Plaza de toros de Ciudad Real. Algo más de tres cuartos de entrada. Tercer festejo de feria.
Se lidiaron seis toros de Daniel Ruiz, correctos de presentación, con promedio de 454 kilos. Primero muy flojo flojo, segundo manejable con calidad, magnífico el tercero. Sin fuerza el cuarto. Con genio el quinto. Bueno el sexto.
Morante de la Puebla: silencio y ovación.
Aníbal Ruiz, que reaparecía por un dia: dos orejas y dos orejas.
José María Manzanares: dos orejas y oreja.
Saludó tras banderillear al tercero Suso, y Rafael Rosa en el sexto, ambos de la cuadrilla de Manzanares.
Aníbal Ruiz y José María Manzanares salieron a hombros.
Aníbal Ruiz reaparecía por un día para conmemorar el 20 aniversario de su alternativa en esta misma plaza, evidenciando que es, sin duda, un torero realmente querido en su tierra, como quedó patente al abrírsele con generosidad la puerta grande de par en par ya al finiquitar a su primero, de estocada entera baja, un trasteo cuyo momento álgido llegó en el muy torero inicio por bajo y en dos naturales realmente largos, a cámara lenta, llevando casi hipnotizado al noble ejemplar de Daniel Ruiz tras la tela roja. Hubo algún derechazo más que notable, como el abajo expuesto, pero el resto del trasteo tuvo más desigualdades.
Otro gallo le cantó al ciudarrealeño en el quinto, un toro áspero que lo arrolló cuando lo llevaba por chicuelinas al caballo, propinándole un golpe en la cara con visible inflamación. Siguió en el ruedo para ponerse delante de un toro que, con el revuelo, quedó sin picar. La faena de muleta fue un toma y daca entre un torero que no se escondió y un toro que rebañaba con saña en algunas de sus acometidas; no en todas. Una estocada corta arriba a la primera le brindo otros dos apéndices que paseó junto a su hijo en emotiva vuelta al ruedo.
Aníbal, que venía con la intención -e ilusión- de disfrutar toreando y hacer disfrutar al mucho público asistente con una nueva dimensión de toreo, más calmado y reposado, con mayor gusto, tuvo que volver a desempolvar sus viejas armas de arrojo y entrega para superar un trance que nos recordó al vivido por el mismo torero en el mismo ruedo en el año 2009, con Ponce y Juli en el cartel junto al alcazareño.
Dos orejas cortó Manzanares al superclase tercero, un toro que gateó tras la muleta, sobre todo por el pitón izquierdo. El alicantino, otro superclase del toreo -aunque en horas bajas- salpicó su trasteo con ramalazos deslumbrantes pero no hilvanó faena compacta. El toro mereció algo más de compromiso, sin que podamos decir que el nivel de la faena fuera menor. En absoluto. Pero un toro así requiere y merece un toreo de mayor profundidad y rotundidad. O a lo mejor es que, simplemente, se contenta con este nivel. Tras pinchar citando a recibir, repitió modo cobrando una soberbia estocada entera arriba.
La faena al que cerró plaza, muy torera, hizo despertar unas expectativas que finalmente no se cumplieron en plenitud. Hubo destellos, pero el tono fue a menos por acabársele la gasolina al enclasado toro de los ganaderos albaceteños.
Morante pasó de puntillas por Ciudad Real. Su lote apenas tuvo un pase, y bien que, visiblemente, lo lamentó el genio sevillano. El público también. Otra vez será. Esperemos.