La fotógrafa Cristina García Rodero (Puertollano, 1949), ha sido investida hoy doctora honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), un reconocimiento “muy especial” porque viene “de mi tierra querida”.
Siempre con sus orígenes presentes, ya que su nacimiento y niñez en Puertollano marcaron su trayectoria y “mis afectos, sabores, olores,costumbres, paisajes e imágenes”, ha declarado la fotógrafa tras pronunciar el juramento y recibir los atributos del nombramiento en el solemne acto académico -el título, el birrete, el libro de la ciencia y la sabiduría, el anillo y los guantes- , celebrado en el paraninfo Luis Arroyo del campus universitario de Ciudad Real.
Emocionada y con satisfacción de “estar entre los míos”, García Rodero ha vivido hoy su imponente “entrada por la puerta grande” a la Universidad castellano-manchega, con sus padrinos, encabezados por la directora del Centro de Estudios Manchegos, Esther Almarcha, que ha leído la laudatio, en un acto presidido por Miguel Ángel Collado, rector de la institución.
García Rodero ha aceptado el honor que le ha otorgado la UCLM “con inmensa alegría”, para corresponder “a tanta generosidad” con las fotografías que, según ha incidido, forman parte de sus sueños, deseos, y experiencia vital.
Esta aventurera con cámara en ristre, que ha captado las escenas más inquietantes de ritos culturales ancestrales, entre dioses y ofrendas y peregrinos insuflados por su fe, que ha recogido el horror y el miedo de las guerras contemporáneas, ha plasmado la alegría y concupiscencia de las carnestolendas y, sobre todo, la transgresión de los festivales eróticos, no ha hecho otra cosa “que hablar sin más de la vida”.
La escritura con luz en que se define la fotografía ha sido y es su forma “de contar mil historias, de expresarme y crear, a través del estudio de las tradiciones, de los ritos y las costumbres”.
No en vano, como ha quedado de manifiesto con la proyección de las instantáneas de su proyecto “Entre el cielo y la tierra”, ha rescatado con su ojo entrenado “la muerte y el olvido” y otros momentos cotidianos e importantes “de personas sencillas que, con su energía construyen un país día a día, capturando su fuerza, alegría, dolor y fe”.
En todo momento, tanto en la parte que ha leído como en el discurso espontáneo con el que ha divertido y ha transmitido su cálida personalidad al auditorio, ha defendido su patrimonio documental fotográfico como “parte de nuestra memoria”.
García Rodeo ha mantenido el hilo conductor con sus raíces, un vínculo preciso que “ama” y que le ha hecho conectar con realidades en otras latitudes del mundo, como testigo principal de la cultura popular.
También ha hablado de la simbiosis de su universo creativo, donde la espiritualidad se contrapone a las necesidades y deseos del cuerpo. Con el espiritualismo y la carnalidad busca, ha sostenido, un pretexto para hablar de la vida” en un viaje continuo por todos los continentes, donde “he encontrado joyas”.
“El ser humano no es tan distinto en función de su posición y latitud donde viva”, ha reflexionado, sino que, en distintos formatos, tiene las mismas inquietudes y necesidades, y busca respuestas a similares preguntas en torno a la fe, las guerras o el dinero.
Méritos profesionales
Previamente, Almarcha ha hecho un repaso por la larga trayectoria de la veterana fotógrafa, que “responde a una valoración rigurosa de su currículum y de su méritos profesionales, suficientes para ser considerada una de las más importantes en su actividad”.
“Tal y como dijo Ramón y Cajal, García Rodero realiza con su trabajo frente a la cámara un ejercicio científico, que amplía el sentido visual”, una concepción que según la semblanza vital y profesional que ha hecho Almarcha, “cambió la visión de la fotografía a los españoles”, con trabajos sobre la condición humana que “no dejan indiferente a nadie”.
Ha repasado sus inicios como estudiante de Pintura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense y su posterior docencia en la Escuela de Artes y en la propia facultad, a la vez que ha destacado su sensibilidad” como fotógrafa documental de carácter antropológico” dentro de un saber hacer en el que espera el momento oportuno guiada por una curiosidad impenitente.
Almarcha ha recordado que la neuva doctora ha cubierto más de 1.600 fiestas y rituales a lo largo de varias décadas desde 1973 y lo ha reflejado “como un caleidoscopio de una España en transformación”, con una mirada antropológica y estética.
Con la publicación de su primer libro, “España oculta”, ha dicho Almarcha, ya conquistó el reconocimiento del sector y de la opinión pública nacional e internacional, así como proyectos como el dedicado al Mediterráneo y al sur de Europa, o el posterior volumen “España, fiestas y ritos” ya conquistó y confirmó su estatus de excelencia.
Escenarios de Polonia, los estremecedores rituales en Haití, o los conflictos en Kosovo y Georgia también han pasado por el ojo de García Rodero, una artista “incansable”, que “nunca se agota” gracias a “su gran pasión”.
Ha repasado proyectos emblemáticos de su carrera como Lalibela, con imágenes de los cristianos coptos de esta ciudad santa en Etiopía, de su colección inacabada de ‘Entre el cielo y la tierra’, de los carnavales como fuente inagotable para recrear en blanco y negro, de las represiones violentas en nombre de la religión o de los desfiles eróticos en un mundo sensual, voluptuoso y “explícito”.
“A fuerza de voluntad, ha reconocido, con tu obra vas a donde no te imaginas”, así como se ha reivindicado como una pedagoga de vocación, que le ha permitido “formar a mucha gente” y recibir “juventud y tantos estímulos” que le harán “no ser vieja nunca”.
Internacional e inmortal
El director general de Universidades del gobierno regional, Ricardo Cuevas, ha destacado la labor de la fotógrafa porque ha “hecho internacional nuestra España, sus ritos y sus fiestas” y ha hecho “inmortal” muchas señas identificadoras de la región.
Por su parte, la delegada de la Junta en Ciudad Real, Carmen Olmedo, ha felicitado en nombre del Gobierno regional a Cristina García Rodero.
Un reconocimiento por parte de la institución académica por su destaca trayectoria profesional, a su papel como embajadora del ámbito de las Humanidades en el mundo de la comunicación, la creación y la investigación visuales, y por su contribución a la difusión del patrimonio cultural y su proyección internacional.
Olmedo ha mostrado su satisfacción al tratarse de una personalidad relevante de la provincia de Ciudad Real que se convierte de este modo en la primera mujer en incorporarse al claustro de doctores de dicha institución. Una distinción que la delegada de la Junta desea sea concedida en lo sucesivo con mayor asiduidad a las mujeres.
Al acto también ha asistido, entre otros, el presidente de la Diputación de Ciudad Real, José Manuel Caballero y la alcaldesa de Puertollano, Maite Fernández.