El tiempo ha respetado la festividad de Todos los Santos. En un día soleado, con apenas algún nublado esporádico, y temperatura más propia de la primavera, el camposanto ciudadrealeño se ha llenado de vida. Un continuo ir y venir de familiares (y también mascotas) han animado una jornada en la que, además de los difuntos, las grandes protagonistas han sido las flores.
Aunque no todas las personas que acuden al cementerio en esta jornada están de acuerdo con esta costumbre. Lupe, una funcionaria de carrera jubilada, se ha pasado hoy a visitar a su madre y su abuela, fallecidas hace ya varias décadas. No es algo que suela hacer, reconoce. Para Lupe lo de hoy es algo excepcional. Llevaba muchos años sin visitar el cementerio, pero esta mañana ha salido a pasear y se le ha antojado la parada. No ha traído flores, ni recuerdos. Dice que no comulga con ese tipo de gastos. En su familia nunca han sido de estas cosas. “He venido a rezar a su cuarto de estar. Pero espero que todavía quede mucho para hacerles compañía”, comenta con un optimismo envidiable después de haber superado dos procesos de cáncer.
Lo de Lupe es realmente excepcional. El trajín de centros y ramos de flores es lo más habitual entre los visitantes (hay quien incluso tiene que ayudarse de carritos para trasportarlos debido a su tamaño y peso). Los paseos y pasillos del cementerio han sido un no parar de colores y olores. Para los vendedores de flores hoy es un gran día.
Centros de rosas rojas, lo más demandado
A los puestos fijos, ubicados a la entrada del cementerio, se han unido esta mañana una media docena de puntos de venta ambulantes. Lo que más se está vendiendo este sábado son centros, con precios que oscilan entre 19 y 50 euros. Aunque también hay ramos a 10 euros, plantas y margaritas a 8 euros.
Estas últimas y los claveles no faltan en este día, pero según Mario, vendedor estacional, las rosas rojas “de toda la vida” están siendo las preferidas este año. Centros de rosas rojas de 45 euros es lo que más ha vendido. “La rosa es lo que más dura y es lo que más tirón está teniendo”, frente a otras variedades como liliums, gerberas o gladiolos… también a disposición de los clientes.
A estos vendedores, que aseguran haber mantenido el mismo precio de todo el año en sus flores, el día les está yendo bien. Después de un inicio de semana descafeinado por las lluvias, hoy “va bien la cosa”, asegura Mario, que a mediodía daba por terminada la jornada.
En busca de los conocidos
El día ha transcurrido dentro de la normalidad habitual para la fecha y con la misma afluencia de gente de otros años, según señala Vicente Díaz, uno de los encargados del cementerio. Para él la jornada de hoy también es un no parar de idas y venidas ayudando a los visitantes a encontrar la ubicación de las sepulturas de familiares, amigos y conocidos.
Indica que la app puesta en marcha por el Ayuntamiento de Ciudad Real para este cometido es útil, funciona bien y “la está utilizando mucho la gente”. Pero al no llevar incorporada la geolocalización de las tumbas, en muchos casos, sus indicaciones resultan indispensables para orientar a los visitantes -sobre todo mayores- que no se ubican dentro de un camposanto, de principios del S.XIX, que alberga unas 15.000 sepulturas y alrededor de 70.000 fallecidos.
Para facilitar el tránsito de los familiares de tantos difuntos, el cementerio ha abierto hoy de forma ininterrumpida desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde.
Quejas por el encharcamiento de un pasillo
Dentro de la normalidad que comenta el encargado, la única incidencia más llamativa ha sido la rotura de un grifo en el Patio 9, ubicado en la zona de la ampliación que se llevó a cabo hace unos cinco años.
Sonia, que ha acudido a visitar a su padre fallecido en 2023 de forma repentina por un cáncer de pulmón fulminante, se quejaba de que el agua soltada por este grifo de forma constante está encharcando el pasillo y, en particular, la sepultura de su familiar, que es la que se encuentra más próxima a la salida de agua.
Otros visitantes, cuyos difuntos están también enterrados en esta zona, señalaban que el agua lleva varios días corriendo y empapando este pasillo. Así lo comenta Carmen, hija de otro de los fallecidos que se encuentran en este sector y que hoy ha acudido a mostrar su “cariño, respeto y recuerdo”, junto a varios familiares. Porque “este es su día y es una forma de mostrar que se les echa de menos”.
Admiración ante la tumba Apolonia
En contraste con la incidencia del agua, destaca la admiración que ha despertado el cambio de ubicación y la restauración de la tumba de Apolonia. Esta ha sido una de las últimas novedades llevadas a cabo en el camposanto ciudadrealeño.
El bonito homenaje del escultor vallisoletano, Tomás Argüello, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de la capital, a su joven esposa, Apolonia Canales Zurro, fallecida en 1916 a la edad de 23 años, puede ahora contemplarse en todo su esplendor en su nuevo emplazamiento.
El trabajado arcón funerario se ha trasladado del Patio 4 a una ubicación privilegiada en el paseo del Patio 8, lo que favorece su contemplación. Muchos visitantes, después de depositar las flores y recuerdos en las tumbas de sus seres queridos, se han detenido ante la escultura de Apolonia para admirarla y fotografiarla.
Mantener viva la memoria de los que ya no están
Cerca de la tumba de Apolonia, la familia de Prado visitaba la sepultura de sus abuelos y bisabuelos. Prado ha acudido hoy al cementerio junto a su hermana, su cuñado, sus dos sobrinos, León y Maya, de 11 y 7 años, y la perrita de estos, una viejita Molly, rescatada de la protectora. Para esta familia juntarse este día y acudir al cementerio es una tradición.
León y Maya han aprovechado para llevar a sus antepasados la figurita de un conejo que han hecho ellos mismos y una orquídea. Los dos se mostraban contentos de acudir a esta visita. El cementerio no les impone. Al contrario, dicen que les gusta ir y recordar algunos dichos del abuelo como, por ejemplo: “Fumo pero no me trago el humo”, “la vida hay que tomársela como viene” o “júntate sólo con los guapos y si no los encuentras, siempre estoy yo aquí”.
Porque, aunque estos pequeños no llegaron a conocer a los que allí se encuentran enterrados, su tía Prado y sus padres se han encargado de mantener viva su memoria en ellos. Tanto que Prado reconoce ser una asidua del camposanto. «Me gusta venir. Es un sitio con mucha paz y para pensar”, afirma.
Trajín de cubos, esponjas y jabón
Algo más retirado de la tumba de Apolonia, Amparo y José, un matrimonio casi octogenario se afanaba en la limpieza de la lápida de unos familiares. “Somos ya muy mayores y tenemos a mucha gente aquí, abuelos, padres, suegros”, comenta Amparo.
Aunque para ellos acudir al cementerio el Día de Todos los Santos es una tradición, que acompañan de flores y el rezo de un padre nuestro, sus visitas al camposanto son frecuentes. De hecho, Amparo ya está pensando en volver mañana, «que es día 2, Día de Difuntos» y del que dice que todo el mundo se olvida.
A este matrimonio le gusta venir algunos días antes para adecentar las tumbas, pero este año no han podido y las lluvias de principios de semana tampoco lo han puesto fácil. Por este motivo, esta mañana todavía quedaban algunos rezagados equipados con guantes, cubos, esponjas, cepillos y jabón afanados en fregar las sepulturas.
Todo el día acompañando al difunto
A quienes no les ha pillado el toro ha sido a los Torres Rodríguez. Esta familia ha venido preparada para pasar todo el día junto a la tumba del marido y el hijo de Francisca, fallecidos a las tempranas edades de 58 y 24 años, respectivamente.
La sepultura de esta familia es una de las más llamativas del cementerio de época reciente. Sobre la lápida se erige una gran figura, casi a tamaño natural, de un ángel alado de color cobre, flanqueado por varias columnas.
Este monumento funerario se encuentra hoy totalmente cubierto por 19 centros de flores. «Nos quitamos de muchas cosas para poder esto», dice Francisca. Estas son sus ofrendas y las de la docena larga de familiares que la han acompañado para honrar a sus muertos. “Es el día de ellos”, señalan, por eso pertrechados con algún que otro refresco y unas pocas sillas se acomodan alrededor de la sepultura para pasar largas horas de rezo y charla.
En recuerdo de los caídos
Una de las visitas que tampoco falta este día en el cementerio de Ciudad Real es la que se hace a los caídos, Como cada año el acto en homenaje a los caídos de la Guerra Civil, organizado por el Partido Socialista, ha tenido lugar en torno a las 12 del mediodía. Unas 30 personas se han dado cita junto a la fosa común donde se encuentran unos 700 represaliados durante la contienda y años posteriores, hombres y mujeres identificados como republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas o, simplemente, familiares de estos.
Esta fosa ubicada al final del cementerio, en el lado izquierdo del mismo, se construyó hace 45 años gracias a las gestiones realizadas por Isidro Gómez Vargas, concejal de Ciudad Real y diputado provincial entre 1979 y 1987.
Hoy era uno de los presentes en el pequeño homenaje llevado a cabo junto a la tapida donde fueron ajusticiadas las personas cuyos restos se encuentran recogidos en sacos dentro de la fosa (visitable por dentro).
Gómez Vargas apunta que, aparte de los 700 cuerpos enterradas, en esta misma zona del cementerio hay muchos más cuyos restos no se han encontrado aún (se estima que en este emplazamiento fueron asesinados unos 1.200 simpatizantes del bando republicano).
Ni un gato a la vista
Los que sí han faltado hoy a la cita del Día de Todos los Santos son los más asiduos del camposanto, los gatos. Hoy desaparecidos, asustados por tanto movimiento.
El cementerio alberga una colonia de casi un centenar de felinos, según el encargado de la instalación que recuerda que el ayuntamiento ha tomado medidas para intentar controlarlos: “Ha prohibido que la gente los alimente y ha colocado cuatro puntos de alimentación con torvas de pienso y agua. Pero falta que se vayan acostumbrando”, indica.
El operario comenta también que la gran problemática en torno a este tema es que “la gente que tiene gatos en su casa no los esteriliza, tienen camadas y luego vienen y los abandonan aquí”. De manera, puntualiza, “que si no se conciencian en sus casas” las campañas de esterilización -dos ya llevadas a cabo por el ayuntamiento- no acaban de dar resultado y “va a ser muy complicado atajar el problema”.
