Había tanto espacio disponible para ubicar en La Granja en su totalidad el mercadillo guardando las distancias de seguridad que ahora se hace “hasta deporte” si se recorre en su totalidad. “Ya no sólo hidrogel, tenemos hasta botellines de agua en los puestos para dárselos directamente a la gente” por si viene ‘agotá’, comenta con buen humor Joaquín, que considera que “es lo suyo” que se abriera por fin al cien por cien y, sobre cómo se ha organizado, mejoraría que, en lugar de una entrada y dos salidas como las actuales, hubiera dos entradas y una salida para favorecer el tránsito por todos los puestos.
Tino, tesorero y vocal de la asociación Avamer, estima que la apertura con la totalidad de puestos “era necesaria” puesto que “era ya una injusticia lo que estaban haciendo con el sector del mercadillo”. En realidad, subraya, el mercadillo es “una gran superficie al aire libre”, sin tabiquería ni techado, “con mucho menos riesgo que cualquier otra”, por lo que no se entendía esa severidad de que “nosotros estuviéramos cerrados” mientras los súper estaban abiertos “o limitados” habiendo posibilidad de ampliar el espacio de instalación.
“Por lo menos han tomado nota y lo están corrigiendo porque hay más de dos mil familias que vivimos de esto en la provincia” y “nos hemos sentido discriminados”, ya que, además, en otras Comunidades Autónomas como Extremadura e incluso Madrid, con más contagios, los mercadillos estaban abiertos.

La reorganización en Ciudad Real del mercadillo para la instalación de todos los puestos a partir de este sábado se ha hecho a nivel “general bastante bien”, a su juicio, con algunos matices a mejorar como la dotación de más espacio a los puestos de los compañeros con artículos más voluminosos como los de las plantas y tratar de que no se sientan más aislados los de una zona respecto a las otras.
En este sentido, señala que piden al Ayuntamiento que se vayan subsanando estas “pequeñas” cuestiones para que, “dentro de los cambios, haya la menor gente perjudicada”, al tiempo que expresa su satisfacción por la respuesta de los clientes, lo cual se debe a que “la gente le gusta y quiere el mercadillo, es algo que viene de tiempos inmemoriales, una costumbre” y además se sienten más seguros comprando al aire libre.
“Muy extenso”
“Lo bueno es que ya podemos todos trabajar todos los días”, pero hay espacio de sobra, manteniendo las distancias establecidas de seguridad, “para ponernos un poco más juntos”, ya que el recorrido es “muy extenso” y en algunas zonas “estamos demasiado separados, desperdigados”, opina Vicente, que no se queja por el sitio que le ha tocado, nada más entrar, pero sí el estar “un poco solo y se ve muy vacío” ya que a sus flancos este sábado no había puestos.

En torno al ochenta por ciento de los puestos han acudido a instalarse en esta primera jornada sin restricciones en cuanto a número de vendedores, con un aforo de 859 personas y en la que se utiliza también la zona de aparcamiento donde suelen montarse las carpas de Fenavin, situándose la fruta, verdura y alimentación más o menos en el centro y a ambos lados los puestos de ropa, textil, plantas y otros artículos como los de higiene.
“Ayer estuve en un supermercado y estaba todo ‘petao’ de gente, no se podía circular”, y ahí “sí que hay riesgo de contagios”, mientras que nosotros estamos “a campo abierto” que ahora mismo es “donde mejor se puede estar, guardando las distancias y con lo geles”, apunta Juan Ángel, cuyo puesto de textil, indica, está “donde perdió Cristo las zapatillas”, por lo que preferiría “volver cada uno a nuestro sitio” en lugar de la nueva reubicación y estar “así tan desperdigados que la gente no sabe ni dónde estamos y hay tantísimo libre entre unos y otros”. Eso sí, valora que de nuevo esté al cien por cien el mercadillo porque “tanto tiempo sin poder venir todos no había quién se lo explicara”.
Para mantener el tipo
A Felisa, clienta habitual del mercadillo, le “parece muy bien” la reapertura total porque “también tienen derecho a comer y estar funcionando como todo el mundo”. La distribución la ve “súper rara, aquí cada uno por un lado, pero bueno lo importante es que ganen dinero, estén trabajando y todo el mundo pueda comer”. Lo que tiene claro es que ve más seguro comprar al aire libre que en centros cerrados y si hay que desplazarse más de lo habitual entre un puesto y otro “por lo menos andamos, también nos viene bien para mantener el tipo”.

A Sagrario, también clienta a la que le gusta “venir de vez en cuando al mercadillo a dar una vueltecilla porque es como más cercano, puedes ver las cosas y encontrar artículos que están bien de precio”, le pasa lo mismo. “Lo veo todavía muy vacío, faltan muchos puestos pero está bien, mejor que antes que no había nada. Pienso que hay bastante espacio y todo el mundo se tiene que ganar la vida”.
La gente “no es tonta” y porque vende “barato” Javier tenía en su puesto, de una amplia variedad de artículos, entre ellos de higiene y unos muy socorridos paraguas para este lluvioso diciembre, a bastante clientela este sábado. “Tenemos que ganarnos la vida” y “la mejor venta” es al aire libre, subraya.

“Esto es lo suyo, que todos podamos trabajar. Genial que nos hayan abierto al cien por cien”, algo que se tenía que haber hecho “ya hacía tiempo” puesto que era “ilógico” o que no pudiéramos hacerlo y el resto de comercio sí o tan sólo cada tres semanas, señala Mari Cruces, de Viveros Tino, que considera que en esta primera jornada “la gente está un poco desorientada porque no estamos cada uno en su sitio habitual, va dando una vuelta y nos va buscando” en un recorrido tan amplio que es casi deportivo dado que su puesto, al no haberse instalado otros dos a su lado, se halla a 18 metros del siguiente.
A seis metros
La Flor de Pascua, el muérdago y el ciclamen atrapan con su vistosidad a los clientes de este puesto, mientras que las mandarinas, naranjas, granadas, membrillos y las recién llegadas fresas lo hacen en el de Ángela y Eugenio, que celebran que el mercadillo esté “abierto para todo el mundo. Ya era hora, porque todo el mundo tiene derecho a comer”.

“Seguro que en los hipermercados los pasillos entre estantería y estantería no son de seis metros” como aquí, compara Eugenio, que considera que “como hoy teníamos que haber estado mucho antes porque al aire libre es bastante más difícil coger el bicho que en un sitio cerrado”.
“Resulta que en lo cerrado está la gente ‘amontoná’ y en lo abierto lo teníamos prohibido”, cuestiona Eugenio, a lo que Ángela añade que “han puesto más la lupa aquí que en otros lados sin razón ninguna” y desea que las actuales medidas “se mantengan” porque “no pedimos más que trabajar”.
Buenas noticias
Algunos están “un poco disconformes” por las grandes distancias entre unos puestos y otros pero “bueno es un principio” y “después de un año ‘paraítos’” son “buenas noticias” que se abra por completo el mercadillo, comenta Salva, que estaba “liquidando”, al no poder haberlos vendido antes, sus artículos de calzado.
Aunque está vallado y “la gente se cree que está como un pájaro en una jaula”, los vendedores estaban ‘deseandico’ que el mercadillo se abriera al cien por cien porque “todos los meses corren y hay que soltar la guita” para abonar las facturas, expone Francisco, que trae de La Poblachuela “forraje” fresco como cebolletas, acelgas, espinacas, puerros y coliflores. A su juicio, es más seguro vender al aire libre que en espacios cerrados. “Vas al súper y estás rozándote espalda con espalda”, algo que en el mercadillo no sucede, sostiene, para resaltar que hay que luchar contra el virus, pero “no poner las normas para cuatro y para otros no”.
