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La digitalización en el campo

Mario González (Gestiexplot): «La digitalización convertirá al agricultor en empresario»

"La agricultura cada vez es más competitiva y quien no se monte en este barco podríamos decir que está “muerto”

La digitalización en el campo
Mario González-Mohíno, de Gestiexplot / Agromarketing.online
J.M. Beldad / CIUDAD REAL
La digitalización en el campo es un hecho inevitable que se hará todavía más presente y necesaria a partir de enero cuando el Cuaderno digital de Explotación Agrícola (CUE) entre en vigor. Muchos de los que se lanzan a la aventura de abordar este proceso tienen claro que es un tren que hay que coger cuanto antes. La digitalización abre un proceso de industrialización en el sector agrícola que va a transformar el modelo de negocio que se ha conocido hasta ahora

No es arriesgado decir que la digitalización en el campo va a llegar a todos los rincones. Y es así porque forma parte de un proceso irreversible que desembocará en una era de industrialización que el sector agrícola no ha vivido desde la mecanización. Big data, analítica, sensorización, marketing digital, blockchain, drones, robotización…

Parecen términos demasiado modernos, demasiado alejados del campo. Pero no. En los próximos años, formarán parte del día del agricultor, que pasará de ser el ejecutor a ser un empresario que tome decisiones basándose en la información recopilada a través de estos conceptos.

La provincia de Ciudad Real encuentra en la agricultura uno de sus principales motores económicos. El empleo en más de la mitad de las localidades depende en gran medida de las actividades agrícolas. El viñedo y el olivar constituyen la esencia de los cultivos arbóreos en esta región.

Muchas zonas de la tierra han sido reconocidas a nivel nacional e internacional por su destacada producción de viñedos, tanto en términos de cantidad como de calidad.

Asimismo, los cultivos de cereales, que cubren más de 267 000 hectáreas, también desempeñan un papel crucial.

En esta provincia, los frutos secos, en particular el almendro y el pistacho, han emergido como las nuevas apuestas de los agricultores. Estos dos cultivos experimentan un crecimiento constante debido a las condiciones climáticas óptimas que ofrece la región.

Los cultivos hortícolas también ocupan un lugar característico, como las berenjenas de Almagro, la cebolla en el área de Bolaños o el cultivo de ajo en la zona de Cinco Casas.

Aunque la mayor parte del mapa provincial está marcada por cultivos de secano, es importante mencionar las extensas áreas de regadío, especialmente en lugares como la zona de Manzanares, donde se cultivan productos hortofrutícolas como el melón y la sandía. Por otra parte, la agricultura ecológica está ganando terreno gradualmente.

Y tras este pequeño contexto casi en forma de mapa, se puede empezar a entender la aparición de empresas como Gestiexplot, una consultoría y asesoría especializada orientada a ofrecer soluciones globales, eficientes e innovadoras a los agricultores del siglo XXI.

Su dueño y fundador, Mario González-Mohíno, tiene un lema: «La digitalización no es una opción, es una obligación». González-Mohíno es graduado en ingeniería agrícola y medio rural por la universidad de Castilla la Mancha y máster en agricultura digital por la ETSIA de Sevilla.

González-Mohíno, en su intensa trayectoria, ha tenido la oportunidad de pasar por diversas áreas dentro del sector como la dirección técnica de explotaciones, el asesoramiento técnico en materia de agroquímicos y fertilizantes y la consultoría de nuevas tecnologías aplicadas al regadío.

Toda esa experiencia acumulada y su inquietud le han permitido llevar a cabo y gestionar dos empresas: Agromarketing, cuya misión es democratizar el conocimiento agronómico a través de los diferentes medios digitales, y Gestiexplot, donde ejerce de director técnico y presta servicios de consultoría agronómica. Aunque González-Mohíno es, sobre todo, agricultor, ya que trabaja la tierra y tiene sus propios cultivos.

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Mario González-Mohíno / Agromarketing.online

P.- ¿La digitalización es un proceso irreversible?

R.- Sin lugar a dudas. De todas las maneras. Si queremos tomar decisiones informadas debemos tener datos. Ya no vale hacerlo por amor al arte o al ojímetro. Los datos son necesarios y para eso se usa la tecnología. Toma de datos para tomar esas decisiones y automatización de procesos, no hay más.

P.- ¿Y cuáles son los objetivos?

R.- Eficacia, eficiencia y optimización de recursos al máximo. La agricultura cada vez es más competitiva y quien no se monte en este barco podríamos decir que está “muerto”.

P.- Si la gente no es capaz de asumir este proceso de digitalización, ¿cuáles son las consecuencias?

R.- Lo cierto es que podrían perder la explotación de sus tierras. La digitalización es también un cambio de mentalidad. Es pasar del agricultor que ejecuta sus labores de cultivo a la figura del empresario agrícola. Y este último busca la máxima rentabilidad de su producción y para ello utiliza todas las herramientas que puede tener en su poder.

P.- ¿Entonces es también una industrialización?

R.- Por supuesto. Es el paso final del proceso de digitalización, la industrialización de los cultivos. Y se ve en los nuevos modelos, que son casi plenamente mecanizables y con una dependencia cada vez menor de la mano de obra, porque no hay y porque la que hay no es cualificada. Y para evitar eso, si industrializas la producción, desarrollas una producción más eficiente y sostenible económicamente aprovechando todos los inputs de lo digital.

P.- Castilla-La Mancha tiene ciertas peculiaridades en la configuración del entorno. Explotaciones pequeñas, irregulares, muchos dueños en pocas hectáreas… ¿Cómo cree usted que va a afectar esto al proceso de digitalización?

R.- El sector se está dividiendo en dos grandes modelos. Las grandes empresas o fondos de inversión que tienen cientos o miles de hectáreas y explotan en zona única y el agricultor, que tiene muchas parcelas pequeñas que si las suma acaban por ser una explotación. Y este segundo sería el modelo más común todavía en nuestra región. El manejo de estas últimas explotaciones es mucho más complejo, porque es menos eficiente si hablamos de tiempos, de personal, de desplazamientos… Es cierto que es más difícil optimizar los procesos ahí que en una explotación de 300 hectáreas juntas.

P.- Y ahí aparecen ustedes y todos los que se han subido al barco de la digitalización.

R.- Sí, pero no deja de ser una tarea muy ardua. La agricultura tiene su mayor complejidad porque depende de algo vivo, en constante cambio y que depende de múltiples factores, que no es otra cosa que la tierra. El agricultor de toda la vida, el ejecutor, va a tener dos opciones: formarse o trabajar con gente formada. Es cierto que ahí emerge la figura del agrónomo, cada vez con más demanda. Acabaremos trabajando como un reloj, con organigramas al uso de empresas.

P.- El punto final parece que es el mismo. Que de lo que ha sido tradicionalmente una profesión casi de supervivencia, nazcan empresas agrícolas con todo lo que eso conlleva.

R.- Así es. Tengo la intuición de que habrá agricultores pequeños que pasen a ser trabajadores ejecutores en explotaciones de medio o gran tamaño y tendrán que renunciar a sus tierras. Y, ojo, eso no significa involucionar, más bien al contrario. El sector tiende a crear grandes engranajes y todos tenemos que buscar nuestro sitio.

P.- ¿Dónde va a llegar la digitalización?

R.- Ya estamos en un punto, digamos, interesante. Pero sobre todo queda la implementación. Como digo, la tierra es un entorno vivo, así que no podemos volvernos locos en el sector. Hay que tener claro que hay factores que no podemos controlar, aunque es cierto que la digitalización nos ayuda a adaptarnos a ellos. La tecnología va muy por delante de lo que hoy es rentable en el campo.

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Técnicas de regadío digitalizadas / Agromarketing.online

P.- ¿Sale rentable justificar una inversión en tecnología para digitalizar cualquier punto de entrada de datos de una explotación? Ya sea referente a plagas, consumo de agua, abonos, trampas…

R.- Actualmente todavía depende sobre todo de un factor. Del tamaño. En explotaciones pequeñas el proceso de digitalización puede que todavía no sea rentable con determinadas tecnologías.

P.- Si esto es así, ¿por qué desde Europa obligan al Ministerio a instaurar la obligatoriedad del Cuaderno digital de Explotación Agrícola (CUE)?

R.- Que el cuaderno sea digital no significa que los datos obtenidos provengan del entorno digital. Esto es importante. Aunque, obviamente, acabará pasando. Lo único que cambia es que el Ministerio va a tener acceso en cualquier momento a la trazabilidad de los productos. Pero es cierto que ahora mismo muchos de esos datos sí provienen de registros informatizados, sobre todo en las nuevas generaciones de agricultores cualificados, o los que trabajan con consultoría, asesoría… Los datos que consulta el Ministerio también sirven al agricultor.

P.- La trazabilidad. Ahí quería llegar. ¿Por qué cuándo hablas con las nuevas generaciones del campo este concepto sale sin parar?

R.- Porque es básico. La trazabilidad aporta valor de mercado y le garantiza al consumidor que ese producto está producido en las condiciones que le están contando.

P.- Por tanto, la digitalización también llega a la fase de comercialización del producto.

R.- Por supuesto. Está presente tanto en la producción como en la comercialización. Si tú quieres garantizarle al consumidor que un producto está producido de cierta manera o en cierto lugar, ya sea de forma ecológica, kilómetro 0, y un largo etcétera, la única manera de hacerlo es la digitalización de todos los puntos para ofrecerle la trazabilidad completa y que el intermediario o el propio consumidor si quiere pueda consultar el punto exacto de una finca del que ha salido esa manzana. Es la democratización de la información acerca del producto, que es uno de los principales argumentos de compraventa.

P.- Y arroja luz a un sector que ha sido tradicionalmente opaco en este sentido.

R.- Efectivamente, pero al productor le interesa que no sea opaco y se sepa lo que está haciendo, porque así garantiza la calidad del producto de manera cualitativa y justifica su valor. Quien sepa llegar a esto y utilizar estos argumentos, se pasará el juego (ríe). Si consigues controlar la comercialización y la producción, tú decides a qué precio vendes, sabes todos los márgenes… Para llegar ahí, es necesario actualizarse y que el campo se industrialice.

P.- La digitalización va a convertir el campo en una empresa 360.

R.- Es el punto final del proceso. Que el agricultor, en este caso ya empresario agrícola, sea capaz de controlar todo el proceso de producción y comercialización y con todos los datos pueda tomar las mejores decisiones para conseguir la máxima rentabilidad, eficacia y eficiencia de sus tierras.

P.- La gente de campo dice que la incertidumbre siempre está, sobre todo por los factores climatológicos, y que condiciona mucho la producción. ¿La digitalización será capaz de reducir su efecto?

R.- Los nuevos modelos de datos utilizan inteligencias artificiales que van informatizando todo lo que ocurre y, basándose en esos datos, puede llegar a avisar al agricultor de ciertas cosas. Pero no hay que equivocarse, la incertidumbre será alta siempre, porque hay cuestiones impredecibles. Es casi utópico pensar que eso se podrá controlar.

«El secano tiene un futuro incierto, pero el regadío puede beneficiarse muchísimo de la digitalización»

P.- Teniendo en cuenta que el agua se ha convertido en un bien preciado, los sensores y los datos del regadío pueden cambiar el paradigma en Ciudad Real, por ejemplo. ¿Qué aporta la digitalización en este tipo de cultivo?

R.- El secano tiene un futuro incierto. Pero el regadío se puede beneficiar muchísimo de este proceso. La optimización del consumo de agua es uno de los factores clave en Castilla-La Mancha de cara a esta industrialización basada en lo digital.

P.- ¿Es el objetivo final del proceso digital maximizar la rentabilidad y la calidad del producto?

R.- Tal cual. En cada cultivo hay que valorar qué aporta la digitalización, algunos tienen una rentabilidad mínima, otros tienen unos márgenes enormes. Llegará a todos, en mayor o menor medida. Quedará lo que sea útil y desde ahí, a por la máxima producción y rentabilidad. Todo está en los datos.

P.- ¿De qué plazos hablamos para esta industrialización del sector agrícola?

R.- Los últimos 4 años han sido de crecimiento exponencial. Y de aquí a 10 años o incluso menos, al campo no lo va a conocer nadie. Y el que esté rápido y entre a jugar, tiene mucho que ganar.

P.- Y en esos 10 años es previsible que aparezcan nuevos puestos de trabajo, gente formada y especializada en puntos concretos del proceso, etc.

R.- Sin duda. Va a haber gente que se dedique a la programación, al análisis de datos, a la electrónica de los sensores, de los drones… A la métrica. Todo trabajo especializado. Y el agricultor, ya empresario agrícola, por encima tomando las decisiones. Este es el futuro. Hay gente que le da miedo, pero todo apunto a que será inevitable.

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Tecnología digital en el campo / Agromarketing.online

P.- En el campo hay reticencia a pedir ayuda, no sé si por una cuestión de filosofía de vida, legado de otras épocas, pero cuesta decirle al vecino “oye, échame una mano”. ¿Qué cree usted? ¿A qué se debe eso?

R.- Es una profesión muy arraigada a la tradición. Muchos la interpretan como algo romántico, casi espiritual. Y hay gente que se aferra a eso y no se la juega a dar el paso y pensar que es un negocio como otro cualquier en el que hay que sacar máxima rentabilidad y optimizar los costes de producción con todo lo que se tenga a mano. Y siempre sin renunciar a la calidad de la materia prima.

P.- Y usted afirmar que ahí viene la nueva competitividad y los nuevos modelos.

R.- El ser humano necesita comer. El campo es necesario. Eso es impepinable. Y desde la pandemia, mucha gente de otros sectores viene al sector agrícola con dinero, mucho dinero, dispuestos a invertir porque el campo tiene que pervivir si queremos comer. Al venir de otro tipo de industrias, están haciendo que el sector sea más competitivo. ¿Y cómo eres competitivo? Pasando de ser un ejecutor a ser un empresario. Y ahí, en ese camino y esa rueda, la digitalización es la llave que puede abrir la nueva puerta al éxito en la agricultura.

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