesiones para tratar a una víctima. La terapia consiste sobre todo en reforzar su autoestima, “les recuerzo que son muy valientes por denunciar, tanto por su dignidad personal como por proteger a muchísimas mujeres para que no les pase lo mismo”.
La culpa es otro factor que se trabaja en las terapias. “Hay personas que denuncian una agresión sexual de la que no tienen casi recuerdos. La típica situación en la que bebes alcohol y de repente se borra todo o la mayoría de lo que ha pasado. Lo único que le queda es que hizo algo que no quería hacer, sabe que no ha consentido, pero no tiene recuerdos. Para ellas es muy difícil escuchar el relato de lo que pasó hecho por su agresor, que además intentará echarle la culpa”. Ante este dilema Villalobos dice que “muchas prefieren reflexionar sobre las posibles secuelas que pueden derivar del procedimiento judicial. Es importante valorar la continuidad o no del proceso penal en estos casos en concreto”.
“El proceso judicial es la peor parte de todas, en la mayoría de los casos”, señala Villalobos. Las profesionales del Contigo preparan a las mujeres para ese momento, las acompañan y las siguen después (muchas reciben el alta). “Eso deja unas secuelas, si lo gana, estupendo, si lo pierde es mucho peor. Y cuando los casos se archivan por falta de pruebas ante la ley en ocasiones no sé ni qué decirles”.
La mediatización de los juicios
La psicóloga coordinadora del Contigo, que ha acompañado a varias mujeres a los juzgados, pide una reflexión general. “En la primera instancia están solas, y luego no entienden que los medios de comunicación puedan entrar o reproducir su voz. Aunque no se den datos de su nombre, mucha gente las reconoce. La justicia debería ser más sensible con ellas, basta con pedir permiso, con preguntar”.
Villalobos insiste: “Hay que evitarles que tengan que volver a ver al agresor [en la Audiencia Provincial esa premisa se cumple siempre], y que no estén solas en el momento de la denuncia. Esa pata le falta al poder judicial”.
La terapia empieza con la comunicación
“Toda agresión sexual siempre deja secuelas psicológicas. Afectación hay siempre, aunque hay casos y casos. Lo primero que hacemos aquí es establecer una buena comunicación con ellas, que sientan que están en un espacio de confianza, lo tienen que verbalizar todo; aquí no será juzgada ni criticada, tendrá apoyo y comprensión”.
Perspectiva de género
En todo el proceso no falta la perspectiva de género, “hay una parte psicoeducativa en la que tú le tienes que dar herramientas para empoderarla. No es solo trabajar la afectación, sino que te asegures de que eso no le pasará otra vez. Hay que ayudar a esa mujer a reconstruir toda su autoestima y verla lo suficientemente fuerte para no evitar situaciones, sino afrontarlas, con la seguridad de que no le volverá a pasar”.
Estas terapias demuestran que “nunca hay dos casos iguales ni dos personas con las mismas características de personalidad, en base a esto se establecen junto con la víctima los objetivos a trabajar”.
El programa Contigo no pone límite de tiempo a las víctimas que atiende, “el mínimo es hasta que se celebra el juicio, que aquí en Ciudad Real está en un año y medio. Según cómo reaccionen se la dan la sesiones más espaciadas en el tiempo o no. Algunas chicas se recuperan rápido, pero a otras ayudarlas es más complejo”.
La victimización terciaria: los medios de comunicación, “a ellas nadie les pide permiso para sacar su voz, aunque no salgan si vives en un pueblo saben quién eres eso es una victimización terciaria y tiene una carga emocional enorme”.
El servicio se asienta sobre tres pilares que son la asistencia psicológica, la atención jurídica fundamentada en el asesoramiento especializado y el acompañamiento en las situaciones en las que se precise y, por último, en las acciones de sensibilización social y prevención de la violencia sexual.
Prevenir las agresiones sexuales
Según Mamen Villalobos la prevención es la que queda por desarrollar, “como yo lo veo es con más psicoeducación a mujeres que a hombres y más conciencia a nivel social para romper con estereotipos de género. Tenemos que hacerles ver que ciertas conductas de la vida cotidiana normalizadas, como recoger una mesa o encargarse de una tarea doméstica, no los son. Yo no tengo que convencer a un hombre de que quite la mesa, esto es un reflejo de la sociedad en la que vivimos; soy yo la que tengo que dejar de hacerlo. Hay que cambiar la mentalidad y aprender a decir no”.
El resumen sería: “El poder está en la propia mujer, denunciando, poniendo límites, y usando su poder. Yo no soy un objeto para darle placer a alguien, también soy un receptor, y o consiento o no consiento”.
La psicóloga cree que las leyes deben ayudar más a las víctimas de violencia sexual, “hay que darle una vuelta a la ley respecto a lo que es abuso y lo que es agresión sexual”, y pone como el fallo de ‘La Manada de Manresa’, “que varios hombres abusen por turnos de una mujer, encima menor, que está inconsciente debería ser un agravante, no una atenuante para condenar por abusos, en vez de por violación. Esto tiene que cambiar”.