La Protectora de Animales La Bienvenida de Ciudad Real confirma que el 14 de marzo han entrado cuatro perros adultos y cuatro cachorros. “El abandono de perros sigue igual que siempre”, comenta Sandra Acuña. La población tiene restringido salir a espacios públicos, a no ser que sean asuntos esenciales, como hacer la compra o ir al trabajo, sin embargo, los abandonos no cesan.
A diferencia de Italia, en las perreras de Ciudad Real no ha habido un aumento de abandono motivado por la enfermedad. La voluntaria de La Bienvenida destaca que “las campañas realizadas por veterinarios de la provincia de Ciudad Real han tenido afortunadamente éxito” a la hora de concienciar a los ciudadanos de que los perros no contagian el Covid-19.
Riesgo de saturación en las perreras por la paralización de las adopciones
De proseguir en el tiempo el confinamiento, la situación puede complicarse en las protectoras por el aumento de las entradas de perros y la ausencia de salidas. Sandra explica que, desde que comenzaron las restricciones, “las adopciones están paralizadas”.
“Todo el mundo tenemos que estar en casa, por lo que ni los voluntarios podemos gestionar las adopciones ni la gente puede adoptar perros”, señala. Ante estas limitaciones, las adopciones motivadas por la licencia para salir a la calle para pasear al perro en Ciudad Real no han existido.
Los únicos animales a los que han tenido que encontrar un hogar ha sido a cuatro cachorros. La voluntaria explica que siempre evitan que entren los cachorros a la perrera para que no cojan enfermedades, ya que allí “corren mucho riesgo”. Todos están de momento en casas de acogida “urgentes”, algunas que estaban en su red y otras que han conseguido a través de los llamamientos realizados por las redes sociales.
Ahora, el albergue de La Bienvenida tiene entre 130 y 140 perros. La voluntaria reconoce que siempre están “overbooking”, pues las instalaciones son para una media de 80 perros. Ahora bien, en alguna ocasión han llegado hasta casi los 200, por lo que de momento tienen algo de margen. Si la cosa se complicara, tendrían que cerrar y derivar las últimas entradas a otras asociaciones de la provincia.
Desde el decreto del estado de alarma, los voluntarios de La Bienvenida tienen paralizada toda actividad. Al albergue solo acuden los dos trabajadores contratados para el mantenimiento de las instalaciones. Ambos han adoptado medidas de prevención de riesgos de contagio y trabajan por turnos, para evitar coincidir. Ellos han asumido también las curas de los perros heridos, que hasta ahora realizaban los voluntarios.
Huellas de Puertollano necesita lejía para luchar contra las enfermedades
Con un salvoconducto acuden los voluntarios de la Protectora de Animales y Plantas Huellas de Puertollano al albergue canino, que son los que mantienen las instalaciones de la carretera de El Villar. Eso sí, las medidas de prevención son muy estrictas, tanto de distanciamiento entre los voluntarios como de limpieza.
Tras agradecer la colaboración de la concejala Noelia Caballero, “que siempre está al otro lado del teléfono”, la presidenta de la protectora, Karen Caws, afirma que desde que combatieron el moquillo en octubre de 2018 aprendieron a luchar contra los virus y entendieron “la importancia de la limpieza”. Por ejemplo, en el albergue no se puede pasar de un patio a otro sin limpiarse las botas con lejía.
Producto de primera necesidad es la lejía en el albergue, de hecho, la voluntaria destaca que en estos momentos sufren desabastecimiento. “No tenemos suficiente lejía para la limpieza diaria en el albergue”, afirma. Todos los días la utilizan para limpiar los cheniles, los patios, los pomos y todas las superficies de uso común de los voluntarios.
Por eso, Karen hace un llamamiento a la ciudadanía, para que realicen pedidos online de lejía en tiendas y supermercados, y los voluntarios se encargarán de recogerlos. Desde que comenzó la pandemia, los suministros de productos de limpieza vuelan en cada establecimiento, por lo que el volumen que llega al albergue es mínimo.
Menos avisos por el menor trasiego de gente
Una veintena de voluntarios mantienen y cuidan de los animales abandonados a su suerte en Puertollano. En los últimos días, han reducido el número de personas que coinciden para limpiar las instalaciones para reducir los riesgos, y todos van con mascarillas y guantes. “En el albergue hay mucho que hacer, hay muchos animales, y hay que limpiar, medicar y curar, como siempre”, destaca Karen.
Los abandonos tampoco han desaparecido en la ciudad minera. Siguen los abandonos habituales de podencos, galgos y los perros perdidos. Eso sí, Karen advierte que han disminuido las llamadas al teléfono de recogidas. “Hay menos gente en la calle, por lo que existen menos avisos”, comenta.
Al principio de la pandemia, Karen señala que “la gente empezó a abandonar”, de hecho, el día 13 de marzo, víspera del encierro, tuvieron un pico de 9 perros abandonados. Pero, desde entonces, “la situación se ha tranquilizado, porque los animales no pueden contagiar”.
El contagio no es una excusa para el abandono
Asimismo, desde la protectora Huellas insisten en que caer enfermo por el coronavirus no es una excusa para abandonar a tu perro. Karen subraya que “la perrera no es un hotel”, de manera que “las personas que acaben ingresadas tienen que ser responsables y buscar una vivienda alternativa para los animales”. De momento, en Puertollano ya consta una “denuncia por abandono” por este motivo.
Al igual que ocurre en Ciudad Real, la inquietud domina entre los voluntarios de Huellas al observar cómo aumenta el número de animales en el albergue. Karen confiesa que “es una bomba de relojería”, porque “si aumentan los animales, crece su estrés, también el riesgo de peleas y las enfermedades”. No es igual tener a dos perros en un chenil, que ha cuatro, insiste.
Asimismo, en la ciudad minera también han empezado a colocar a cachorros y perros reservados para adopción en las casas de acogida para hacer hueco a los que entren de nuevas. Las adopciones también están paralizadas, porque requieren de una “visita pre”. Los voluntarios visitan las casas para comprobar que el lugar cumple con las condiciones adecuadas.
Fé para dar una “lección vital” a las generaciones más jóvenes
Con preocupación ante la posibilidad de que algún voluntario caiga ante el Covid-19 porque todas las manos son pocas en el albergue, Karen Caws reconoce que ella pasa estos días entretenida: prepara material para su academia de inglés, trabaja en el jardín y cuida su “salud física y mental”. También está con sus gatos y perros. Una se llama Fé; “lo que tenemos que tener en estos tiempos”, comenta.
Con sus alumnos intenta seguir una rutina, aunque la presidenta de Huellas considera que lo importante es que los chavales “aprendan cómo los padres sobrellevan una crisis”. “Si todos llevamos esto de la mejor manera posible, daremos una lección vital a las generaciones posteriores, que pueden que tengan que afrontar situaciones mucho peores”, concluye.