Llega agosto, el mes de las vacaciones por excelencia, en el que el parón laboral puede convertirse en un mal aliado de la dieta y la forma física.
El aumento de las celebraciones familiares y los encuentros con amigos, los traslados vacacionales, la distensión frente a los horarios rígidos y la relajación en el calendario pueden traer efectos negativos en el bienestar de toda la familia.
Ante este riesgo, los nutricionistas advierten de que el descanso y los excesos más calóricos en las jornadas de estío no están reñidos con el mantenimiento de hábitos saludables.
Así lo dice Blanca Calatayud, la nutricionista ciudarrealeña que ofrece algunas pautas para que el verano no se convierta en un caos y eche por tierra los efectos positivos de las rutinas.
Para empezar, y como en el caso del dinero, “el ahorro” ha de ser un ejercicio de largo recorrido: hay que ser responsable a lo largo del año, tener ahorros en salud para que las disipaciones no supongan perjuicios.
De esta manera será más difícil, comenta, variar el estilo sano y los resultados positivos y enérgicos.
Platos fáciles de digerir
Mientras tanto, en los meses de calor, lo aconsejable´, según Calatayud es degustar “lo que pide el cuerpo”, como es la “comida fácil de digerir y fresquita”, que nada tienen que ver con la cerveza o el helado. Los platos más recomendables son los gazpachos, las ensaladas, y las frutas de temporada que, además de la hidratación que procuran, son fáciles de asimilar.
En el caso de personas con una agenda llena de eventos, la nutricionista aconseja “compensar”, es decir, “mitigar dentro de casa los extras de fuera”.
Otra herramienta de equilibrio es el deporte. “Si he comido de manera menos saludable, tendría que hacer ejercicio”, una balanza que a la postre sale rentable para mantener el cuerpo a raya y sano.
Es una rutina que puede integrarse en la estrategia de la propia vida vacacional, a través de salidas a la naturaleza, la realización de rutas y viajes o la planificación de rutinas en el sitio de recreo. “Es buscarle lo positivo a esta época”, sostiene.
De lo contrario, “si bajamos los dos listones”, indica la especialista, el cuerpo lo notará en forma de kilos y se convertirá en remordimiento y en cierto desasosiego.
También son enseñanzas para los más pequeños de la casa, que son quienes a veces se convierten en diana de la mala alimentación dentro de las familias, al coincidir con días fuera de las disciplinas escolares. “Es fácil que coman helados o patatas fritas porque es verano”, una combinación que hay que, en opinión de la experta en nutrición, habría que desterrar.
Calatayud valora que estas enseñanzas puede convertirse en una oportunidad “para que vean cómo queremos que sea el verano” en lo referido a la nutrición.
Consultas
Precisamente, el inicio y desarrollo de buenos hábitos alimentarios es el objetivo de la mayoría de las personas que pasan por gabinetes como el de Calatayud.
“Hartos de dietas sanas, lo más demandado es perder peso comiendo sano, y cambiando la forma de comer”, señala. La organización de los platos en el menú “es muy importante”, al igual que “la forma de hacer la compra”. A veces, sin pautas y “con los ritmos vertiginosos de vida, no hay ideas para comprar productos menos calóricos y preparar las comidas”.
Respecto a la persistencia de los efectos de la pandemia y el confinamiento, Calatayud responde que tras año y medio el “estrés y ansiedad” que aparecieron entonces en la rutina de las personas ya no son protagonistas en la mesa.
Hubo, explica dos tipos de reacciones: quienes se cuidaron “y encontraron la felicidad” al quedarse en casa y teletrabajar, y quienes, afectados por un entorno más negativo, con familiares enfermos o fallecidos, se vieron impactados negativamente.
