“Yo sabía que al final íbamos a reñir”. Isidro Doral Redondo, el acusado de matar a golpes a Gregorio Chamorro, el novio de su exmujer en el intercambio semanal de una hija en 2015 en El Robledo, ha reconocido hoy en el juicio que discutió con su exmujer y su exsuegra, y que “ese hombre” (como llama a la víctima) se metió en la bronca. “Me agarró de la pechera, yo sólo cogí el leño para defenderme”, ha explicado a modo de disculpa. Ha venido a decir que le dio tres golpes en la cabeza con el leño casi de casualidad, para defenderse de él que era más fuerte y más joven, pero sin tener intención de matarlo.
Su declaración ante el jurado que juzga el caso esta semana en la Audiencia de Ciudad Real ha evidenciado la mala relación que existía entre los excónyuges y sus familias. De hecho Isidro ha testificado que ya había advertido al juzgado que llevaba el divorcio y las denuncias entre esta pareja, que en los intercambios de la hija menor de once años iba a pasar algo.
Entre sollozos Isidro poco menos que ha culpado a la víctima y al entorno de su exmujer de lo que pasó. Según él desde que su mujer se fue de casa en mayo de 2013 “y dejó a sus hijas”, ha insistido, lo provocaban con insultos y denuncias, burlándose incluso –siempre según su versión- de la muerte de su madre.
“Razones de género” como agravante
Sin antecedentes, de 60 años, natural de Porzuna y vecino de El Robledo, Isidro Doral se enfrenta a penas de entre 23 y 15 años de cárcel por lo que hizo. Para la fiscalía es autor de un delito de homicidio por el que solicita quince años, mientras que la acusación particular entiende que cometió un asesinato con varias agravantes, entre ellas “razones de género”. Según el abogado de la mujer Santiago Ballesteros Isidro quería menoscabar la autoestima de su exmujer que había rehecho su vida.
No más de 5 años de cárcel
La defensa por su parte alega que en el caso cabe aplicar las atenuante de “arrebato y obcecación” y considera que Doral sólo es culpable de un delito de lesiones dolosas por el que no cree que deba ser condenado a más de cinco años de cárcel.
Goyo, como llamaban sus allegados a la víctima, medió en una discusión entre el acusado, su exmujer y su exsuegra, en el intercambio semanal de la hija de 11 años del matrimonio, en trámites de divorcio desde marzo de 2014. En la demanda la justicia le entregó a Isidro la guarda y custodia de la menor en El Robledo, con visitas de fines de semana de la madre, que por esas fechas residía en Ciudad Real.
Sobre este caso planea la sombra de la violencia de género. La pareja llevaba tiempo separada y el ahora acusado no había aceptado de buen grado el inicio de los trámites de divorcio.
La madre iba a devolverle a la hija
El crimen que se juzga ocurrió el domingo 13 de diciembre de 2015 sobre las ocho y media de la tarde en la puerta de la vivienda del acusado. Según el escrito de acusación provisional de la fiscalía la exmujer fue a El Robledo acompañada de su madre y de su nueva pareja Gregorio Chamorro a devolverle a Isidro a la niña, que vivía con él. En principio sólo se bajaron del coche las mujeres, llamaron al timbre de la casa, una vivienda unifamiliar de dos plantas y con una leñera en el pequeño patio de entrada. La menor pasó y el acusado inició una fuerte discusión con su exmujer y su exsuegra, “en la cual intercambiaron todo tipo de insultos, vejaciones y amenazas”, dice textualmente el escrito de la fiscalía.
Se bajó del coche porque tardaban
Gregorio, de 50 años, al ver que tardaban decidió bajarse del coche y acercarse a la puerta de la casa para ver qué pasaba. Fue cuando se dirigió al acusado al que recriminó diciéndole que si no le daba vergüenza meterse con una persona mayor, lo que se supone que provocó la ira de Isidro Doral que sin mediar palabra cogió un leño de grandes dimensiones con el que golpeó en la cabeza a Goyo al menos en tres ocasiones y lo mató.
El juicio que ha comenzado este lunes con la selección del jurado y la declaración del presunto homicida, continuará este martes con los testimonios de la exmujer, la exsuegra, la hija y varios vecinos que presenciaron la bronca aquella noche.