Prestigiosos investigadores y aventureros participaron este jueves en el World Explorers Symposium que, organizado por la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real ‘Sagcr’, permitió disfrutar de un interesante y didáctico encuentro en el antiguo Casino.
Javier Cacho, pionero de la exploración antártica española; y Sebastián Álvaro, creador del legendario programa ‘Al filo de lo imposible’, fueron dos de las significativas voces que se pudieron escuchar en este encuentro, en el que fue más que interesante la exposición del científico alemán Fabien Schultz sobre cómo del estudio de la alimentación de los gorilas en Uganda se descubrió que utilizaban unas plantas y hongos para curarse de enfermedades degenerativas en la manos que también afectan a los humanos, observación de la que se ha obtenido un fármaco que cura a chimpancés, gorilas y personas.

Otra relevante intervención fue la de la bióloga guadalajareña Silvia Benito que lleva once años trabajando en Argentina, en concreto en la zona de Misiones, en la selva paranaense, las cataratas de Iguazú y la región chaqueña con el Proyecto Yaguarete, jaguar en guaraní, encaminado a conservar esta especie que en territorio argentino se encuentra en peligro de extinción ya que apenas quedan entre 250 y 300. Su distribución histórica se desplegaba hasta el norte de la Patagonia argentina, pero ahora sólo quedan en tres regiones del norte del país: “en las Yungas, región chaqueña y en la selva paranaense y quedan muy poquitos. Ha quedado reducida a un 5 por ciento su población”.
“Es un poco como el lince aquí en España, pero ha sido siempre una especie muy temida y al mismo tiempo adorada al ser el mayor felino del continente americano. A causa de la desforestación, pérdida de hábitat, el conflicto con los ganaderos como pasa aquí con el lobo, la caza furtiva y los atropellamientos en la carretera de la zona turística de las cataratas de Iguazú, su población lamentablemente ha ido desapareciendo”, comentó Benito, que indicó que realizan acciones para su recuperación que van desde saber cuántos animales hay a través de un monitoreo con cámaras trampa o la colación de collares satelitales para saber cuánto espacio necesita un jaguar y así ayudar a las autoridades para la elaboración de leyes que ayuden a su conservación a iniciativas de educación ambiental en las escuelas para que los chavales “sepan el tesoro que tienen y la importancia de esta especie en el ecosistema”.
Además, las tres poblaciones están aisladas. Una se halla en las selvas de montaña de Salta y Jujuy, donde quedan unos cien; otra en la selva paranaense, donde las cataratas de Iguazú, con menos noventa; y la tercera es la región chaqueña que abarca unos sesenta millones de hectáreas, más de lo que ocupa toda España, donde solo hay veinte jaguares, y es ahí donde está la problemática principal.
En esta tercera zona, existe mucha presión de caza y es muy perseguido por los posibles ataques al ganado, lo que conlleva, expuso, “mucho trabajo de generar conciencia, hablar con los pobladores, entender su situación y trasladarles la importancia en este entorno natural de un animal que, como depredador tope en la pirámide alimenticia, es una especie clave. Si lo eliminamos, perjudicamos a toda la cadena y, si lo cuidamos y también sus presas naturales, podemos conseguir que el ecosistema esté equilibrado”, apuntó Benito, que señaló que una de las acciones que llevan a cabo es el estudio de corredores en zonas en las que los bosques están muy fragmentados para favorecer que los jaguares puedan desplazarse, teniendo en cuenta de que un solo macho, muy territoriales, necesita aproximadamente 20.000 hectáreas para vivir.
A la bióloga vallisoletana, siempre le han “apasionado los grandes felinos, desde pequeñita. Era un sueño para mí trabajar en la selva y con grandes felinos y el destino poco a poco me llevó poco a poco a cumplir mi sueño y espero que, a largo plazo, podamos recuperar a esta especie tan fantástica”. Para ella, “aparte de su majestuosidad y belleza natural, la mirada del jaguar esconde los secretos de la selva… Es algo especial”.
Por todo el Guadiana en barca de enea
También intervino en el simposium el daimieleño Alejandro del Moral Molina, quien surcó el Guadiana en 2016, junto a Maykol García, en dos embarcaciones de enea, la cual crece en las riberas, demostrando con esta aventura de más de 800 kilómetros desde el nacimiento a la desembocadura que las poblaciones autóctonas utilizaban esta planta para desplazarse por el río.

Crearon dos pequeñas barcas para una sola persona, de algo más de dos metros de largo y por detrás rectas para ponerlas de pie por la noche y que se desaguara. La base estaba conformada por cuatro haces de enea cosidas, con dos pequeños tubitos también de enea en los laterales y utilizaron un remo groenlandés para desplazarse en un recorrido que partió de Ruidera hasta el parque nacional de las Tablas de Daimiel, de ahí al estrecho de la Puebla de Don Rodrigo para pasar a la parte extremeña de los grandes pantanos y atravesar la parte portuguesa hasta llegar a entre Ayamonte y Vila Real de San Antonio, en la desembocadura del río Guadiana.
“Intentamos probar si era factible la navegación y casi un mes, que fue lo que duró el trayecto, la barca aguantó y eso que fue en un marzo lluvioso”, comentó Del Moral, que resaltó que uno de los principales motivos de la iniciativa fue “poner en valor el río Guadiana a nivel medioambiental y cultural, llevando un saludo a los pueblos ribereños para promover una protección conjunta de un río que en la parte alta, donde residimos, está en tan mal estado desde hace tantos años”.

El alcalde, Francisco Cañizares, y la concejal de Turismo, Cristina Galán, asistieron a la jornada en la que participaron miembros del Explorers Club de Nueva York, comentó el presidente de la Sagcr, Manuel José Carpintero, que resaltó “el proyecto que tenemos en mente de crear en Ciudad Real la sede”.
