Viene bien, en este verano que nos atosiga con la economía y donde tantos expertos vemos y tenemos, o han salido a la luz para hablar de tema tan árido, hacerlo sobre cultura y don Quijote. Y hacerlo sobre un gran pintor, acuarelista, ilustrador y cartelista español nacido en Ciudad Real en 1869 y fallecido en Barcelona en 1944. Su periplo como creador es realmente notorio; aunque de su gran valía sólo queremos destacar que, en 1896, acompañó durante mes y medio al famosísimo ilustrador Daniel Urrabieta Vierge por las tierras de La Mancha. El motivo del viaje era una edición del Quijote. Las señas de identidad de dicho viaje están plasmadas en el prólogo escrito por dicho pintor para la Edición Hispanoamericana, realizada en 1915, la cual fue ilustrada por Urrabieta. También nos quedan una serie de fotografías. Entre ellas queremos destacar la que hizo al antiguo Rollo de Argamasilla. Delante del mismo un muchacho pobremente vestido. Tiene un pie que dice: El Rollo. El hijo del Ahorcado. /5/ Argamasilla de Alba.
Interesante debía ser fotografiar tan famosa columna, seña de identidad de nuestra localidad, y más si en la base de la misma posaba un niño harapiento. El autor de tan atrayente retrato no hace ningún comentario sobre dicha foto; ya que en el prólogo que escribe para el Quijote que decimos, se limita a ponderar al famoso ilustrador Daniel Urrabieta Viergé. (La fotografía que decimos ha sido utilizada como símbolo para un Congreso sobre dicha materia, organizado por el Instituto de Derecho Penal Europeo Internacional de la Universidad Regional).
Según dice el afamado pintor en el prólogo del Quijote que comentamos, en su viaje pudieron contemplar: “Los mismos parajes donde el genio de la literatura puso su escenario […] Un sueño aquel viaje, un sueño vivido en la realidad, aunque no exento de molestias, pues entonces no había cruzado aún ningún neumático aquellas polvorientas carreteras”.
Mes y medio duró el periplo por el paisaje cervantino. ”Por estos caminos y pueblos que recorrimos ——escribe Carlos Vázquez——, encontramos tipos que nos recordaban constantemente los personajes del libro, pero de ellos el que más abundaba era el de Sancho Panza […] Durante nuestro viaje, no hizo Urrabieta -afirma Carlos Vázquez- ningún dibujo ni tomó apuntes. Cuando volví a Getafe, para regresar juntos a París, me encontré que había llenado tres álbumes, todos ellos con dibujos de los parajes que acabábamos de recorrer. ¡Nadie hubiese dicho que no estaban tomados del natural! ¡Qué carácter tenían todo y qué exactitud de lugar!” Ahora, pasados casi cien años, Carlos Vázquez y sus fotografías, nos vuelven a la realidad de una tierra legendaria, que fuera seña para que Cervantes escribiera su don Quijote. Con Carlos Vázquez y sus fotografías hallamos el tiempo y su casuística detenido en las cuarenta y seis fotografías tomadas en su periplo manchego; también contemplamos la versatilidad de un autor, coetáneo de Andrade y no tan conocido como debiera por sus paisanos. Bajo la luz de este recuerdo que traemos hoy aquí, las fotografías y pintura de Carlos Vázquez Úbeda, tan especial y única, nos habla de un peregrinar de siglos. Dulcemente posados por su cámara y pinceles para que ahora vengamos a ensalzar su labor.
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