No estaban todos los que son, pero sí lo son todos los que estaban. Dentro de una Solemne Eucaristía, celebrada en la Santa Iglesia Catedral Basílica, presidida por el Obispo, Gerardo Melgar, con quien han concelebrado el Vicario de la Diócesis, Tomás Villar, el Vicario de Pastoral, Jesús Navarro, además de una notable representación del clero que atiende la Iglesia Local ciudadrealeña y la particular de nuestra diócesis, el prelado ha enviado oficialmente esta mañana a todos cuantos se mueven, -hombres y mujeres-, en los distintos campos de la Acción Pastoral Diocesana, en el comienzo de un nuevo curso.
Actuó como maestro de ceremonias José Valiente y la treintena de sacerdotes que ocupaban el presbiterio estuvieron auxiliados por alumnos de nuestro Seminario Mayor, que ejercieron de acólitos. La eucaristía la han preparado, en cuanto a su forma, los delegados de Misiones, Damián Ortiz, y de Catequesis, Antonio Ruiz, y del acompañamiento musical se ha responsabilizado la Coral Diocesana.
Homilía
Tras la proclamación del Evangelio, por parte del Vicario diocesano, Tomás Villar, y a partir de las palabras de Jesús “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio, bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, Gerardo Melgar comenzó su homilía haciendo reflexionar a cada uno de nosotros, especialmente a los que tienen responsabilidad directa en la pastoral diocesana, en que lo son para realizar y hacer realidad la Misión de la Iglesia. Solo seremos auténticos agentes de pastoral, decía el prelado, si actuamos de acuerdo con lo que sabemos y vivimos cómo creyentes. Sois, proseguía diciendo, los apóstoles de hoy, los discípulos del siglo XXI. Nos hemos de sentir, apuntaba, instrumentos en las manos de Dios, y con nuestro ejemplo conseguiremos que los demás lo amen, lo conozcan, y crean en Él, y así cambiarán sus vidas.
Por eso, y así casi concluía su alocución, hemos de confesar a Jesús con nuestra palabra, y especialmente con nuestro testimonio, porque somos responsables de la fe y de la salvación de los demás.
Ofrendas
Otro momento muy simbólico de la celebración eucarística fue el “ofertorio”, ya que aparte del pan y el vino que posteriormente se habían de convertir, mediante la Consagración, en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, se ofrecieron también una biblia, cómo Palabra de Dios que hemos de transmitir; una bola del mundo, nuestro campo de trabajo; y un cuadro de la Santísima Virgen María, cómo acompañante e intercesora.
Bendición del Envío
Antes de concluir la Santa Misa, tras el último “oremos”, Gerardo Melgar impartió la bendición apostólica a todos los presentes, varios centenares de fieles, y de forma especial a los agentes de pastoral para que Dios les proteja en sus acciones, en sus pasos y en su testimonio misionero, porque también se es misionero en nuestros pueblos, en nuestras ciudades, en nuestros ambientes… Terminaba la Eucaristía con el rezo de la Oración del Mes Misionero Extraordinario, convocado por el Papa Francisco, que bien se podría denominar también “Oración del Envío”.
Fotografias: Clara Manzano