José Manuel M.C.N.A., el hombre de 40 años que este martes será juzgado por un grave caso de violencia de género denunciado en 2012 por su pareja de entonces, ya cumple una condena firme de doce años por abusar de la hija de once años de otra mujer, con la que convivió en 2015 en Argamasilla de Calatrava.
Lo chocante en este procedimiento, en el que la fiscalía pide 18 años de cárcel por dos delitos de maltrato, otros dos de lesiones y un quinto de inducción al aborto, es que se juzga más de seis años después de la denuncia. Y todo porque hasta 2016 el presunto maltratador estuvo “en paradero desconocido”, al menos para la justicia.
Agosto de 2012: la denuncia
En agosto de 2012, la mujer del asunto que se juzga hoy, acudió al juzgado de instrucción número 5 de Ciudad Real, especializado en Violencia sobre la Mujer pero no exclusivo, denunciando una terrible historia de violencia.
La protección con ella ha funcionado (existe una orden de alejamiento y la prohibición de este hombre de ir a La Solana, la localidad de origen de la chica), pero respecto de José Manuel M.C.N.A. no se tomó más medida que la de “acudir cuando se le llamara”.
En paradero desconocido hasta 2016
En consecuencia nadie supo de su paradero hasta 2016, cuando el abogado que ahora ejerce la acusación particular por la denuncia de 2012, Tomás Fernández-Arroyo, pidió que ingresara en prisión y se encontró con la sorpresa de que estaba preso preventivo por abusar de una niña.
Tres años antes, en 2013, otro juzgado de Manzanares lo citó por otro asunto, pero tampoco se le localizó, hasta la denuncia de 2015 en Argamasilla de Calatrava, por la que ingresó en prisión provisional en diciembre de ese año.
Se grabó abusando de la niña
Natural de Daimiel, José Manuel M.C.N.A. fue juzgado y condenado en 2017 por la sección primera de la Audiencia Provincial a doce años de cárcel. Su caso tuvo cierta notoriedad porque se probó que se grabó abusando de la niña y le envió el video –por error- a la madre.
La víctima de 2012 pide 23 años
A esta grave condena este hombre podría sumar otra todavía más abultada. La acusación particular, que ejerce su pareja de 2012, una chica de 30 años en la actualidad, quiere que sea condenado a 26 años de prisión por el calvario personal que le hizo vivir durante el año y poco que estuvieron viviendo juntos en Pozuelo de Calatrava y Torralba.
Ha destrozado su vida
En estos seis largos años la mujer no ha hecho más que deambular por casas de acogida y vivir con miedo a toparse de nuevo con este hombre, que ha destrozado su vida.
Según su abogado sigue teniendo secuelas psicológicas del maltrato, con sintomatología a nivel físico (trastornos gastrointestinales, dolores de cabeza, dolores cervicales y reducción en su funcionamiento físico).
A nivel psicológico y conductual presenta un estado de ánimo ansioso-depresivo, trastornos de conducta alimentaria, trastorno en el patrón de sueño y síntomas compatibles con un trastorno de estrés postraumático y autoestima deteriorada, así como indicadores psicosociales de maltrato por la historia, sentimental vivida, escasas relaciones sociales, desmotivación y afilamiento social.
Según el equipo psicosocial de los juzgados que la exploró el cuadro clínico que presenta “reduce sus capacidades cognitivas y sociales, lo que produce una inadaptación en los distintos ámbitos de su vida, existiendo una relación de causalidad con los hechos relatados, suponiendo los mismos un esquema de violencia sostenida a lo largo de la relación sentimental con presencia de componentes de agresión psicológica, física y sexual”.
Rosario de vejaciones, humillaciones y golpes
El escrito de calificación provisional de hechos probados que comparten las acusaciones da cuenta de un rosario de vejaciones, golpes y humillaciones que derivaron en el delito más grave: aborto con la agravante de parentesco.
Se supone cuando la mujer se quedó embarazada, en el invierno de 2012, el acusado la obligó a acudir a una clínica para que se sometiera a un abordo, contra su voluntad.
Sentimiento de dominación y celos
Al principio se tomó bien el embarazo pero según considera probado la fiscalía a medida que la mujer perdió el interés sexual por su estado, el acusado desarrolló un “sentimiento de dominación y celos (…) hasta el punto de idear un plan para constreñir a la mujer para que abortase”.
Le escribió en un papel lo que tenía que decir
La fiscalía también considera probadas dos palizas que la mujer ocultó, una de ellas incluso pese a que fue atendida en el hospital y estuvo impedida ocho días para realizar sus actividades. Según las acusaciones llegó a escribirle en un papel lo que tenía que decir cuando le preguntaran los médicos.
La acusación particular pide una pena más abultada porque acusa por tres delitos de lesiones, con la secuela de haberle producido una grave enfermedad.