El obispo de Ciudad Real, Don Gerardo Melgar, ha presidido esta mañana por primera vez una eucaristía en conmemoración a todos los fieles difuntos, en el cementerio de Ciudad Real. Un acto al que han asistido representantes de las instituciones, entre los que se encontraba el alcalde de la capital, Francisco Cañizares, el portavoz del equipo de Gobierno, Guillermo Arroyo, entre otros.
Una eucaristía que simboliza el recuerdo agradecido lleno de afecto hacia quienes nos han querido tanto y ya no están entre nosotros porque han sido llamados por el Señor, un recuerdo especial hacia los seres queridos tan importantes en nuestra vida a los que seguimos queriendo, aunque ya no estén en la tierra, porque acabaron su andadura en el mundo para pasar a la muerte y encontrarse con el Señor, destacaba el obispo.
Don Gerardo Melgar ha recalcado que la mejor manera de agradecerles todo lo que han hecho y de ayudarles en las actuales circunstancias es rezando por ellos, para que el Señor perdone sus fallos y logren la felicidad eterna. Y ha subrayado que aunque depositando flores en las tumbas expresamos nuestro amor, ése sólo acto no es suficiente, pues sólo responde a la sociedad de consumo en las que nos encontramos.
De ahí la importancia de esta ceremonia, en la que Don Gerardo Melgar ha intercedido para pedir a los santos que, ya gozan del descanso eterno, perdón y misericordia por las almas que aún necesitan ser purificadas. Y ha recordado las palabras de San Agustín sobre cómo “la fe son los ojos más potentes”, llamando durmientes a los que murieron pues aún “viven porque el alma no muere”.
Una oración de intercesión con un recuerdo lleno de esperanza y cariño para aquellos que han compartido la muerte con Jesús puedan compartir la resurrección y entrar en el Reino de la Luz y la Paz, porque “Amor con amor se paga”.
Una eucaristía sencilla y emotiva, que ha contado con la interpretación de la misa XVIII gregoriana, junto a cantos de difuntos para pedir a Cristo, “Primogénito de entre los muertos, El vencedor del pecado y la muerte, la Resurrección y la Vida”, que le conceda la paz, la luz de su misericordia y el descanso eterno a todos cuantos han muerto en él, a cargo de Don Felipe, junto al joven Antón, al órgano, de la parroquia de Los Ángeles.
Un acto que ha reunido a decenas de fieles, para los que se han dispuesto las sillas necesarias para seguir esta eucaristía tan especial, siendo además la primera vez que el obispo la preside al aire libre a las puertas del cementerio municipal de Ciudad Real.