Don Quijote ha entrado en mi casa. Su recuerdo se ha sentado en la mecedora de mi estudio. El mítico personaje, con su frágil figura, me ha hecho pasear por los capítulos de su obra. Me he detenido en el capítulo 42-IIª lleno de anotaciones y subrayados. Me acompaña R. Strauss con su Don Quixote. Y envuelta en este ambiente, acorde con la fecha y con ser hija de la llanura manchega, he dejado correr a mi pluma para aplacar mis sensaciones. He anotado los consejos que Don Quijote da al que está a punto de convertirse en el gobernador Don Sancho:
– “La verdadera sabiduría está en el temor –respecto- a Dios.
– Antes de intentar juzgar a los demás, esfuérzate en conocerte a ti mismo.
– Que sea la prudencia quien guíe todas tus decisiones.
– Nunca reniegues de la humildad de tu linaje.
– Es mejor ser un humilde virtuoso que un autosuficiente pecador.
– Qué la lágrimas del pobre hallen en ti compasión.
– Si algún día se doblara en tus manos la vara de la justicia, que sea por el peso de la misericordia.
– A quien tengas que castigar con alguna obra dura, no le maltrates también con la agresión de tus palabras.
– Que en tu vida de juez predomine, como en Dios, la misericordia sobre la justicia.
– Muéstrate siempre piadoso y clemente.
– Así serás feliz tú y quienes te rodean”.
Qué decir después de esto. Me gustaría mucho recomendarlo a los rufianes. A los poderosos inmisericordes. A los que sólo creen que su estómago y corazón son los que merecen ser atendidos. A los que cierran los ojos ante lo inmoral parapetados en lo legal. A los que con su poder han podido dar leyes justas y han pasado porque personalmente no les convenía. A tanto “Juanillo” de los que hemos visto su insensatez cuando han tenido un “carguillo. A tantos que hablan y dicen, amparados en el “presuntamente”, sin una auténtica información. A tanto cateto inculto, que usa internet para injuriar y sentirse importante. A tanto profesional que olvida el corazón y la misericordia, y sólo quiere moverse en la frialdad, amparado en sus derechos…
Mientras escribo voy intentando analizar mis comportamientos. Nos estamos acostumbrando a ver la paja en el ojo ajeno, obviando la viga en el propio. En este “todo vale” se han destruido, mucho, los perfiles de nuestras conciencias. Atacamos. Me pregunto ¿esa es la solución? Si usted y yo escuchásemos a la verdad de nuestro yo, si fuésemos verdaderamente justos y honrados, el mundo estaría mucho mejor. Gracias, Don Quijote, por haberme hecho pensar.
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Como pensamiento grato lo que presencié en mi pueblo, Malagón, el viernes 22 cuando cuatro grupos de lectura; Amas de casa, Centro de Mayores, Afammer y Tarde de Lectura leyeron maravillosamente fragmentos de obras de Cervantes. El castellano antiguo me sonó a melodía.