El periodista Manuel Villanueva (Pontevedra, 1958), director de Contenidos de Mediaset España, que siempre ha defendido el vino allá por donde ha ido, moderó hoy la mesa ‘El vino por las tierras de ‘El hereje’, de Delibes’, que ha reunido a grandes especialistas en vino del norte del país, como son Inma Cañibano, que es la letra Ñ de la Academia de la Gastronomía de Castilla y León; Iván Sanz, director comercial de Dehesa de los Canónigos; Julio Vallés, presidente de la Academia de Gastronomía de Castilla y León y presidente de la D.O. Cigales; María Alonso del Yerro, propietaria de la Bodega Alonso del Yerro, y Richard Sanz, enólogo de la Bodega Menade.
En su presentación, Manuel Villanueva reconocía que no hay mucha conexión entre esta joya literaria, en la que Delibes indaga sobre los resortes que mueven las distintas pasiones humanas, y el mundo del vino, “más allá de menciones puntuales a los vinos de Cigales o de Rueda, pero sí que contempla “un recorrido muy descriptivo por esas tierras tan fértiles para los viñedos. Y el vino es también un paisaje”.
Y quizá por sumarse a ese paisaje, entre el público se podían ver a los participantes en la mesa posterior en esa aula, sin duda atraídos por la actividad, el caso de Lorenzo Díaz o José Ribagorda, entre otros.
A sus compañeros de mesa los presentó como “unos excelentes representantes de sus diferentes zonas y personas muy cualificadas para describirnos la situación actual del vino en cada uno de sus puntos geográficos. Todos tienen un profundo conocimiento del sector”, animándolos a que “se aproximaran a esa geografía castellana tan llena de historia, de huellas literarias y de vinos: los mencionados y la Ribera del Duero en su vertiente vallisoletana o burgalesa, o de Toro”.
Villanueva se refirió al “esplendor geométrico del vino del que hablaba Delibes”, porque “el vino es paisaje y también palabra”. Se autoproclamó aficionado a los vinos, “a mí me los presentan y yo me los bebo con mucha diligencia, mente y oídos abiertos, intento empaparme de ellos, como Delibes, que era un amante de la tierra y la caza, y por tanto he de suponer que también del vino”.
A la vez que intervenía cada uno de los componentes de la mesa, Rubén Becker, que fue Nariz de oro hace años, y se siente más tabernero que otra cosa en Zamora, fue catando los vinos de las bodegas implicadas, comenzando por los Rueda, que eran los que más bebía “El Hereje” en su época, luego un Rosado de Cigales; y riberas de Duero de la zona de Valladolid y Burgos, así como otros vinos de Toro. Dejó claro Becker que “le gustaba sobre todo la sensación del vino en boca más que en nariz” y que “el mejor maridaje y contra el que no se puede luchar es el del momento y la compañía”.
Julio Vallés habló de la DO Cigales, la más antigua de Castilla y León, destacando que el problema en la misma es que el vino es muy barato, “no se puede vender una joya al precio de chuchería, hándicap nuestro, algo en lo que hemos de seguir trabajando”.
Ivan Sanz, de Dehesa de Canónigos en Valladolid, afirmó que “los vinos hay que hacerlos desde la viña, el suelo y el clima son la columna vertebral de un vino realizado con una agricultura casi heroica, debido a nuestros climas tan severos, y ahora tan cambiantes, además por supuesto de que luego es labor del enólogo interpretarlos, de ahí nuestro dicho de antes uvas que cubas”.
Sanz se proclamó “optimista sobre el futuro de la DO Ribera del Duero, que ha pasado de las 11.000 a las 23.000 hectáreas, suponiendo un revulsivo económico para los núcleos rurales, pero ahora empieza a primar el sentido común, empezamos a entender que hay que buscar la calidad, dotando a los vinos de personalidad, porque no todo vino de Ribera es igual”.
María del Yerro habló de la ilusión de su marido y ella, querían convertir su hobbie en su trabajo, y dieron el paso y compraron viñedos en Ribera del Duero “para hacer algo que se convirtiera en referente, de clara influencia francesa, primando el suelo, hacemos vinos de viñedos”. Y forman parte también de Grandes Pagos de España. Su inspiración francesa hace que se hayan rodeado de asesores y enólogos franceses
Richard Sanz, enólogo de Menade, se refirió a como en su trayectoria todas las cosechas han sido buenas, y dejó claro que para él “la revolución es volver al origen, creo que las bodegas se han apartado de ello, y hacen vinos demasiado programados y tecnológicos en su zona, a la vez que hago una llamada a la biodiversidad para producir vinos con identidad propia, que a lo mejor no tienen que ser los mejores, pero sí singulares, o sea apuesto por una manera de trabajar con lógica”
Inma Cañibano, máster en Enología, se declaró enamorada de la Garnacha y de Toro y apostó por la libertad. Hace falta libertad y gente trabajando sabiendo lo que quiere hacer. Por eso coincido con Richard Sanz en parte de lo que ha dicho. Ella apostó además “por la creación de una Gran DO de Ribera del Duero, con subdivisiones, sería ideal, pues nuestro futuro está en la exportación y eso nos ayudaría”, dejando claro que, en su experiencia personal, necesita “vinos que tengan pasión, alma y no artificios, y que me digan de dónde vienen y quién los ha hecho”.
Sobre FENAVIN
Antes, Manuel Villanueva había declarado a los medios de comunicación que FENAVIN le parecía algo prodigioso, “que de repente en 18 años se haya montado este lío tan hermoso y tan grande en esta población Ciudad Real, tan austera y a la vez tan humilde, y compita con las grandes ferias de vino de Alemania y Londres, les felicito de todo corazón, enhorabuena”.
Mientras que a Rubén Becker, que este año se estrena en FENAVIN, le parece “una feria increíble, por su volumen de gente y sobre todo la sensación que da es que es muy de hacer negocio, y no de paseo como son otras. Esta sí es ideal para descubrir cosas buenas e interesantes”.
