La rutina y los lugares conocidos hacen que las miradas se desvíen y acaben por acostumbrarse a la frondosidad de las cosas, dejando escapar los detalles diferenciales sobre los que a veces se manifiestan errores de bulto.
Dos décadas después casi nadie se ha hecho preguntas sobre la rehabilitación de la escultura del Gasset; y lo que es peor, han pasado los años sin exigir responsabilidades, haciendo que lo que entonces era enmendable, hoy sea un fallo prescrito.
Por eso, era de justicia moral, cuando se ha descubierto, echar la vista atrás, para si no remediarlo, al menos, dar algunas respuestas sobre el asunto.
Elaborando un reportaje sobre las esculturas de Ciudad Real, fue el propio concejal de Cultura de la localidad, Nacho Sánchez, el que centró la mirada en el monumento de Gasset, señalando una cabeza más blanca que el resto de las piedras de cuantas componen el conjunto escultórico, que fue restaurada en 2008 y que pese a su llamativo resultado, nadie se ha centrado en ella.
Nosotros, confiesa Sánchez, “nos hemos dado cuenta hace unas semanas. De hecho, estuvimos mirando este espacio para celebrar aquí el Pandorga Reggae Fest y no nos percatamos de esto”.

¿Qué pasó?, ¿cuándo ocurrió?, ¿quién revisó aquella restauración?, ¿quién fue el responsable de aquello? A todas esas preguntas, Lanza busca respuestas.
En los años 90 un acto vandálico dejó decapitada la figura de «La Guarrona» , como popularmente se ha conocido la imagen que acompaña a Gasset en la parte baja de su columnata monumental, tal como recogen algunas noticias de la época.
Quizás fue su desnudo lo que provocó aquel gesto contra el patrimonio, o tal vez fue simplemente la falta de neuronas de un vándalo, que un buen día de ese final de siglo XX, decidió que aquella cabeza merecía caer al suelo, como alguna vez también a lo largo de los años lo han hecho en varias ocasiones los maceteros de la Talaverana.
Aquello se dejó pasar por alto, no hubo delincuentes señalados, ni ruedas de prensa que denunciasen lo ocurrido, y aquello terminó olvidándose, sin que nadie reparase en aquella figura descabezada en la obra de Ignacio Pinazo. De hecho, fuentes policiales confirman a Lanza que «dos décadas después no se encuentran denuncias al respecto»; o lo que es igual, aquel atentado artístico se quedó sin culpable.

Más de una década después, en 2008, siendo Rosa Romero alcaldesa, alguien se fijó en aquel desperfecto y se decidió “ponerle solución”.
Cabe destacar que durante el mandato de Romero, hubo predilección por la adquisición de obras escultóricas para la ciudad. Del 2007 al 2015, el consistorio sumó varias piezas monumentales al patrimonio tales como: el monumento a las víctimas del terrorismo y la estatua de Juan II en 2007, la Pirámide Homenaje a Alarcos en 2009, Hernán Pérez del Pulgar y la Reina Isabel la Católica en 2010; o en 2015 la Dulcinea que desde entonces decora la fachada trasera del Ayuntamiento.
Pero volviendo al Gasset, ¿quién hizo esa restauración?, ¿Manolo y Benito?, ¿Cecilia Giménez?, ¿se pagó por ello?, ¿quiénes fueron el técnico y el concejal que supervisaron y aprobaron el proyecto?
Buceando en la hemeroteca de Lanza es fácil situar algunas de las piezas de esta historia inacabada.
Lanza-25-4-2008 informa sobre los trabajos de restauración
El proyecto para realizar diferentes obras en el Gasset fue adjudicado en abril del 2008 a una UTE (Unión Temporal de Empresas), formada por las empresas León Triviño y Aglomerados Ciudad Real. El total del importe de obras, en las que estaban contempladas diferentes actuaciones, como la reparación de la fuente Talaverana o la del propio monumento a Gasset, ascendió a 230.000 euros.
El entonces concejal de Sostenibilidad, Juan Caballero y José Arrieta, técnico municipal, dieron el visto bueno a unas obras, que pese a mejorar algunas zonas del parque, dejaron grandes peros que quedaron ahí, sin que se corrigiesen antes de darse por finalizadas.
La cabeza restaurada, lejos de parecerse a la original, bien podría haber anticipado la fama cosechada por el Ecce Homo de Borja (Zaragoza), que se llevó a cabo cuatro años después que el de Ciudad Real.
Materiales diferentes, poco rigor histórico y un debatible gusto estético, se confabularon en esta obra, que casi dos décadas después, sigue expuesta para los visitantes del Gasset, que por suerte, no se percatan de ella.
¿Se debería llevar a cabo una restauración?, ¿se puede recuperar el monumento?
Francisco Mora, escultor reconocido en la provincia de Ciudad Real, señala que “necesita un buen lijado, restaurar los desperfectos que se le ven en la nariz, las grietas que presente y volver a policromar para que no haya tal diferencia de tonalidades entre materiales”.
Preguntado si podría asemejarse a la figura y materiales originales, apunta que “depende de la pericia del artista a la hora de ejecutar el trabajo”.
En una línea similar se pronuncia el artista daimileño, Juan Francisco Gómez-Cambronero que en un intento de comprender lo sucedido, señala que «es más que posible que esta reconstrucción no la hiciese un profesional. No tiene ningún rigor, no se ha analizado el entorno, la humedad, la situación de esta escultura y de ahí los desperfectos y la desproporcionalidad que presenta respecto a la talla original».

Desde el punto de vista del escultor, Gómez-Cambronero dice que «yo me dirigiría al propio Ayuntamiento para decirle que ésa no es la obra que yo he planteado, que se hace para embellecer un lugar y cuando la reconstrucción falla, como en este caso, crea el efecto contrario». «Me sentiría defraudado y trataría de asemejarla a su estado original».
Devolver el esplendor a una de las plazas más icónicas del Gasset, calcula que se tardaría «alrededor de mes y medio o dos meses, dependiendo de la dedicación del artista, la obra podría estar restaurada».
El precio, que suele ser siempre el centro del debate, una cantidad mucho menor que las partidas que se desperdician en otro tipo de inversiones públicas que son de paso.
El problema, critica, «es que la cultura y el patrimonio no se valora como debe», avalando su punto de vista en su larga trayectoria exponiendo en prestigiosas colecciones y museos fuera de España.
Mientras se produce esa reflexión, tan necesaria, como lo importante es que se hable, ojalá que este artículo sirva para que «La Guarrona» del Gasset no encabece los rankings de «peores restauraciones de la historia en España».