«…Consecuencia de ello será, -del acercamiento confiado-,
que los cristianos al venerar e imitar a tan gran Reina y Madre,
se sientan realmente hermanos, y, huyendo de los odios y de los desenfrenados
deseos de riquezas, promuevan el amor social, respeten los derechos de los pobres
y amen la Paz…» (Pio XII, «Ad Caeli Reginam», número veintidós).
Lo explicaba de forma pormenorizada un lunes, -¡que coincidencia!-, día veintidós de agosto del año Dos mil once. Profundizaba el firmante en la Fiesta de Santa María, Reina, y me fijaba e intentaba transmitir a los lectores como, por favor concedido por el Papa Pablo VI al entonces Obispo Prior don Juan Hervás y Benet, se seguía y sigue celebrando en esta fecha la Octava de La Virgen del Prado, que coincide, -en su fiesta principal-, con el día en que los Cristianos recordamos su gloriosa Asunción a los Cielos.
Santa María, Reina. No debe quedarse para nosotros, los ciudadrealeños de residencia o nacimiento, y para todos los que hoy nos visiten, el día de la Octava de la Virgen del Prado en ir a Misa, a la procesión, a los fuegos de artificio conclusivos de las ferias y fiestas en su honor,… porque aún estando bien, no es suficiente. Con palabras de don Manuel González, -que está en camino de santidad-, bien le podríamos decir a la Santísima Virgen, a nuestra Reina del Prado: «…Madre Inmaculada, en la Salve he aprendido a decirte que me muestres a Jesús fruto bendito de tu vientre; pero después de este destierro y ¿para mientras dura el destierro?
Conseguiremos averiguar la respuesta releyendo las palabras del Papa Pío XII, e interpretándolas y llevándolas a la práctica. No podemos negar, -ni en estos días de fiesta-, que no corren unos tiempos demasiado buenos. Alguien me dijo un día, y lo saco ahora de su contexto original, que hay que saber sacar un sí de un no. Ante las divisiones, procuremos la unidad; ante los odios y las desavenencias, engendremos la unidad y la armonía; ante el desajustado reparto de bienes entre los ciudadanos, luchemos por la defensa de los valores sociales, humanos y divinos; atajemos la pobreza abreviando y compartiendo las riquezas, comenzando por cada uno de nosotros;… Pidamos la intercesión de Santa María, Reina y Madre, ante su Hijo. Si lo hacemos con fe, recibiremos sin duda la fuerza y la capacidad de acción necesarias. Hoy, en el día de su Octava, bien podríamos pedírselo a nuestra Virgen Santísima del Prado.