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28 marzo 2024
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Diego Rivas: “He tenido la suerte de haber sufrido a los mejores jugadores”

de
Raúl Fernández / CIUDAD REAL
El ciudarrealeño ha colgado las botas tras una gran trayectoria en Primera y Segunda División: “Me siento un privilegiado, he hecho lo que he querido y me he ganado la vida con ello”

Tras jugar en juveniles en Los Ángeles y en el Alarcos, hace 21 años Diego Rivas salió de Ciudad Real para abrirse un mejor camino en el mundo del fútbol. Amorós, Atlético de Madrid, Getafe, Real Sociedad, Cádiz, Hércules, Eibar y Llagostera fueron sus destinos, con cinco temporadas en Primera División y ocho en Segunda. Después regresó a la provincia, al Socuéllamos, para finalmente recalar hace dos años en el equipo de su ciudad, en el Manchego, en donde siempre quiso retirarse. El pasado 5 de mayo, Diego Rivas colgó las botas junto a su familia, sus amigos y todo el fútbol de ciudarrealeño. Lo hizo con lágrimas y emoción. Fue el final a una gran trayectoria deportiva.

P: Tocó decir adiós. ¿Qué piensa un futbolista en esos momentos?

R: En lo que más pensé estos últimos días fue en el debut en Primera División. La gente que había, la que me llamaba, cómo fue… No me doy por satisfecho porque soy un eterno inconformista, pero sí que me siento un privilegiado, he hecho lo que he querido y encima me he ganado la vida con ello.

Cansancio, físico… ¿Por qué deja el fútbol?

Me voy simplemente porque no le puedo dedicar el tiempo que debo. En diciembre dije que lo tenía que dejar por el trabajo que tengo en AFE. No puedo dedicar el tiempo que se merece ni a mis compañeros, ni al equipo, ni a la ciudad. Siendo honesto conmigo mismo y, sobre todo, con mis compañeros y con el presidente, lo tenía que dejar. Lo lógico y lo que me sale es apartarme, dejarme a un lado y que vengan los de atrás.

Hablabas del debut en Primera con el Atlético de Madrid, ¿ha sido el momento que más recuerdas?

Cuando lo pienso fríamente siempre digo que tengo varios momentos especiales: ese debut, el ascenso con el Getafe y los ascensos con la Real Sociedad y el Eibar. También me viene otro recuerdo, cuando me despidió Anoeta en mi último partido. Recuerdo que marcó Sutil el gol del empate que nos daba la permanencia y me derrumbé a llorar, me tiré 15 minutos llorando en el campo. La gente pensaba que me había lesionado. No era eso, era que me iba de Anoeta. Pasé allí 5 años que fueron una montaña rusa, pero ahora no cambiaba nada de lo que me pasó.

Manteo
Diego Rivas es manteado por sus compañeros en su despedida de la Real Sociedad / Foto: Efe

Porque allí en la Real Sociedad tuviste momentos muy complicados.

Por eso, porque fue una montaña rusa. Fue un subidón, el fichaje más caro de su historia. Luego un bajón cuando descendemos y me tengo que ir cedido al Cádiz. Medio subidón otra vez porque vuelvo, pero otra vez me tienen apartado, me tengo que bajar el sueldo para, con la cabezonería mía, demostrar a la gente de San Sebastián que la idea que tenía de Diego Rivas no era así. Y luego los tres últimos años fueron subir y subir. De ser el jugador, quizá, más odiado en el año del descenso, a ser durante esos tres años el más querido por la afición. Por eso digo que no cambiaría nada.

Te fuiste hace 21 años de Ciudad Real a la cantera del Atlético de Madrid para comenzar tu trayectoria profesional, pero uno seguro que nunca olvida cuando era niño.

Recuerdo el equipo de Los Ángeles, el campo de Los Ángeles, el del Doncel… Recuerdo ir a entrenar con una ilusión enorme, con mi mochila. Raro era el día que no soñaba que iba a tener la oportunidad de jugar en Primera División. Lo tenía claro, mi objetivo era jugar en Primera. He tenido la suerte de cumplirlo, pero todo lo que hacía era orientado a eso, entrenaba para prepararme y aprovechar la oportunidad cuando me la dieran. Esto es como una maratón, tienes que tener tu cuerpo preparado hasta el final y no puedes dejarte llevar un kilómetro, porque a lo mejor en ese te llega la oportunidad y no estás preparado.

Ese fútbol juvenil que había antes en Ciudad Real, en tu etapa, ¿era muy distinto al de ahora?

Sí que era distinto. Antes había una rivalidad que ahora no existe. Yo siempre tenía marcados los partidos ante el Alarcos y el Manchego. Siempre lo digo, la competitividad con la que crecíamos nosotros no es la que tienen ahora. Recuerdo pocos partidos de ganar 6 o 7-0 y jugábamos en campo grande, ahora lo hacen en fútbol-7. Eran muy competidos los partidos, no como ahora. Creo que eso se ha perdido y se nota, porque ahora los chavales no saben competir, están acostumbrados a ganar o perder de mucho y esa competitividad no es la que teníamos nosotros. Eso me ayudó, porque no había partido cómodo. Con la unificación se han hecho cosas buenas, pero esa competitividad se ha perdido. Y tenerla es lo que te hace crecer.

Tras esa etapa, llegó el salto al Amorós, a la cantera del Atlético de Madrid. ¿Cómo viviste ese paso?
Fui al Campeonato de España con la selección y ese verano me llamó el Atlético. Tuve la suerte de caer en gracia al entrenador y fiché por el juvenil de División de Honor. En la primera parte de la temporada me costó adaptarme, no conté con muchos minutos, algo que no estaba acostumbrado. Pero fue un aprendizaje, me ayudó a competir, a entrenar más. A raíz de ser un partido titular en Hércules, comencé a jugar siempre.

Ya en febrero o marzo el entrenador Antonio Iriondo me subió al Amorós, al tercer equipo. A partir de ahí fui subiendo año a año, poco a poco. Me cedieron al Getafe en Segunda A y ya volví al primer equipo del Atlético para debutar en Primera. La gente puede creer que fue un camino de rosas, pero no, me costó entrar y mantenerme. Es difícil llegar, pero más difícil es mantenerse. Reconozco que no era el jugador con las mejores cualidades físicas y técnicas que había en el Atlético de Madrid, había como yo un montón, y mucho mejores que yo, sobre todo en mi puesto. Llegué como un media punta que no defendía, en Ciudad Real no defendía nada, y allí era todo lo contrario. Iriondo fue el que me puso por delante de la defensa, le tengo que dar las gracias por eso, no sé cómo me hubiese ido de media punta, pero ahí como medio centro defensivo aprendí a defender, algo que no sabía. Fue un cambio radical y fue cuando comencé a progresar.

Después de esos años, llegó ese momento de debutar en Primera División en septiembre de 2003, ¿Qué se le pasa a uno por la cabeza?

Gregorio Manzano me dio la oportunidad. La verdad es que durante esa semana no sabía nada. Algo me intuía, pero acababa de llegar, era el tercer o cuarto partido, fui de los últimos fichajes del mercado de verano y no había ido antes convocado. Dio la alineación en el hotel y vi mi nombre, estaba con el Cholo Simeone de doble pivote. Estaba tranquilo y cuando llegó el momento recuerdo no estar especialmente nervioso. Creo que es una virtud que he tenido, nunca me han podido los nervios en un campo de fútbol. Sí que luego me llevé un palo grande y después ya solo jugué dos partidos más.

Presentación Atleti
Presentación de Diego Rivas con el Atlético de Madrid / Foto: Efe

Un palo que fueron las críticas de la prensa.

El titular al día siguiente de ese partido en el periódico Marca fue ‘Juguete Roto’, con la fotografía de mi cara. Había peleado toda mi vida por ese sueño y ese fue el titular. Perdimos 0-3 con el Valencia y parecía que la culpa había sido mía.

¿Fue el peor momento de tu trayectoria futbolística?

Fue el peor, quizá, de mi vida. A mí me dolió y recuerdo que pasó por mi cabeza hasta dejarlo. Pero por la noche se me encendió el chip, me dije “¡qué mierda! Yo a esta gente no le voy a dar la razón”. Fui cedido al Getafe, empecé a jugar, a encontrarme bien y le dí la vuelta a la situación.

Y le diste la vuelta con un ascenso a Primera División con el Getafe, junto a otro ciudarrealeño, Nano Rivas.

Fue como una revancha mía personal de demostrar a esos que pusieron que era un juguete roto que se equivocaron, que no me dieron luego la oportunidad. De hecho, al año siguiente Bianchi quiso que volviera, pero le echaron.

¿Tienes esa espina clavada de no haber podido volver al Atlético?

Tengo la espina de que no me dieran la oportunidad. Me dieron un partido, 90 minutos. Luego jugué otro en Coruña y un rato en Valladolid. Jugué contra el Valencia que fue campeón de Liga y contra el Deportivo que llegó a semifinales de Champions. Me tocó contra Aimar y Valerón en sus mejores épocas. Vi el partido ante el Valencia con posterioridad, hace poco, y no fue un partido espectacular, pero creo que jugué bien, con un par de fallos normales, era mi primero en Primera División. Pero no fueron ni contraataques, ni nada. Al final son situaciones que te hacen madurar.

Después de eso siguió tu aventura en equipos de Primera y Segunda División, la Real Sociedad, Cádiz, Hércules, Eibar y Llagostera.
Sí. Ya al final en el Llagostera no estaba a gusto. En abril dejé de aparecer y fue cuando decidí profesionalmente dejarlo, venirme a Ciudad Real y que mis hijos pudieran crecer en su entorno familiar. Soy el único no vasco que ha ascendido con la Real Sociedad y el Eibar, con los dos (risas). Fueron seis años allí en el País Vasco y donde mejor he estado, porque se juntaba lo personal con lo profesional. Esos años no los cambiaría por nada.

Te has enfrentado a los mejores jugadores, eso siempre lo podrás decir. Como jugador defensivo, ¿cuál ha sido el más difícil de defender?
Me he enfrentado con Messi, con los dos Ronaldos, Aimar el día de mi debut, que era muy duro de defender. Valerón era distinto a todos, te regateaba andando. Iniesta, Xavi, Ronaldinho… He tenido la suerte de haberlos sufrido. Me acuerdo de enfrentarme a Xavi y decirle “lleváis tres, dejarlo ya”, y él me decía “Diego, si es que estáis metidos en el área, ¿qué queréis que hagamos?” Era verdad, no podíamos salir, era imposible, no teníamos la pelota. También contra Villa, Torres… Pero jugadores que marcan una época han sido Messi y Ronaldo. Me encontraba mejor defendiendo a Ronaldo que a Messi. Cuando me encaraba Messi temblaba un poco más que cuando lo hacía Ronaldo, no porque fuera peor, sino porque sus cualidades me eran más fáciles de defender.

Messi
El ciudarrealeño persigue a Leo Messi / Foto: Efe

El fútbol te mide con grandes rivales y también te habrá dejado grandes amigos.
Eso es lo que te deja el fútbol. Tengo una buena amistad con Gabi, Xabi Prieto, Antonio López, Pachón, Riki, Gica o Antoine Griezmann. Es cierto que no estás en continuo contacto, cada uno sigue una vida distinta, pero una vez al mes o cada dos meses echas un teléfono y hacemos un ‘stop’ para tomarnos un café.

También deja siempre anécdotas, ¿alguna que siempre cuentes?

Siempre he contado la de Griezmann. En una de las primeras veces que venía con nosotros en la Real Sociedad, Lasarte me dejó con él, para irle enseñando la rutina. En un partido en pretemporada contra el Tenerife estábamos los dos concentrados en la habitación. Le dije que me iba a echar la siesta, él me dijo “vale, tranquilo profe (me llamaba profe)”. Me desperté y no estaba. Abrí las cortinas y estaba en el balcón con la música. Le pregunté qué hacía y me dijo: “Nada profe, que me he quedado aquí encerrado y no quería molestarte”. Ahí le dije que con estas cosas iba a llegar a Primera División.

Y mira si ha llegado, hasta es uno de los mejores del mundo.
En la mesa con Claudio Bravo, Carlos Bueno, De la Bella, el propio Antoine, lo decíamos, que estaba tocado por la varita del gol. Llegaba un partido, no aparecía y luego te la enchufaba. Lo veíamos y no teníamos ninguna duda de que iba a llegar. Tenía un don, aparecía por donde fuera y la enchufaba.

Como decías antes, saliste del Llagostera para regresar a Ciudad Real, en principio al Socuéllamos. En ese momento, ¿ibas ya pensando en la retirada?

No quería dejarlo de golpe. Quería ir orientando mi vida, pero dejar el fútbol poco a poco, porque me iba a costar más y no sabía dónde ubicarme. Aquí me salieron las opciones de Toledo o Socuéllamos, en Segunda B. Al final me quedé dentro de la provincia. En Socuéllamos salió la cosa muy bien con el play off de ascenso a Segunda. Me quedó la espina clavada de que, si no expulsan a Calle, no digo que hubiéramos ascendido, pero sí estar ahí hasta última hora. Llegábamos en un gran nivel de confianza, los veteranos estábamos muy bien físicamente en esos partidos y era un plus que teníamos. Éramos un equipo desconocido y sin presión. Todo lo que hiciéramos estaba de más.

Un año allí en Socuéllamos y el regreso definitivo a Ciudad Real, al CD Manchego.

Era algo que tenía en mente. Hablaba muchas veces con Xabi Prieto y con compañeros de la Real Sociedad, porque muchos eran de San Sebastián. Les decía que yo no había jugado nunca en el equipo de Ciudad Real. No sabía lo que era, no lo había vivido y lo quería vivir en mis propias carnes, saber qué se siente con la gente de la ciudad.

¿Qué le falta a este equipo para dar un salto más hacia adelante?
Lo decía en el vestuario, creo que falta una planificación, aparte del tema económico. Hay que tener una inyección económica, que no es muy grande, pero sí la suficiente como, para por ejemplo, que no nos pase lo del año pasado. Teníamos una base hecha, un equipo que estuvo a punto de entrar en play off, y dos días antes de comenzar la pretemporada no sabíamos ni quiénes, ni cuántos íbamos a empezar. Así comenzamos mal, llega diciembre y lo reconducimos con una segunda vuelta muy buena. Ojalá no pase lo mismo, es el momento de hablar con la gente, empezar a negociar. Sería ilusionante para la afición mantener el bloque y no empezar de cero. Ahora hay un producto bueno, lo mantienes y lo refuerzas y produciría ilusión.

Con la familia
Diego posa junto a su familia y su compañero Jesute en el partido del Manchego que fue su adiós al fútbol en activo / Foto: Elena Rosa

Durante todos estos años imagino que también se te pasó por la cabeza el sueño de alguna internacionalidad con España.
Hubo momentos en los que se dijo que me podían llamar. Pero al final nunca llegó. A todos nos gustaría jugar con la selección. Siempre sueñas, pero hay que entender que hay jugadores muy buenos y es muy complicado. No lo he conseguido, pero con mis altos y mis bajos estoy encantado de la vida profesional que he llevado. No quitaría, ni añadiría nada.

Y ahora tu futuro está en la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
Soy miembro de la junta directiva y estoy encargado de los jugadores. Especialmente llevo las visitas a equipos de Primera y Segunda División, estoy en contacto con los capitanes. Para Segunda B y Tercera División tengo gente que lo maneja en el departamento de la relación con el afiliado. Me estoy adaptando a mi nueva vida laboral, porque no tengo horarios ni nada. Por eso me imposibilita entrenar.

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 Foto: Elena Rosa
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