Maite Bejarano Franco, investigadora y profesora de Pedagogía de la Facultad de Educación de Ciudad Real, es un referente en la incorporación de la perspectiva de género a la formación del profesorado, con el fin de que, en mayor o menor medida, los futuros maestros puedan sustanciar un discurso pedagógico igualitario.
Hija de la igualdad desde el seno familiar, mantiene sin resquicios el continente y contenido del legado que le caló desde bien pequeña, por la “coherencia” de sus padres, un minero sindicalista que trabajó por el bien común, y una maestra rural que “miró con más cuidado a quienes tenían menos posibilidades”. Su posicionamiento es un ejemplo para las nuevas generaciones de enseñantes, que aprendió con naturalidad en pos de la justicia social, y que transmite con la misma sencillez al alumnado.
Vivió su infancia en Almadén junto a un hermano y cuatro hermanas, hasta que se marchó a estudiar Pedagogía a la Universidad de Granada, donde entró en contacto con dos dimensiones del feminismo.
Por un lado, conoció las entonces pioneras redes de feminismo académico y, por otro, contactó con los movimientos de mujeres universitarias que a principios de los 90 iniciaron las movilizaciones para denunciar los llamados suelos pegajosos y techos de cristal.
En esta etapa de su vida, Bejarano decidió iniciar, con el doctorado en Estudios de Género, la formación científica y académica que le ayudó a “asumir la responsabilidad” de “trabajar por el principio de igualdad”, y que ha marcado toda su trayectoria vital y profesional.
Abrió su bagaje investigador con una tesis doctoral sobre la formación de las mujeres en el ámbito rural de Ciudad Real, una tierra donde se acercó a asociaciones de mujeres y grupos de acción local, que “me posicionaron como mujer rural”.
Precisamente, mantener los vínculos con este territorio le han ayudado a relativizar algunos de los momentos más ásperos de un camino “duro pero satisfactorio”.
De la misma manera, se declara una mujer “más solidaria, comprensiva y más filiada a la promesa de cuidarnos y trabajar por la igualdad” conforme ha ido conociendo “las potencialidades” de las mujeres rurales, a la vez que, ya en la universidad, ha ido engordando su currículum académico y el peso de sus investigaciones a nivel nacional e internacional.
Los inicios como docente
Los inicios en la Facultad de Educación como docente hace casi tres lustros “fueron complicados”, pues no sólo no había un discurso asumido ni desarrollaban acciones en favor de la igualdad”, sino que el masculino reinaba “en una escuela con mayoría de mujeres”.
Llegó y revolucionó este universo, y por momentos se sintió mal, incluso llegó a enrojecer en alguna reunión, y en otras dudó sólo un segundo sobre su posicionamiento. Fueron espejismos porque se mantuvo firme en sus convicciones y no dio ni un paso atrás. “No tuve un enfrentamiento explícito pero si planteé quejas” por hechos como que el cartel de la puerta de su despacho pusiera profesor. “Me negué y pedí que se pusiera la coletita a la a”.
También causaron “miradas intimidatorias” el uso que hacía del desdoblamiento en el lenguaje y la interpretación que algunos compañeros hicieron del cargo de responsabilidad al que accedió. “Fui sospechosa de…, me llegaron comentarios sobre con quién había cenado… y otros que ponían en cuestión tu valía, tu carrera profesional y tus capacidades”.
Contra todo, estos micromachismos le ayudaron a reforzar sus principios en pro de la igualdad. “No podía sabotearme, ni echarme para atrás”, recuerda.
Otro hecho “lamentable” fue el cambio de carteles la noche antes de la celebración de un acto cultural sobre identidades sexuales, por otros con lemas sobre la familia tradicional y el antiaborto.
“Se denunciaron y no se nos hizo caso, y entendimos que había que seguir trabajando con estrategias científicas, para no despojarnos de razones, y para evitar que te llamen histérica os desequilibrada”, indica.
Con el paso de los años la facultad “fue cambiando el discurso”, gracias a la concienciación de los docentes y de otros miembros de la comunidad educativa, que en el caso de Bejarano y otros colegas ampliaron con la incorporación a sus investigaciones de la perspectiva de género, en el marco normativo -la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Constitución o las leyes de Igualdad de 2004 y 2007-.
Entre las investigaciones sobre género y educación e innovación didáctica que ha liderado Bejarano, destaca una muy reciente, que trata de las competencias sexuales en el alumnado de Educación, y cuyas conclusiones “confirman lo que sospechábamos y nos anima a poner propuestas encima de la mesa”.
La profesora también celebra la evolución del alumnado, “cada vez más partícipe” en celebraciones como el 25-N y el 8-M, con colaboraciones en sus investigaciones, y con la incorporación de la perspectiva de género en los trabajos fin de grado.
La investigadora se muestra optimista con las nuevas generaciones “que son personas listas que van interiorizando el mensaje que les intento acercar a través del conocimiento científico y el lenguaje inclusivo”.
La profesora también enseña a las universitarias a socializarse con la gestión del poder. “Se autominan enseguida”, asegura, en casos tan comunes como la elección de delegado de clase, pues suele presentarse alguno de los cuatro chicos del aula y ninguna de las 80 chicas.
De hecho, su aportación y compromiso, entre otros de compañeros y compañeras, ha hecho que “la facultad sea una seña de identidad en igualdad”, apuntalada por el actual equipo decanal, “que es cómplice”.
A su juicio, son pequeñas estrategias, a las que incorporan una visión masculina convergente, que tienen “resultados positivos”.
Problema estructural
Por otro lado, Bejarano apuesta por “romper” la tendencia estereotipada a la hora de acceder a los estudios universitarios, en el caso de la UCLM con una gran brecha en los títulos que ofrece la Escuela de Industriales, con sólo un 15,9% de mujeres.
Las alumnas están más vinculadas a las carreras de las ciencias sociales y los cuidados, indica, dentro de los ámbitos de la salud y la educación, mientras que ahora se están especializando en administración y empresas.
Bejarano irá más allá y con un estudio que tiene en cartera sobre porqué los jóvenes varones no acceden al Grado de Educación Infantil.
