Repasando la historia de Lanza, hay dos constantes que se mantienen a lo largo del tiempo: la supervivencia económica y la utilización política de sus páginas durante todas las décadas de su existencia.
Esta segunda perspectiva tiene sus notas más claras a partir de la llegada de la democracia a España. Antes, la discusión era menor. Los mismos que estaban al frente del periódico ocupaban también puestos de máxima dirección política, en la Jefatura Provincial del Movimiento o en la Diputación.
Las discrepancias eran casi inexistentes, por razones obvias, en ese tiempo. A partir de 1975 esas diferencias son más que notorias y sería necio negar la incidencia que han tenido en el propio desarrollo de la empresa desde aquél momento.
Esa distinta forma de ver la historia queda patente también en las dos publicaciones que han contado con más profundidad la historia de Lanza, enmarcándola en un contexto histórico, político y periodístico de la provincia.
Por un lado, el libro del periodista y político Pedro Peral, que con el título de “El diario Lanza de Ciudad Real” salió a la luz en 2003. Peral, funcionario de la Administración Local, es un hombre que durante toda su vida ha compaginado el periodismo con la política. Colaborador en varios medios, entre ellos Lanza, con la llegada la democracia se afilió a AP y luego al PP, partido en el que ha llegado a ser diputado regional.
El otro documento lo firma José Antonio Casado, director del diario Lanza entre 1986 y 1995, bajo el nombre de “Lanza, 50 años de empresa periodística”. Era una tesis universitaria de la que existe una pequeña edición resumida en libro y que fue publicada en su totalidad en Internet por la propia Diputación de Ciudad Real en 2015.
Ambos documentos han sido referencia a la hora de escribir este artículo sobre la historia previa a la actual de Lanza: la que va desde la asunción del periódico por la Diputación, en 1951, hasta el año 2004, con la constitución de la actual Entidad Pública Empresarial, una evolución política e ideológica que ha generado numerosas controversias y que ha respondido a la idiosincrasia de una provincia pequeña, donde el horizonte a veces está demasiado cercano.
A estas perspectivas se une la propia experiencia personal que ha hecho que de muchos de los acontecimientos que han ocurrido se hayan visto más o menos de cerca o que, al menos, se hayan sufrido sus consecuencias. De los 75 años que ahora cumple Lanza, los últimos 31 han formado parte de la carrera profesional de uno, salvo una experiencia en otro medio de comunicación provincial semanal.
La Diputación asume Lanza
El 30 de enero de 1951, el Gobernador Civil, Jacobo Roldán, a la vez, jefe provincial del Movimiento y de la Falange, partido único que había creado el periódico ocho años antes, remitía un escrito al presidente de la Dipu5ación solicitándole que la misma se hiciera cargo del periódico. Las razones aducidas tenían que ver con la situación económica del medio y el argumento era poder seguir defendiendo los intereses económicos de la provincia, máxima que rezaba en la fundación del periódico.
El permiso ministerial llegaba el 17 de mayo de ese mismo año. La Diputación aprobaba posteriormente en Pleno asumir el periódico.
El cambio más notorio en el periódico se da en sus páginas. De la defensa de los intereses económicos y sociales de una provincia que se había quedado sin medios de comunicación escritos de ámbito provincial tras la Guerra Civil, a tomar una posición política más nítida en defensa del régimen. No se puede olvidar que algunos de los directivos del periódico compartían a la vez cargos políticos en la propia Diputación.
La batalla democrática
Al asumir el periódico, la Diputación estableció unas bases para la gestión económica del mismo. Así se mantuvo hasta el año 1975, con la etapa franquista a punto de finiquitar, cuando se aprueban unos primeros estatutos. De ellos nacen los primeros problemas que marcarían la vida del medio en los siguientes años.
Una vez muerto el dictador y comenzada a instaurarse la democracia, la línea única política, más allá de los diversos bandos que hay en todas partes, la batalla ideológica se desata una vez entrada en vigor la actual Constitución de 1978.
El diario Lanza, todos los estudiosos lo han destacado, es un caso “raro”, “singular” en la prensa pública, aunque no el único. El “Diario de Teruel” también depende de la Diputación de aquella provincia y, en buena medida, alguna concomitancia se ha dado en la forma de gestión y en la conformación legal de sus órganos de gestión y dirección.
Cuando toda la prensa del Movimiento fue enajenada, Lanza no lo fue, aunque algunos intentos de privatización o de creación de una Sociedad Anónima hubo, con la Cámara de Comercio situada en esa posición.
Instaurada la democracia, llegados los diversos partidos al Pleno de la Diputación, la cuestión era qué hacer con Lanza y cómo encajarlo en esta nueva etapa. El tema llevó varios años y se podría decir que todavía no está resuelto. Tras las primeras elecciones municipales de 1979, hubo hasta tres intentos de pergeñar unos estatutos que dieran forma al periódico. No fue hasta 1984, tras tres intentos, que no se fijaron unos nuevos estatutos en los que se optaba porque la empresa fuera una Fundación de Derecho Público, con representación de los distintos sectores de la sociedad.
No fue un parto fácil, ni sencillo. Hubo batalla por la definición del periódico, su “aideologización”, quiénes formaban parte de su Consejo de Administración y quién elegía a los representantes de los distintos sectores sociales presentes en el mismo, si la Diputación o los propios sectores y organizaciones afectadas.
Tras una reforma parcial de los estatutos en 1987, la batalla la dirimió finalmente el Tribunal Supremo en 1990, obligando a corregir el artículo 13 y concordantes para reordenar la presencia de los grupos sociales y políticos. La demanda había sido interpuesta por el PP, la Agrupación Independiente de Diputados y la Asociación de la Prensa, que reclamaba seguir en el Consejo de Administración y, finalmente, quedó excluida. Una Asociación de la Prensa controlada entonces por gente de Lanza.
En 1984, con los socialistas ya al frente de la Diputación, por primera vez en la etapa democrática, la batalla de los estatutos solo era un preludio de la batalla por el cambio en el camino a seguir por el periódico.
En aquél momento, los socialistas estaban dispuestos a darle un nuevo giro al diario entonces dirigido por Jesús María Zuloaga. La incorporación de José Antonio Casado, un hombre nacido en León que había hecho escala profesional en Talavera de la Reina, el que sería su sustituto al frente del periódico, como redactor jefe, en 1983, había iniciado un proceso de cambios internos y de presencia externa del periódico, -que completó con la incorporación de redactores jóvenes, de otra generación, de otro ámbito social, una vez al frente de la cabecera-, cuyos combates previos también llegaron al Consejo de Administración.
Al puesto de director también aspiraba otro periodista de la casa, Manuel López Camarena, hijo de Cecilio López Pastor, uno de directivos históricos de Lanza, redactor jefe durante décadas, y también diputado provincial por un tiempo.
López Camarena, en buena medida, representaba la continuidad del periódico histórico que venía de la etapa pasada, frente a la ruptura que podía representar Casado. También era la lucha de un “culipardo” de pro contra un hombre venido de fuera, un “extraño” en una sociedad cuyo método de autoprotección era la endogamia.
La cosa fue muy reñida. Fueron necesarias tres votaciones para que la candidatura de Casado saliera adelante en el Consejo de Administración, frente a un López Camarena apoyado firmemente por la Asociación de la Prensa y el establisment de la derecha de entonces.
En esos recovecos no tan raros, como se pudiera entender, de la vida, López Camarena acabó siendo el primer director de La Tribuna de Ciudad Real, el medio que en 10990 traía la competencia a la prensa provincial y que no dejaba de ser una consecuencia de la disputa ideológica que hasta ahora se había centrado en Lanza y que sería solo el primer vaso comunicantes en el sector de la prensa provincial.
Con la llegada de Casado a la dirección en 1986 también se alcanza, por primera vez, al año siguiente, un convenio colectivo que regula las relaciones laborales en la empresa. Si bien la dependencia de la Diputación ha condicionado estas relaciones laborales, al menos, se intentaba poner fin a unas relaciones laborales “paternalistas” de los responsables del periódico para con los trabajadores -lo que daba lugar a una discrecionalidad que se ha tardado muchos años en intentar corregir-, sustentadas en que muchos de ellos habían entrado a trabajar a muy corta edad y no tenían otro punto de referencia en este campo, ya que toda su experiencia laboral se circunscribía al periódico.
Regionalización fallida
En los albores de los años 90, hay también una decisión que marca el futuro de Lanza: la apertura, aprobada en Consejo de Administración en septiembre de 1990 por unanimidad, de dos ediciones provinciales en Albacete y Toledo. Era una actuación que parecía tener un trasfondo más político que económico y profesional como se demostró rápidamente al tener que dar marcha atrás al poco tiempo.
No se sabe si por la disputa política existente por lo que publicaba el periódico a diario o por la experiencia fallida del intento de regionalización, lo cierto es que el siguiente paso fueron los intentos de privatización de la empresa, que se llevaron a cabo andando los años 90.
Como testigos, los trabajadores veían en aquél momento cómo representantes de las empresas más importantes del sector de prensa de España se paseaban por las instalaciones y tomaban notas. Era el tiempo en el que los grandes grupos de prensa habían puesto sus ojos en periódicos regionales en busca de sumar ingresos y lectores, aunque la experiencia fue corta. Se materializó en algunos casos en provincias andaluzas, no llegó a cuajar con Lanza de Ciudad Real.
El que fuera presidente de la Diputación entre 1987 y 1995, el socialista Francisco Ureña, en una inesperada rueda de prensa convocada por la tarde de la que fuimos testigos, anunciaba la puesta en marcha del proceso de privatización de Lanza como una decisión que parecía inminente. No se llevó a cabo.
En un reciente artículo en un diario digital, el entonces director del periódico, José Antonio Casado, dejaba caer que la venta se vino abajo en el último minuto por un pacto de última hora entre dirigentes socialistas y un dirigente del PP del que no daba el nombre, pero que solo habría que haber vivido esa época para poder intuir que se trataba de un dirigente del ala demócrata cristiana de la derecha provincial, que tuvo una gran influencia en el PP de la provincia en los años 80 y 90 del siglo pasado.
Con la llegada del PP a la Diputación, entre los años 95 y 99, los presuntos compradores tenían otro matiz ideológico. Las cosas no fueron tan lejos como en la etapa anterior, pero los intentos los hubo, avalados por la realización de una auditoría interna de Lanza realizada por la empresa Arthur Andersen.
Al final, los vasos comunicantes antes citados, fue la recién nacida competencia de Lanza la que pasó de ser un periódico provincial apoyado desde Albacete a integrarse en grupos, primero de ámbito nacional y, luego, regional liderado desde otra comunidad autónoma, tras diversos procesos de venta, a conseguir su expansión regional en Castilla-La Mancha, aunque, posteriormente, su fuerza haya quedado circunscrita principalmente a las provincias de Ciudad Real, Toledo y Albacete, precisamente, las provincias en las que pretendió influir el fallido intento de regionalización de Lanza, las tres más pobladas.
Ya cada uno en su sitio, el último cambio de Lanza se data del mes de mayo de 2004, cuando la Fundación Pública, como la misma estructura de representación social que anteriormente, se convierte en Entidad Pública Empresarial, atendiendo a las modificaciones legales introducidos por el Gobierno de José María Aznar que, en principio, pretendían dar más agilidad en la gestión a las empresas públicas dependientes de las distintas administraciones.
La crisis económica, que también afectó al sector prensa, evidentemente, además de la evolución tecnológíca y la digitalización, ha hecho que Lanza haya pasado de organismo autónomo de la Diputación a formar parte del perímetro financiero de la institución, con lo que sus cuentas inciden en el del déficit o superávit de la institución.
La implantación de la Entidad Pública Empresarial llega cuando el diario Lanza, en el año 2000, ya ha iniciado su camino hacia las nuevas tecnologías y el camino digital –que se trata en otro espacio en este número extraordinario-. Este proceso de digitalización se pone en marcha con la designación de la actual directora, Laura Espinar, a finales de 1999.
Los estatutos de la EPE mantienen una estructura de organización interna que ha generado alguna dicotomía. En la pasada legislatura, en ámbitos de la Diputación, relacionados directamente con Lanza, se empezó a plantear la necesidad de ajustar los estatutos al nuevo tiempo. La complicada situación económica y la recrudecida postura de la oposición del PP –partido que solo ha gobernado la institución durante cuatro años desde 1983- en la Diputación ante Lanza hicieron que esta intención no se concretara.
Hasta aquí se ha tratado de sintetizar lo que ha ocurrido en el pasado. A partir de ahora, se verá cómo se desarrollan los acontecimientos.
