Álex Kotlin, sus hijos Nicol (5 años) y Mykhaul (11), su mujer Natalia y sus padres, Fedir e Iryna, se ha reencontrado este fin de semana con Ramón Serrano y Josefina Camarena, el matrimonio ciudarrealeño que lo acogió durante cinco años en estancias veraniegas dentro del programa que organiza Ciudad Real en Ayuda al Niño (CREAN) desde hace un cuarto de siglo.
Desde la llegada de los Kotlin el sábado a la casa de los Serrano en Poblete, visitantes y moradores están disfrutando de unos momentos únicos ante la oportunidad que el tiempo les ha dado de conocer a los ucranianos más pequeños, una niña y un niño muy respetuosos, que escuchan con atención la historia de cariño entre su padre y la familia del fundador y presidente de CREAN.
“Nos han impresionado en todos los sentidos, son muy abiertos, cariñosos y cercanos”, señala a este digital Serrano, mientras sostienen sobre sus piernas a una divertida Nicol que en esos momentos degusta con total naturalidad una porra para la diversión de todos.
Álex visitó Ciudad Real entre los 14 y 19 años, actualmente tiene 37 años y trabaja en una compañía de construcciones sociales en Odesa, ciudad al sureste del país donde vive junto a toda su familia.
Dieciocho años después de que dejara de pasar el verano en Ciudad Real en el marco de la iniciativa solidaria para mejorar la salud de los niños herederos del tragedia de Chernóbil, tiene viva la herencia que recibió: “acercarme a otra cultura, divertirme en Playa Park, visitar ciudades como Granada o Madrid y conocer a unas buenas personas, que ofrecen su cariño, su bienestar y su tiempo a otra gente”, señala en español, a la vez que celebra haber comido una fruta escasa en Ucrania como es la naranja.
Su llegada, recuerda, fue en el inicio del programa, y a través de su madre, trabajadora de la compañía estatal Ukrenergo, empresa que en 1996 organizó vacaciones para los hijos de los empleados a países alejados del entorno donde ocurrió el accidente nuclear en 1986.
Ese año, el Ayuntamiento de Ciudad Real actuó como contraparte, y Serrano se enteró y ofreció su casa y su cariño para acoger “a los niños que nadie quisiera”. En pocos días, este profesor jubilado se movilizó y creó la Asociación CREAN, en colaboración del Consistorio capitalino, que todavía sigue implicado en la actividad. Serrano agradece esta participación y también la de la Diputación, que aporta 20.000 euros para financiar el viaje de los 50 niños que visitan la provincia cada año, como es el caso del contingente de este año, cuya vuelta a Ucrania está prevista para el 24 de agosto.
“Somos unos privilegiados por estas ayudas”, subraya.
Álex y su familia han llegado en coche alquilado desde Barcelona, donde van a pernoctar una semana para visitar Port Aventura o Valencia, además de la insoslayable ruta a Ciudad Real para saludar a su familia española. Hacía ocho años que el matrimonio ciudarrealeño no había visto en persona a Álex, aunque el paso del tiempo no ha impedido que se hayan abrazado en fugaces ocasiones. Como aquella vez que los Serrano visitaron Kiev (capital de Ucrania) y el joven empleó nueve horas en un viaje de ida y vuelta en tren para estar con ellos sólo dos horas
Mientras tanto, saben unos de otros a través del teléfono y del envío de fotos y mensajes por las redes sociales.
Este domingo se han acercado a Ciudad Real para visitar el particular edificio del Ayuntamiento, el Palacio de la Diputación, la Iglesia de San Pedro y las estatuas de Cervantes y Don Quijote en las plazas más céntricas, en el cas ode lso símbolos literarios para saciar la curiosidad de Natalia, amante de la obra del escribir clásico.
Chernóbil
La explosión de la central nuclear de Chernóbil hace 33 años que provocó una nube radiactiva que se extendió por algunos países de Europa sigue pendiendo de la historia más reciente de Ucrania, y más desde el estreno de ‘Chernobyl’, la serie de HBO que han visto millones de personas y que refleja con total crudeza el accidente.
El propio Álex reconoce el realismo de la cinta y lamenta que no se activaran antes los protocolos de evacuación, y que se lanzaran a la muerte segura a bomberos y otros profesionales.
Los padres de Álex, Iryna y Fedir, recuerdan el suceso, aunque con poca precisión, tan sólo por las noticias que lanzaban los medios con escasos datos. “Lo supimos al cabo de una semana”, recuerdan, así como comentan que en los días posteriores y a pesar a los 500 kilómetros que los separaban del núcleo de la catástrofe aplicaron algún producto preventivo en su casa.
Respecto al conflicto actual del país con Rusia, entre otros temas por el control de la península de Crimea, Álex asegura que “estamos muy tranquilos y vivimos sin miedo”.
Sobre la presencia de círculos prorrusos, a favor de las posiciones del Kremlim, en Odesa el joven ucraniano recuerda “la conexión histórica” con la zarina Catalina II, fundadora de la ciudad.