Francisco Seco, el hombre de 36 años que mató a su vecino de adosado Isidro Antonio González en el barrio de Los Rosales de Ciudad Real, en enero de 2020, no se considera ni un asesino ni un homicida, y espera el juicio (en octubre) por lo que la fiscalía ha calificado de “asesinato» de su vecino, para demostrar que la muerte fue accidental, en un forcejeo en el que él solo se defendió de Antonio.
“No hay una sola huella de Francisco en las tijeras con las que resultó muerto Antonio, que eran suyas, de la víctima, mantenemos que hubo homicidio imprudente”, señala su abogado defensor Francisco Carmelo Risueño, que confía en probarlo ante el jurado popular que juzgará el caso.
«Solo una herida fue mortal»
Respecto a que la víctima tenía más de veinte cortes de tijera en el cuerpo, indicio para las acusaciones de que Francisco Seco se aseguró su muerte, corrige: “Son 18 y todos superficiales excepto la desafortunada del cuello que le alcanzó la yugular, un accidente que puede ocurrir, como por desgracia pasó, cuando intentas atacar a alguien más fuerte que tú que te sujeta el brazo”, dice.
La defensa también tiene pruebas de que Isidro Antonio González era “un manitas” que había manipulado esas tijeras “normales, de cocina”, pero muy características, que la policía encontró al lado de su cadáver tras “el forcejeo” con Francisco.
La viuda y la hermana ejercen la acusación
Por contra, tanto la hermana del fallecido como la viuda ejercen la acusación particular en un caso en el que entienden que hubo premeditación y un ataque por la espalda. “Nosotros pedimos veinte años de cárcel, como la fiscalía”, explicó en mayo, cuando se preseleccionó al jurado, Rodrigo García, abogado de la hermana del fallecido. Hasta 30 años de cárcel solicita Federico Castejón, el letrado de la viuda.
La fiscalía cree que se encontraron de forma casual
La fiscalía, que pide 20 años de prisión por asesinato, sostiene que el 29 de enero de 2020 Antonio y Francisco, vecinos con mala relación de la calle Arrayanes de la urbanización Los Rosales, comenzaron a discutir “por cuestiones vecinales, frecuentes entre ellos”, en el rellano entre ambas viviendas, sobre las nueve de la noche.
En el fragor de la bronca el acusado decía que lo iba a matar y poco después, “con ánimo de acabar con su vida”, sacó unas tijeras que llevaba escondidas y comenzó a clavárselas a Antonio en la cara, cuello y tórax. Uno de los golpes le perforó la yugular lo que le provocó una hemorragia masiva por la que murió. La víctima habría cumplido 60 años este año.
Las acusaciones dicen que planeó matarlo
Las acusaciones particulares introducen el matiz del plan, creen que el acusado planeó acabar con la vida de su vecino y lo preparó todo para encontrarse con él en la puerta de ambas viviendas. Parten de que esa noche desconectó la cámara de seguridad que grababa lo que pasaba en su puerta, ocultó unas tijeras de jardinería en sus ropas, y fingió que barría la acera sobre las nueve de la noche para hacerse el encontradizo con la víctima y su mujer que venían de hacer la compra.