Pero durante esta época de reconstrucción y limpieza, el pueblo español ha vuelto a demostrar su generosidad y solidaridad. Miles de voluntarios han viajado hasta Valencia desde distintos puntos del país para ayudar en todo lo posible con el fin de que los habitantes de estos municipios poco a poco empiecen a recobrar la normalidad, una tarea que se antoja larga, ardua y complicada.
Han pasado más de diez días desde que la DANA arrasó varios pueblos de la provincia de Valencia, provocando inundaciones y anegando pueblos enteros, dejando además en el camino a cientos de vidas humanas.
Los castellanomanchegos no han querido ser menos en esta importante labor humana llena de solidaridad y son muchos los que han acudido hasta la capital del Turia para, desde allí, trasladarse hasta alguna de las zonas afectadas por la peor gota fría del siglo XXI.
Es el caso de los jóvenes ciudadrealeños Juan Antonio Patiño Yébenes y Álex Ramírez de Arellano Soto, que el pasado jueves decidieron dejar sus respectivas dedicaciones y viajar a la provincia de Valencia para trabajar como voluntarios y ayudar en las labores de reconstrucción tras la barbarie y el caos.
Juan Antonio señala que en un primer momento tenían pensado trasladarse hasta Valencia un grupo más numeroso de amigos, pero finalmente, y por cuestiones laborales, sólo han podido desplazarse Álex y él: “A pesar de que no disponíamos de muchos fondos, nuestro grupo de amigos decidimos poner un bote común para comprar provisiones para estos días, como productos de higiene y muchas herramientas”.
Juan Antonio cuenta para Lanza, a modo de hoja de ruta o como cuaderno de bitácora, sus vivencias desde una de las zonas afectadas por la DANA, dentro de un viaje en el que también han coincidido con otros voluntarios de Cuenca, Albacete, Toledo y de otras partes de la provincia de Ciudad Real, como la capital manchega, Malagón y Puertollano. Comenta que en un primer momento tenían pensado ir actuando sobre la marcha, dejando las cosas en el coche, aunque trasladando hasta la zona 0 las palas, los cepillos y todo el material que compraron en Ciudad Real y que podían necesitar.
Pero, una vez que se encontraban en ruta, les surgió la “oportunidad”, a través de la Asociación Proyecto ‘Butterfly’ de tener un sitio donde dormir, “algo que nos ha facilitado mucho la labor para poder descansar y dejar nuestro equipaje”.
También explica que gracias a una asociación consiguieron poder participar en la ayuda de los pueblos de Valencia de una manera organizada, para poder estar activos y ser útiles en todo lo que sea necesario: “Una de las tareas que hemos realizado ha sido la de repartir y hacer llegar la comida a las personas mayores que presentan dificultades de movilidad”.
Juan Antonio señala que tanto él como su amigo Álex también se han desplazado durante estos días hasta un colegio de Paiporta hasta donde han llevado distintos paquetes para posteriormente repartirlos en varias furgonetas por los diferentes pueblos afectados como Benetússer, Alfafar, Paiporta, Catarroja, etc. Y, una vez repartidos y enviados todos los paquetes, ya sobre las 12,00 horas, “nuestro equipo, compuesto por unas 30 personas, nos dedicamos a limpiar las aulas y el patio de un instituto, pues todo está lleno de barro”.
“Teníamos claro que queríamos ayudar”
Preguntado por los motivos que les han llevado a participar en esta causa solidaria, responde que “teníamos claro que queríamos ayudar. Y dijimos que para este fin de semana teníamos que viajar hasta Valencia para mostrar nuestra solidaridad y empatía, pues si nos pasase a nosotros, necesitaríamos ayuda cien por cien. Queríamos ayudar. Y necesitábamos verlo en primera persona”, a lo que añade que “todo cambia cuando lo ves en vivo, pues a través de las redes sociales la realidad no es igual”.
La jornada comienza muy temprano
La jornada de estos dos voluntarios ciudadrealeños comienza muy temprano, prácticamente de madrugada: “El primer día (viernes por la mañana) estábamos citados a las 05.45 horas, por lo que tuvimos que levantarnos a las 4,30 horas para poder salir a las 5,15 de la casa donde nos alojamos, que está a una media hora de la nave en Alboraya donde empezamos a organizar los paquetes. Y una vez que llegamos a la nave, nos encargamos de preparar los paquetes para subirlos después hasta las furgonetas para trasladamos a las zonas afectadas, con el fin de no pillar todo el tráfico, pues a partir de las ocho de la mañana las entradas de los pueblos se ven colapsadas. En total somos como un equipo de 15 personas en las diferentes furgonetas para repartir los paquetes por Paiporta, Alfafar, Betetússer, Catarroja, etc.”.
Una vez repartidos los pedidos, “en un instituto de Paiporta nos dedicamos a las labores de limpieza, sacando y quitando el barro de las clases junto al profesorado del centro educativo, entre otras personas. Pero nuestro trabajo va más allá, ya que realmente tienes que ayudar en todo lo que te pidan”.
“La gente todavía continúan sacando barro de sus casas y de sus garajes”
Una de las cosas que más le ha impresionado a Juan Antonio, además del paisaje dantesco que ha dejado a su paso la DANA es “ver como, a pesar de que han pasado más de diez días desde que ocurrió la catástrofe, la gente todavía continúan sacando barro de sus casas y de sus garajes”.
De otro lado, y a pesar de lo que se comentaba días atrás, cuando muchos de los habitantes de estos pueblos decían sentirse “olvidados”, Juan Antonio y Álex sí que han visto a muchos efectivos de bomberos, militares y de las fuerzas y cuerpos de seguridad trabajando y prestando su ayuda por las calles de estas localidades.
“Un hombre de 72 años nos pidió alimentos para hacer una tortilla de patata”
Como nota curiosa comenta que “mientras estábamos limpiando el colegio de Paiporta, llegó un señor, de unos 72 años y llamado Julio, con un cabreo tremendo porque se estaba dando una vuelta por todo el pueblo y se sentía frustrado por la situación, pues no podía ayudar mucho, ya que no le dejaban salir debido a su edad. Y llegó hasta nuestro punto pidiéndonos patatas, cebollas y otros alimentos porque toda su ilusión era hacerle una tortilla de parata a sus nietos y a su mujer. Y nuestro equipo le facilitó todo lo que nos pidió, haciéndole una bolsa de comida muy grande que al final tuvimos que trasladar, junto con un saco de patatas, entre Álex y yo. Anduvimos más de 20 minutos para llegar hasta su casa y darle una sorpresa a su mujer Carmela, a la que le hizo muchísima ilusión”.
La realidad de la catástrofe es “bien distinta” cuando se ve en vivo a lo que reflejan las fotos
Juan Antonio también comenta que la magnitud de la catástrofe es bien distinta cuando se ve en vivo a lo que realmente se transmite por fotos, videos o en las redes sociales: “Cuando hemos paseado por Paiporta hemos visto que todo es un caos, pues está lleno de maquinaria, barro y escombros”. Por este motivo, indica que “es necesario el trabajo diario durante varios meses para que las calles vuelvan a la normalidad, pues no para de haber escombros”.
El trabajo de voluntariado de Álex y Juan Antonio suele concluir pasadas las ocho de la tarde, cuando ya se ha puesto el sol. Terminan exhaustos por el gran esfuerzo realizado y por todas las emociones vividas. Pero se sienten contentos y satisfechos por poder haber podido ayudar y poner su granito de arena con el fin de intentar mejorar la situación de estas personas, muchas de las cuales lo han perdido todo.
Y si con su trabajo permiten sacar una sonrisa a todas las personas que lo están pasando mal, el esfuerzo, por muy grande que sea, bien habrá merecido la pena. “Al final te quedas con ese mensaje, ya que, si a nosotros nos pasase una desgracia de tal magnitud, nos gustaría que nos echasen una mano. Por tanto, la ayuda humana es lo más bonito y lo más gratificante que te puedes llevar. Y ver la cara de la gente y cómo le brillan los ojos a las personas cuando reciben ayuda, eso no tiene precio”.
Este domingo tanto Álex como Juan Antonio regresan desde Valencia con la satisfacción de haber podido ayudar a los damnificados de una catástrofe natural cuyas heridas tardarán tiempo en ser sanadas y, más aún, en cicatrizar.