Dori Tomás, una de las tres primeras mujeres que se incorporaron al trabajo en la administración de justicia en Ciudad Real en los años setenta, se retira de la brega diaria tras 45 años de una actividad profesional que este jueves ha recibido el homenaje de un centenar de compañeros, además de jueces y fiscales.
“En justicia he aprendido que es aquí donde más se puede ayudar a las personas. El trabajo me ha obligado a estar en contacto con situaciones muy duras, en las que he tenido contacto directo con muchísima gente y creo que de verdad aquí se puede ayudar más que en otros ámbitos laborales”, explica Tomás que reconoce que seguiría en esto si no fuera porque le ha llegado la edad de la jubilación.
Una de las tres primeras mujeres
Tomás es lo que se dice una empleada de la administración de justicia vocacional. Siendo muy joven estuvo de “meritoria” (como se decía entonces) en un juzgado de su Granada natal, mientras preparaba las oposiciones y por empeño de su padre. Le gustó, aprobó y en 1972 se incorporó al trabajo en un juzgado de Barcelona con 19 años, que dejó en 1974 para formar parte del equipo de la Fiscalía Provincial de Ciudad Real, “por aquello de estar más cerca de mi tierra me vine aquí, después conocí al que es mi marido y ya me quedé”.
Vinculada a la fiscalía, en 2004 cambió de servicio y se incorporó a la entonces Clínica Forense, hoy Instituto de Medicina Legal, cuyos compañeros le han organizado la comida homenaje de este jueves a la que habían confirmado asistencia el fiscal jefe Luis Huete y la teniente fiscal Carmen Mendiola, además de uno de los exfiscales jefes provinciales que trabajaron con ella, Francisco Moreno.
Siempre dispuesta a echar una mano, Tomás es la promotora del banco de pañales y leche de continuación de la administración de justicia, “que seguirá aunque yo no esté”, dice, en la habitación que la jueza decana Isabel Serrano les presta al grupo de funcionarios que lo organizaron en los años más duros de la crisis.
